Opinión

A propósito de institutos políticos religiosos: el partido católico nacional

A propósito de institutos políticos religiosos: el partido católico nacional
Periodismo
Febrero 07, 2020 21:37 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

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Hoy, algunos buscan desaparecer la separación estado-iglesia y buscan se permita a miembros de tal o cual religión constituir partidos políticos al amparo de sus muy respetables creencias en tanto las mantengan en el ámbito de su vida privada y no las quieran convertir en un vehículo para apoderarse del Estado Mexicano. La desmemoria, o será el hambre de poder, ha imbuido a quienes buscan regresarnos a tiempos que nada bueno dejaron. Primero demos un breve preámbulo histórico y posteriormente habremos de en la actuación que tuvo el Partido Católico Nacional como cómplice de la curia católica.
No podemos iniciar ningún análisis sobre el tema sin recordar lo ocurrido durante los años de la Colonia en donde los monjes supieron sacar muy buen provecho del fanatismo y la superchería que, reconozcámoslo o no, existía entre los nativos de nuestras tierras. Hábilmente, crearon un sincretismo que permitió sumir a la mayoría de la población en la miseria y la ignorancia. Todo el Siglo XIX, tras de la consumación de la Independencia, la lucha en realidad fue entre quienes buscaban seguir sumidos en el fanatismo y aquellos que tenían una perspectiva hacia el futuro con plena conciencia de que los asuntos de las creencias religiosas personales y la acción del estado deberían de caminar por líneas paralelas, pero jamás cruzarse o montarse una sobre la otra. Fueron derrotados, pero bastó que al presidente Díaz Mori se le atravesara el sentimiento de culpa cuando veía expiar a sobrina, convertida en madre de sus hijos, para mandar llamar a Labastida y Davalos a que le impartiera la bendición nupcial y ella no se despidiera en pecado. En medio de esto, el Héroe de la Paz terminara siendo extorsionado por el fulano importador de emperador. Gracias a eso, la extorsión, para finales del Porfiriato, en 1911, la Iglesia Católica había ya recuperado su riqueza material hasta totalizar alrededor de los 100 millones de pesos. Ello, no impedía a la curia quejarse de que Los Científicos le hacían sombra y no la dejaban meter mano en mas negocios o se quedaban con alguna propiedad que a ellos les gustaba. Como se puede observar, la espiritualidad brillaba esplendorosa. En medio de todo ello, hay otros asuntos que poco se mencionan en el proceso que hay detrás de la creación del Partido Político Nacional, recordemos que la curia siempre actúa bajo planes de largo plazo.
En este contexto, no podemos dejar de mencionar que, desde el 23 de febrero de 1873, a la Iglesia Católica ya le había aparecido competencia. Ese día, llegó a México William Buttler un pastor de la Iglesia Metodista Episcopal. Este personaje, junto con su familia se unieron a otras tres, una estadounidense, otra inglesa y la tercera irlandesa, para oficiar el 26 de febrero el primer servicio de la iglesia antes mencionada. Al calce hemos de mencionar que para entonces ya andaba por ahí Sebastián Juárez quien años antes creó, con unos amigos, la primera organización que profesó el protestantismo en México. Para 1875, una segunda competencia le surgió a la curia católica mexicana, en septiembre de ese año, Daniel Webster Jones y otros seis misioneros pertenecientes a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los mormones, salieron de Salt Lake City, Utah rumbo a los estados de Sonora y Chihuahua. Si bien la espiritualidad eran parte importante de la misión, algo más los motivaba, requerían un sitio en donde pudieran establecerse las familias polígamas, un asunto que preocupaba mucho al líder de la organización, Brigham Young, ya que en los EUA esa práctica multiamorosa era penada por la ley. Poco éxito tuvieron ya que los nativos los echaron fuera a punta de flechas. Regresarían años después. En medio de todo esto, el 15 de enero de 1877, el presidente Díaz Mori anunció una política de mayor tolerancia religiosa.
Dado que don Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci, León XIII, estaba bien informado de como andaba el negocio, le envió una carta a don Porfirio. En ella, lamentaba la interrupción de las relaciones amigables entre México y la Santa sede y le solicitaba que se corrigieran ’los errores cometidos por los Liberales,’ años antes. Aun cuando no hubo respuesta oficial documentada, la curia católica y el gobierno establecieron un pacto tácito para que cada uno trabajara sin interferir en la acción del otro. Posteriormente, el 15 de mayo de 1891, León XIII publicó su encíclica Rerum Novarum. Este documento fue la pieza fundamental para el desarrollo del catolicismo social sustentado en el apoyo a los derechos de los trabajadores, el rechazo al socialismo y la protección a la propiedad privada. A partir de ahí, en nuestro país, la curia católica se lanzó a la arena política pública. Cuando Díaz Mori presentó, en 1892, su candidatura para ocupar por quinta vez la presidencia de la república, los periódicos católicos, La Voz de México y El País, lo apoyaron. Dichas publicaciones, también, dedicaban espacio para enfatizar críticas a gobiernos locales. Pero ahí no paraba la actividad política disfrazada de acciones sociales.
Entre 1903 y 1909, la iglesia organizó cuatro congresos nacionales católicos, en donde las temáticas discutidas fueron: la creación de los bancos Raiffeiseissen (organizaciones de crédito tipo cooperativa) para financiar a los negocios pequeños; los problemas de los indígenas; las actividades de carácter social; y, las medidas para proveer de empleo y la creación de sindicatos conformados por obreros católicos. En igual forma, a petición de un grupo de católicos de Guadalajara, el jesuita de origen francés, Bernard Bergoend, creo una organización política-social la cual se dedicaría a instrumentar acciones para combatir la injusticia y la pobreza. Para los católicos, solamente su participación podría revertir ambas situaciones. Al calce, mencionaremos que ese religioso fue la mente maestra que instrumentaría posteriormente la oposición de la curia a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, la reyerta inútil (la Cristiada) y la creación de la Unión Nacional Sinarquista. Pero las iglesias protestantes también desarrollaban una amplia labor.
Loa miembros de otras religiones, se preocupaban por que las personas aprendieran a leer y escribir. El objetivo era que sus adherentes pudieran leer la Biblia que regalaban en la versión en español convirtiéndola en el vehículo principal para convencerlos de incorporarse a su causa. En ese contexto, creaban escuelas y fomentaban las reuniones fin semaneras. Asimismo, impulsaban la constitución de hospitales. Su fuente principal de apoyo financiero provenía de la matriz de su organización en los EUA. Para finales de la primera década del Siglo XX, aparte de los metodistas, ya operaban en México otras religiones como congregacionales, bautistas, discípulos de Cristo, presbiterianos, presbiterianos reformistas y mormones. A diferencia de la curia católica, los propagadores de esas interpretaciones de los asuntos de la fe no buscaban participar en política ya fuera porque el número de sus adherentes era marginal, cuando mucho el uno por ciento del total de la población, o porque su negocio era otro. En ese entorno, llegamos a 1910.
Tras de las controvertidas elecciones con el presidente Díaz Mori declarándose triunfador sobre Francisco Ygnacio Madero González, los problemas empezaron a surgir y la curia católica oteó que era el momento de cambiar de barco. Sin embargo, le surgían reticencias pues consideraban que las propuestas del coahuilense en materia de reforma agraria podrían afectar sus propiedades, y lo concerniente a la educación podía afectar seriamente su operación cuasi monopólica de establecimientos de enseñanza. Ante ello, decidieron que la hora de entrarle directa y abiertamente a la política había llegado, la arena estaba abierta y no se iban a quedar al margen. Se presentaba la oportunidad de retornar a los tiempos viejos.
En marzo de 1911, en el Hotel Plaza de New York, José Yves Limantour Marquet había acordado con Francisco Indalecio Madero Hernández y Gustavo Adolfo Madero González como se daría la transición pacífica. el presidente Diaz Mori dejaría el poder y se nombraría un provisional que convocaría a elecciones. Sabedores de esto, la curia católica dio luz verde a sus instrumentos para que dieran el paso de crear un partido político al cual le añadieron el adjetivo de católico. Citemos lo escrito por Jorge Adame Goddard ’El pensamiento político y social de los católicos mexicanos.’ Las labores para crear una organización política venían desde 1909 cuando Gabriel Fernández Somellera reorganizó el Círculo Católico de México. Si bien sus estatutos impedían la intervención de la autoridad eclesiástica en la organización, entre los objetivos de su actividad se precisaba que uno de ellos era ’extender la acción católica a todas las clases sociales de la sociedad por cuanto medios se hallen a su alcance.’ En base a dicho Circulo, el 3 de mayo de 1911, se creó el Partico Católico Nacional. Ocho días más tarde, publicaron el Programa y Estatutos de esta organización, del cual tenemos una copia enfrente de nosotros, el cuadro directivo lo conformaban: presidente Gabriel Fernández Somellera; vicepresidentes, Emanuel García Armora, Manuel F. de la Hoz; tesorero, Luis García Pimentel; secretario Carlos Diez de Sollano; primer pro-secretario, Rafael Martínez del Campo; y segundo pro-secretario, Francisco Pascual García. Otros miembros de la organización lo eran Miguel Palomar y Vizcarra, francisco Traslosheros, Francisco Elguero, Trinidad Sánchez Santos, Víctor Agüeros, Francisco Barrera Lavalle y Ángel Ortiz Monasterio. El documento antes mencionado en su primer párrafo enunciaba: ’En la gravísima situación actual de la patria… el Partido Católico Nacional… uniendo á todos los hombres de buena voluntad, quiere contribuir á la salvación de los sagrados intereses sociales, nacionales y religiosos.’ Asimismo, en materia electoral proclamaban que trabajarían ’… porque la democracia y la república no sean mentira, y porque no se haga, del libre sufragio, el ludibrio de las intrigas y del despotismo. Por eso mismo proclamamos el principio de no-reelección en cuanto á los poderes ejecutivos, ya federal, ya de los Estados.’ Asimismo, se mostraban partidarios de ’…la inamovilidad del poder judicial que, debidamente regulada, es la mejor garantía de su independencia.’ En materia de asuntos educativos, se mencionaba que: ’… para garantizar la libertad y amaestrar [¡!] á la juventud con la justicia, se necesita disfrutar de una verdadera libertad de enseñanza, trabajaremos por ella, hasta lograr la derogación de las leyes que la han despedazado, con gravísimo perjuicio de la niñez y de la juventud, únicas y legítimas esperanzas de la Patria.’ Este último entrecomillado lo interpretamos como que la instrucción religiosa debería a ser la base de la instrucción escolar. En materia de los asuntos laborales, indicaban que aplicarían ’… á los modernos problemas sociales, para bien del pueblo obrero y de todo el proletariado agrícola é industrial, las soluciones que el cristianismo suministra como las únicas que, conciliando los derechos del capital y del trabajo, podrán ser eficaces para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, sin perturbaciones del orden y sin menoscabo de los derechos de los capitalistas ó empresarios.’ Por si alguna duda cabe de por donde iban, nada como revisar el punto primero de sus propósitos en el cual se lee: ’El Partido Católico Nacional, dentro de las instituciones existentes, ejercitará el derecho de exigir la reforma de la legalidad por medio de la legalidad, sobre la base constitucional de la libertad religiosa.’ Con esto en mano y una vez que el presidente Diaz Mori renuncia el 25 de mayo de 1911, un miembro distinguido del PCN, Francisco León De La Barra Quijano ocupa la presidencia.
Durante esos días, el peor embajador estadounidense que haya recibido México, Henry Lane Wilson reportaba al secretario de estado, Philander Chase Knox que: ’La Iglesia Católica Romana y el partido que lleva su nombre se han vuelto violentamente antagónicos con Madero y, en toda la república, trabajan activamente para denigrarlo, criticar sus políticas y censurar la debilidad y la vacilación que, se supone, caracterizan la forma en que realiza todas sus actividades.’ Bajo esa premisa, cuando Madero González lanza su candidatura presidencial y busca el apoyo del PCN, este trata de imponerle a León De La Barra como su compañero de formula en la vicepresidencia, lo cual es rechazado por Madero. Ello, no impide que el queretano aparezca como candidato a la vicepresidencia por el PCN. A pesar de esto, el 18 de agosto de 1911, el PCN nombra a Madero como su candidato presidencial. El coahuilense se compromete, entre tras cosas, a respetar la libertad religiosa y no interferir en los asuntos legislativos. Tras de una victoria arrolladora, en octubre, Madero enfrentaría una oposición salvaje proveniente de frentes varios. Uno de ellos, la curia que, como lo menciona Adame Goddard, utilizó su diario, El País, para calificar al gobierno de Madero de dictadura zapatista y aceptar la elección de gobernadores porfiristas especialmente en Puebla en donde desconoció la candidatura del católico Luis García Armora e imponer a José María Pino Suarez en la vicepresidencia. Los manejadores del PCN veían cerca el regreso político.
En 1912, el presidente Madero González convocó a elecciones federales. El PCN vio la ventana abierta y, retomando el texto de Adame Goddard, ’presentó cinco candidatos para la Suprema Corte, 19 para el Senado y 193 para la Cámara de Diputados.’ A la hora de los resultados, la victoria los favoreció con 4 escaños en el Senado y 29 curules en la Cámara. A nivel gubernatura, el PCN, se apoderó, vía el voto, de los estados de Jalisco (José López Portillo y Rojas); México (Francisco León De La Barra Quijano); Zacatecas (Rafael Ceniceros y Villarreal); y desde 1911 gobernaban Querétaro con Carlos María Loyola. A nivel municipal obtendrían las alcaldías de las ciudades de Aguascalientes, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Veracruz, así como León e Irapuato en Guanajuato y la mayoría de los municipios de Jalisco y México además de 26 en Michoacán. Esto contradecía las palabras de Lane Wilson quien afirmaba que: ’el llamado Partido Católico es una organización política nebulosa, aparentemente sin dirección, y no del todo sumisa al liderazgo [de] la Iglesia Católica Romana, como organización política no existe en México’. Con todo esto, se les elevó el apetito de poder. Y como eso era asunto de pesos, empezaron a recaudarlos vía el ’Óbolo Católico’ cuyo decreto, publicado en julio de 1912, está firmado por ’José [Mora y Del Río] arzobispo de México.’ Asimismo, el responsable del proyecto, Emmanuel Amor, mencionaba que ’no ha[bía] faltado, antes de emprender su tarea, de consultar el proyecto general del Óbolo Católico en las más altas esferas de la autoridad eclesiástica…’ Pronto, darían el paso siguiente.
En febrero de 1913, ya contaban con el católico ferviente, Victoriano Huerta y su socio Lane Wilson, quienes se ocuparían de asesinar al presidente Madero González y al vicepresidente Pino Suarez. A la hora de nombrar gabinete, lo acompañaron miembros del Partido Católico Nacional como León De La Barra, Federico Gamboa Iglesias, Eduardo Tamariz y, más tarde, López Portillo y Rojas. Sin embargo, cuando el felón convocó a elecciones presidenciales, el PCN creyó que su aliado jugaría limpio y se les ocurrió nombrar a Gamboa como candidato. Dado que Huerta les jugó ’chueco,’ ¿pues que esperaban de asociarse con un felón? Gamboa alegó fraude y para contentarlos el traidor les ofreció 100 diputaciones que rechazaron. Los persiguió y les cerró el diario La Nación enviando a sus directivos a vacacionar a San Juan de Ulua. En eso terminó, en 1914, la intervención partidista de la curia vía el Partido Católico Nacional, al amparo del cual patrocinaron a un felón cuya acción costó muchísimas vidas y retrasó el crecimiento y el desarrollo del país hasta que la dirección de este recayó en quienes eran firmes creyentes de que la relación con el Gran Arquitecto es un asunto de cada uno en el ámbito privado y no hay que usarla como excusa para saciar las apetencias de poder político. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Detrás de esos ataques súbitos, en pro de la justicia, a la UNAM, se hayan aquellos que buscan transformarla para que regrese a los tiempos, no tan lejanos, cuando en las ofertas de empleo se leía: ’…Egresados de la UNAM o el IPN, favor de abstenerse.’ Y, por cierto, después van por IPN en el cual, para empezar, ya le convirtieron el canal televisivo en uno de propaganda gubernamental. Pocos recuerdan que gracias al ’sacrosanto’ movimiento del 68, se dio el auge de las instituciones privadas de educación superior. ¿Detrás de esto se encontrará una mano negra o el color es menos intenso?
Añadido (2) Los Demócratas lo sabían desde una noche antes, el golpe de estado había fallado. Por ello, la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Patricia D’Alesandro- Pelosi (Demócrata-California) hizo rabieta y se puso a destruir documentos para que todos la vieran cuanto disgusto le causó el fracaso.
Añadido (3) Para quienes andábamos de incrédulos. Una vez más, se comprobó lo acertado de la Teoría del Jitomate elaborada por el Dr. Guillermo Ortiz Martínez. El precio de la fruta estuvo alto y la inflación creció durante el mes de enero.
Añadido (4) Al Partido Demócrata de ahora se asemeja al PRI de Carlos Sansores Pérez en la segunda mitad de los 1970s, su democracia es tan transparente que ni siquiera se ve.

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