En las nubes

Adiós Mamá Carlota

Adiós Mamá Carlota
Periodismo
Junio 18, 2017 22:35 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo, afirma: Carlos Ravelo Galindo, afi › guerrerohabla.com

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Hace ciento cincuenta años se fusiló en el cerro de las Campanas, Querétaro, a Maximiliano de Habsburgo. El 19 de junio de l867 fue pasado por las armas junto a sus subalternos Miramón y Mejía. Murió así el segundo emperador de México. ¿Ultimo? En una charla con el oaxaqueño Fernando Ramírez de Aguilar, llegamos a una conclusión. Lo que parecía algo intrascendente, resultó ser una joya. El tema se desarrolló hasta confirmar que la historia de México es un collar de perlas. De vez en cuando es prudente tomar alguna de ellas y desengarzarla para que el sufrido pueblo las recuerde. Que no olvide su origen y su lucha bravía en tiempos difíciles. Hablamos, claro, del nacimiento de una canción. Se sabe que a fines de junio de 1866 la grave situación de Maximiliano de Habsburgo hizo crisis: Napoleón III le negaba la ayuda económica y militar que requería para usurpar el gobierno de nuestra patria. Le exigía la firma de un tratado que sustituyera al de Miramar, en el que se pactara el pago de la mitad de los ingresos de la aduanas marítimas y terrestres a cuenta de sus obligaciones para con el gobierno francés. La llamada emperatriz Carlota, princesa de Bélgica, Lorena y Hungría, archiduquesa de Austria, condesa de Habsburgo y al parecer emparentada con otra gran dama de la nobleza europea y esposa de Napoleon III, Eugenia de Montijo, con gran optimismo creía que podían superarse esos obstáculos en Europa y propuso a su marido ir a entrevistarse con Napoleon y con el Papa. Aceptado el proyecto, Carlota salió del castillo de Chapultepec en la ciudad de México el 9 de Julio de 1866 rumbo a las costas de Occidente para embarcarse a los pocos días rumbo a la nación francesa. La noticia que se extendió por todo el país mostró la gran debilidad del imperio de Maximiliano, interpretado como el gran anticipo al derrumbe del endeble imperio. Al ser fusilado el general José María Arteaga en octubre de 1865, al general Vicente Riva Palacio, autor del libro México a través de los siglos, le fue conferido el mando del Ejército Republicano del Centro. Al terminar la campaña republicana en el estado de Michoacán, Benito Juárez nombró jefe de dicho ejército al general Nicolás Régules. Molesto por lo que creía un desaire al gobierno nacional y sus pésimas relaciones con el general Nicolás Régules, Riva Palacio vagaba por el estado de Guerrero, con su malestar y susceptibilidad. Se le ordena de tomar el mando de una partida en Luvianos, poblado del hoy estado de México, cerca de los límites de Guerrero. Días después se modificaron esas instrucciones. Logra organizar una nueva brigada con la que sitia y toma la ciudad de Toluca, capital de la entidad. Con esta fuerza después participa en el sitio de Querétaro. El 3 de Julio, después de tres meses de inactividad por causa de enfermedad, se le comunicó oficialmente al general Nicolás Régules que se reincorporaba al servicio militar. Para mediados de julio, Riva Palacio se encontraba en Huetamo en espera de nuevas órdenes en compañía de varias personas, entre ellas Eduardo Ruiz. Una tarde llegó un mensajero con un pequeño pliego enrollado para que pudiera pasar inadvertido. Después de leerlo, y sin comunicarles su contenido a sus compañeros de armas, Riva Palacio se dirigió a su secretario y le indicó que iba a dictarle un texto. Con fluidez y seguridad, pronunció unos versos inspirados en la noticia que acababa de recibir: la salida de la emperatriz Carlota a Europa. Así nació Adiós mamá Carlota. Es conveniente recordar que a la par de su actuación militar, Riva Palacio editó los periódicos, El Monarca y El Pito Real en donde aparecen por primera vez los versos del himno burlesco. En realidad es una paráfrasis o sea un cambio de estructura sintáctica de la poesía Adiós Patria Mía de Ignacio Rodríguez Galván, que escribió a bordo de la embarcación que le llevó del Puerto de Veracruz a la Habana en 1842 donde murió. Seguramente el general Riva Palacio conocía de memoria los versos de Rodríguez Galván y con su fecundidad y amor patriótico, rápidamente improvisó los comentarios, según el relato de Eduardo Ruiz en la Historia de la Guerra de la Intervención en Michoacán. Tan rápida fue su divulgación, que para principios del mes de agosto ya se conocía en el estado de Chihuahua. Benito Juárez hace referencia a ella en su carta del 7 de agosto. El elegido para su publicación fue El Pito Real, periódico que publicaba en Huetamo, el propio Riva Palacio al cuidado de Gregorio Pérez Jardón. Ante la gran demanda que tuvo, el periódico se reimprimió pocos días después. Resuelto Riva Palacio a reanudar sus actividades militares, se encaminó al estado de Michoacán. Tuvo la grata sorpresa de escuchar en Zitácuaro su extraordinaria composición cantada por los chinacos o sea los guerrilleros liberales mexicanos que valientemente lucharon en varias épocas de nuestra historia. Se distinguieron en la Intervención Francesa. La hicieron una danza de la época, al ritmo de una polca lenta. En el traslado de Maximiliano a su sitio de fusilamiento, treinta mil chinacos le cantaron esa canción. Estos son los versos de la famosa canción Adiós mamá Carlota, como fuera tarareada y cantada en las muchas épocas que siguieron:
Alegre el marinero con voz pausada canta, y el ancla ya levanta con extraño rumor. La nave va en los mares botando cual pelota. Adiós mamá Carlota; adiós, mi tierno amor.
De la remota playa te mira con tristeza la estúpida nobleza del mocho y del traidor. En lo hondo de su pecho ya sienten su derrota.
Adiós mamá Carlota; adiós, mi tierno amor.

Acábanse en Palacio tertulias, juegos, bailes, agítanse los frailes, en fuerza de dolor. La chusma de las cruces, gritando se alborota. Adiós mamá Carlota; adiós, mi tierno amor.

Murmuran sordamente los tristes chambelanes, lloran los capellanes y las damas de honor. El triste Chuchu Hermosa canta con lira rota. Adiós mamá Carlota; adiós, mi tierno amor.

Y en tanto los chinacos que ya cantan victoria, guardando tu memoria sin miedo ni rencor, dicen mientras el viento tu embarcación azota.
Adiós mamá Carlota; adiós, mi tierno amor.

Estamos seguros, no casi, que si México pudiera entonar nuevamente este himno, lo aplicaría al que está a punto de irse. Y no volver jamás.
craveloygalindo@gmail.com

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