AMLO: ¿estocada final al PRI?

Los dados políticos tricolores se movieron tal y como coincidieron los pronósticos: hacia el lado de los acuerdos forzados. Pero con el presidente Andrés Manuel López Obrador. De ahí que el triunfo de Alejandro Moreno Cárdenas —gobernador con licencia de Campeche—, en la dirigencia nacional de ese partido, abanicará y adquirirá dentro del priismo, las más diversas formas. Lo más inéditos caminos. Hay que senderear algunos.

TRES ES UN MISMO PLATO. – Después de su aparatosa derrota presidencial en la pasada elección del 1 de julio de 2018, los priistas se replegaron. Pero los grupos «duros» del PRI se mostraron preocupados ante las acciones de AMLO. Por eso decidieron operar con una pieza clave en el tablero de la dirigencia nacional. Los indicios son elocuentes: 1.- Beatriz Paredes Rangel ha sido desde el inicio de este siglo, la única militante tricolor que ha concluido completo su periodo al frente del CEN del PRI (4 de marzo de 2007 al 4 de marzo de 2011). Los demás, han saltado a cargos de elección popular. También, a secretarías de despacho presidenciales. O en el peor de los casos, removidos debido a la estridencia mediática de las derrotas electorales que evidenciaron su incompetencia para operar y ganar. Moreno Cárdenas «alito», es un político que va instalado en este último carril. Asumirá como dirigente nacional de ese partido el próximo domingo 18 de agosto. Pero su movilidad estará ciertamente, acotada. 2.- Antes de alzarse con el triunfo electoral el pasado domingo, la fortuna personal de «alito» fue investigada y publicada por el periódico Reforma. Una perla causa prurito: la adquisición en dos años como gobernante, de una residencia en una exclusiva playa de Campeche, cuyo valor rebasa los 46 millones de pesos. Tenía un ingreso como gobernador de apenas 5 millones de pesos anuales. Y ejerció como tal de septiembre de 2015 a junio de 2019. Es ciertamente, un referente de la corrupción a gran escala. 3.- Cuando se registró como aspirante al CEN del PRI, padeció de inmediato tres episodios internos pugnaces: la renuncia del ex rector de la UNAM, José Narro Robles a su militancia priista y a competir en esa elección; la animadversión adelantada del sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien aseguró, no votaría en la elección del pasado 11 de agosto «por ese padrón irregular del que habla la convocatoria», y la renuncia también de Beatriz Pages, quien justificó su decisión a través de un argumento desconcertante: «es inaceptable que el PRI haya decidido entregar el partido a López Obrador». 4.- El punto es que AMLO ha condenado la notoria corrupción de «alito». En campaña presidencial y durante su recorrido por Campeche no pudo ser más enfático: «Es un gran corrupto, un reverendo ladrón, se dedica a comprar votos y vive aquí en una gran mansión, y ahora sí, como decía mi paisano Chico-Che: ¿Quién pompó?» Sin embargo, y por alguna poderosa razón, el presidente ha decidido no llamarlo a cuentas. Por eso, más que una alianza con AMLO, se percibe la natural presión presidencial sobre el ganador de la pasada elección del domingo, apoyándose en las corruptelas del propio Moreno Cárdenas. El fin es obvio: empujar negociaciones políticas amodo. Por encima incluso, de las influencias mefistofélicas de los ex presidentes tricolores Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, quienes son los verdaderos titiriteros que mueven a Moreno Cárdenas. Al tenerlos juntos a los tres y servidos en el mismo plato, AMLO podría operar ahora sí, la estocada final al PRI. Al menos, a la vieja guardia.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Como para limar asperezas con la Iglesia, el gobierno estatal a través de la Fiscalía General del Estado (FGE), presentó a Mario ’N’ El Japo, como «probable partícipe directo» en el doble homicidio de los curas Germaín Muñiz e Iván Añorve, ocurrido la madrugada del 5 de febrero de 2018 en la carretera Taxco-Iguala. Los resultados de la Fiscalía aparecen selectivos, sospechosos y a cuenta gotas. Pero los delitos siguen multiplicándose.