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A tumbos

A tumbos
Periodismo
Enero 14, 2018 23:18 hrs.
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Fernando Irala › diarioalmomento.com

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En pocos días Donald Trump cumplirá un año de que tomó posesión como presidente de Estados Unidos.
¡Qué rápido pasa el tiempo!, dirían los clásicos, y así es en efecto, pues ni el mundo ni los estadounidenses acaban de salir de la sorpresa de que un hombre cuya pretensión de poder era por sí misma una mala broma, se haya hecho de la Presidencia de la otrora gran potencia, sin contar con las mínimas prendas de liderazgo político, altura de miras o por lo menos simpatía personal.
En contrasentido, pareciera volverse eterno este lapso en que el mandatario norteamericano sostiene a través del twitter y de su insensatez sucesivos e innumerables pleitos con personas y sectores de su nación y del planeta, muchos de los cuales podrían ser sus aliados o al menos no estorbarle, y se convierten por la torpeza y los arrebatos de Trump en sus enemigos y detractores.
Entretanto, la nación vecina se desplaza a la deriva, entre la inercia de su pesada grandeza y la rémora de sus crecientes problemas económicos, políticos y sociales.
En esa decadencia a la que no se resignan los vecinos está parte de la explicación de cómo pudo Trump llegar a la Casa Blanca.
Un año es muy poco tiempo en la evolución de una sociedad, pero debe ser suficiente para que el desencanto de los ilusos que votaron por él se inicie y se desarrolle. En los próximos ciclos, debe alcanzar también para impedirle el absurdo mayor de reelegirse en la Presidencia.
Conflictos, despropósitos y ofensas gratuitas aparte, es muy poco lo que el Presidente estadounidense podrá presumir en el aniversario de asumir el cargo, aunque ya sabemos que para sí y sus acciones sólo tiene superlativos, y seguramente afirmará que uno es Estados Unidos antes de él y otro a partir de que él preside ese país.
Hace menos de un mes el Congreso norteamericano aprobó la Reforma Fiscal propuesta por el magnate, la cual esencialmente baja los impuestos, en particular los de las grandes empresas.
Sus críticos señalan que el nuevo modelo propiciará aún más la concentración del ingreso y la desigualdad social, pero eso no importa porque en lo inmediato todo mundo en la actividad productiva percibirá que dejan de quitarle algunos dólares.
Así también ha desmantelado y dinamitado el régimen de protección de la salud pública que implementara en su momento del Presidente Obama, en perjuicio de la población más pobre.
Todo lo demás son ataques, lo mismo contra Corea del Norte, contra los migrantes, contra los llamados ’dreamers’, contra los musulmanes.
Contra México de cuando en cuando repite sus caballitos de batalla, la construcción del muro fronterizo y la demanda de que lo pague México, y su amenaza de abandonar el Tratado de Libre Comercio.
Antes se separó del Tratado de París, donde se concentra el esfuerzo de prácticamente todo el mundo por controlar la contaminación y lograr un planeta más limpio, si bien se le acaba de ocurrir que podría reintegrarse a ese instrumento.
Y contra todo consejo de prudencia diplomática, decidió reconocer a la histórica ciudad de Jerusalén como la capital de Israel, agudizando sin sentido un complejo conflicto internacional.
Así, a tumbos, se ha pasado un año. Faltan más de mil días para que Trump se vaya, sin gloria alguna y con mucha pena ajena de parte del planeta. Que pasen pronto.

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