Segunda de dos partes (Segunda Sección de dos Secciones)

De Alfed Nobel al Tractor Nicola

De Alfed Nobel al Tractor Nicola
Política
Octubre 23, 2023 23:18 hrs.
Política ›
Raúl De La Rosa › diarioalmomento.com

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Todos los datos del Nobel nos llevan a obtener más datos y no siempre gratos pero sí muy ilustrativos de la realidad que vivimos. Los Nobel se centran en 03 disciplinas científicas, dejando excluidos campos como las Matemáticas, la Informática, las Ciencias de la Tierra y del Clima, y la Oceanografía, por ejemplo. Pero incluso dentro de los campos de la Química, la Física, y la Medicina y la Fisiología, sólo 05 áreas de 114 subdisciplinas científicas diferentes acaparan más de la mitad de los Premios Nobel concedidos en 1995-2017: Física de Partículas, Física Atómica, Biología Celular, Neurociencias y Química Molecular.

Hay ciertas explicaciones como qué los comités de los Premios Nobel suelen destacar trabajos realizados décadas antes, aplicando una visión retrospectiva necesaria dada que la trascendencia de algunas investigaciones científicas puede tardar en hacerse patente, por lo que una visión a largo plazo otorga un mayor reconocimiento a determinados campos pero también es muestra de que los comités de los Nobel buscan alejarse de las prioridades científicas del momento. Un ejemplo es la Inteligencia Artificial (IA), donde 02 de los nombres de moda en éste campo son Demis Hassabis y John Jumper, inventores de AlphaFold, un programa de IA que descifra las estructuras tridimensionales de las proteínas a partir de secuencias de aminoácidos, que además ya ganaron los Premios Lasker y el Breakthrough, pero ni siquiera han sido mencionados para el Nobel. A pesar de que desde la publicación de su artículo clave hace poco más de 02 años, ha sido citado más de 8,500 veces. Es increíble la velocidad a la que se han acumulado las citas, así que obviamente se trata de un descubrimiento intelectual enorme e importante.

Y eso se debe a que son pocas las ocasiones que los comités de los Nobel han galardonado avances recientes, como el Nobel de Química 2020 quw recayó en Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, menos de 10 años después de su artículo clave del año 2012 sobre la técnica de edición genética CRISPR-Cas9.

Sin embargo, lo que más nos llama la atención son los obvios sesgos o preferencias que afectan la diversidad de género, étnica y de pensamiento político-económico.

La falta de diversidad de género es evidente entre las y los galardonados. En el año 2022 la gringa Carolyn Bertozzi, ganadora del Nobel de Química, fue la única mujer galardonada con un premio científico. Y cómo no, si existe una evidente desigualdad de género en el otorgamiento anual de los Nobel de los años 1901 a 2020, donde de 639 galardonados en las áreas científicas, solamente 23 fueron mujeres y de éstas, solo 03 lo ganaron en solitario, puesto que las otras 20 tuvieron que compartirlo con varones. Además, de que en pleno siglo XXI, no hubo ninguna mujer galardonada en los años 2021 ni en 2019, a pesar de que, según el comité del Nobel había pedido a los nominadores que consideraran la diversidad de género, geografía (nacionalidad y grupo étnica) y campo (subdisciplinas científicas).

Uno de los mejores años fue el 2020, cuando la astrofísica gringa, Andrea Ghez, compartió el Nobel de Física 2020, el mismo año que la gringa Jennifer A. Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier ganaron el de Química. Tres mujeres en 2020.

Parte de la obvia inequidad de género es que los trabajos premiados son de hace 20 o 30 años, cuando el número de mujeres en la ciencia de élite no era tan elevado como ahora, por el sesgo sistémico en las ciencias, y en consecuencia, tenían menos probabilidades de que se les reconocieran los méritos o de que se les nombrara autoras principales de artículos científicos. Se supone que a medida que pasa el tiempo, cada vez se irá seleccionando a más mujeres para los Nobel. Aún así, hay varias mujeres que han hecho contribuciones de nivel Nobel a la ciencia, contribuciones por las que sus colegas masculinos fueron premiados, pero ellas no, como Naomi Oreskes o Henrietta Oakes. Esos ejemplos demuestran que, incluso cuando había mujeres calificadas, se les ha menospreciado sistemáticamente... Y mientras siga la falta de transparencia: la lista de candidatos a los Nobel es secreta, al igual que los nominadores, y los documentos que revelan los detalles del proceso de selección permanecen sellados a la vista del público durante 50 años. Así que...

Pero, además, ¿podemos decir que algo tiene que ver la política con ésto?

Los premios Nobel proyectan un aura de estar por encima de la contienda política, centrados únicamente en el beneficio de la humanidad, donde las y los ganadores son seleccionados porque su trabajo es realmente sobresaliente, pero entonces porqué hay evidentes alineamientos con las preferencias políticas de los jueces seleccionadores del Nobel, sobretodo en los premios de la Paz y de Literatura, cuando menos desde hace 65 años.

¿Cómo, cómo, cómo...?

Si hasta un ciego lo ve. En escrutinios de alto perfil, como lo son los Nobel, hay obviedades, como en el año 2009, cuando el presidente gringo Barack Obama ganó el Nobel de la Paz a menos de un año de haber asumido el cargo. ¡Que alguien me explique!

Y es obvio pues en el Comité Noruego del Nobel de la Paz, sus 05 miembros, son designados por el Parlamento noruego, el cual refleja su equilibrio de poder, interno y externo, en dicho comité. Aunque esté prohibido que quien esté en ejercicio de gobierno o del Parlamento noruego, puedan formar parte del comité (no dice nada de quienes han sido parte). Si bien ha habido actos valientes, como cuando el disidente chino encarcelado Liu Xiaobo ganó el Nobel de la Paz en 2010, y Beijing respondió congelando las conversaciones comerciales con Noruega, y fueron necesarios años para restablecer las relaciones entre Noruega y China, también es cierto que hubo entregas con claros sesgos políticos para premiar o no premiar por la Paz en función de los intereses suecos-noruegos, europeos o de EEUU. Ejemplo, estando en prisión Mandela nunca fue reconocido, ni han sido, siquiera considerados los indígenas australianos o canadienses víctimas de genocidio, ni los gringos luchadores sociales Martin Luther King Jr., y César Chávez, y menos el austaliano Julian Assange.

Lo anterior, nos lleva a otro tema, el étnico. Donde los datos son demoledores, y por lo mismo, sólo daremos dos: del 100% de las y los galardonados del Nobel, en sus 5 categorías, más el de Economía, el 92% son étnicamente arios o anglosajones (de raza blanca pues) y el 67% de habla inglesa. Tan tan.

Por supuesto, éstos defectos y lagunas solo importan porque los Nobel son los premios internacionales que gozan de la mayor difusión y en consecuencia, los más reconocidos en relación a otros premios científicos como el XPrize, que incentivan los esfuerzos futuros para abordar un problema importante (en lugar de recompensar éxitos pasados), el español Príncipe de Asturias o el gringo Pulitzer, por ejemplo.

Y finalmente está el hecho de que en los últimos 65 años, el 55% de las y los galardonados han sido financiados por empresas, fundaciones de empresas o empresarios, e incluso gobiernos directamente beneficiadas o beneficiados con los trabajos premiados con el Nobel. Lo cual implica un claro sesgo no nada más político, sino ideológico y económico.

Aún así, la mayoría de las y los ganadores se sienten orgullosos y honrados de unirse al panteón de Albert Einstein, Niels Bohr, Ernest Rutherford, Marie Curie, la Madre Teresa de Calcuta, García Márquez, Ernest Hemmingway y Octavio Paz, aunque hay excepciones, por ejemplo, dos ganadores rechazaron sus premios Nobel: el escritor francés Jean-Paul Sartre, que rechazó el Nobel de Literatura 1964, y el político vietnamita Le Duc Tho, que rechazó el Nobel de la Paz que debía compartir con el diplomático gringo Henry Kissinger en 1973 (otro ejemplo claro de los sesgos políticos del Nobel). Y han sido varias y varios quienes no pudieron recibir sus premios porque estaban encarcelados, como el activista prodemocracia bielorruso Ales Bialiatski (con claro sesgo político), que compartió el premio de la paz del año pasado con grupos de derechos humanos en Ucrania y Rusia (con el mismo sesgo político-ideológico).

Y para concluir, es algo más que coincidente ver cómo investigaciones(as) que han recibido el Nobel, han acabado en ganancias estratosféricas de empresas, como por ejemplo, la industria automotriz, aeroespacial farmacéutica o telecomunicaciones. Un ejemplo, es el tractor Nicola (de la empresa gringa Tesla).

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