Primavera artificial. Menos trajes, más jardines

Amatl Xoxoktli

Amatl Xoxoktli
Gobierno
Marzo 30, 2022 17:49 hrs.
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Martín Josué Dircio Chautla › codice21.com.mx

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En 1962 Rachel Carson publicó Primavera silenciosa, libro considerado por muchas personas el primero sobre divulgación del impacto ambiental en el que señalaba las afectaciones de los
pesticidas al ambiente, especialmente a las aves.

60 años más tarde y con centenares de estudios, muchos comprobados, el uso de pesticidas aumenta exponencialmente y los alimentos cada vez son más industrializados.

Incluso si proceden de la misma localidad ya están modificados
genéticamente, fumigados con químicos altamente dañinos o regados con aguas negras.

Mucho se culpa del deterioro ambiental a las grandes empresas, pero es definitivo que son
grandes porque somos muchos quienes consumimos lo que nos venden; un estilo de vida fácil e instantáneo.

Por su puesto las autoridades son en parte responsables, pero no sólo los más altos puestos, sino
desde la propia localidad.

Es innegable la inutilidad que en ocasiones tienen las conmemoraciones de fechas como el Día del Agua (con botellas con agua en el presídium), del Día de los Bosques con
invitaciones impresas -e insulsas- para que llegue la mayor cantidad de personas y crear ’eventos
de impacto’.

Impacto ambiental, diría yo. Y ni hablar de la aplicación de leyes ambientales.

Por otro lado, está el papel de las escuelas y en este caso específico el Desfile de Primavera que hacen algunas. Los disfraces y todos los aditamentos que llevan niñas, niños y el profesorado (que sin duda son agradables a la vista) ¿realmente aportan algo a lo que se celebra?, ¿en sus escuelas les enseñan a reusar el agua, cuidar a los animales, regar las plantas?, ¿hay árboles o flores en sus
escuelas donde las abejas reales puedan ir a colectar piel y polinizar los campos?, ¿hay áreas verdes adecuadas en sus escuelas? Es totalmente contradictorio que posterior al desfile se llenen los basureros por las compras de refrescos, frituras, jugos de frutas con sus respectivos popotes y
comida en platos de unicel.

Allá, a donde vaya a parar todo ese desecho, no habrá primavera.

La primavera es sinónimo de renacimiento, pero quienes organizan los desfiles la han reducido a un espectáculo. Poco importa la flora y fauna real, sobre todo la local, pues no vemos tlacuaches, venados, iguanas, camaleón cornudo o coquetas de Atoyac. Vemos los típicos leones, jirafas y monos.

No sólo está fuera de contexto, sino que es totalmente artificial.

Para los tiempos que vivimos es imperativo replantear esos desfiles, que por cierto son movidos por camiones de tres toneladas, es decir, dióxido de carbono realmente innecesario.

Un dato cuantitativo es que el disfraz más sencillo cuesta doscientos cincuenta pesos (y es una
lástima si sólo se usa una vez), en cambio, una mata de lavanda, por ejemplo, cuesta, a lo sumo, cincuenta pesos.

En un grupo de 30 infantes, 30 matas de flores diversas o frutas formarían un verdadero jardín de niños y niñas. Una primavera permanente, no ocasional ni artificial.

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