En las nubes

El siglo de la filosofía (uno y dos)

El siglo de la filosofía (uno y dos)
Periodismo
Diciembre 14, 2017 21:20 hrs.
Periodismo ›
Carlos Ravelo Galindo, afirma: › guerrerohabla.com

2,362 vistas

El siglo XVIII, acaso porque no tuvo grandes y verdaderos filósofos, fue un siglo de filosofía. Todo el mundo se creyó con derecho a filosofar, propugnó grandes panaceas para el Estado. Con ellas se podrían remediar los grandes males económicos y acabar con las injusticias sociales. Las filosofías o pseudofilosofias de ese siglo tendrían muy poco de filosófico, pero trajeron la revolución.
La filosofía de la época pretendió basarse en estadísticas, en biología, en historia y en geografía. Las doctrinas sociales de ese siglo, despreciando los principios metafísicos, creían arrancar de la realidad de los hechos.
A veces se daba como científico y probado algo que era más problemático que los razonamientos teológicos. Un político filósofo dogmatizaba que los hombres eran potencialmente idénticos y buenos. Sus variedades de pensar provenían del clima, y sus maldades de la educación. Otro economista filósofo asombraba a los lectores con cifras que saneaban la renta pública en diez años.
Su enemigo, para defender otro programa milagroso, aseguraba que el primero se había equivocado en la mitad de sus cálculos. El público leía y reía sin cesar.
El médico Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, interviene para ampliar nuestros conocimientos. Nos platicas que fue una época de folletos más bien que de grandes libros. Hasta los textos de esa época que han pasado a ser clásicos, como el contrato Social de Rousseau o las novelas de Voltaire son cortísimos. Pero en cambio la cantidad de escritos pseudofilosóficos del siglo XVIII es enorme más de 200 libros.
Asombra verlos reunidos en la salas de la bibliotecas destinadas a esta especialidad. Algunos se publicaron en el extranjero. Otros anónimos aparecieron con pie de imprenta falso para despistar a las autoridades.
Pero en lo general no hubo gran persecución del pensamiento ni se pusieron cortapisas a los editores. No se sospechaba que aquella erupción filosófica fuera la señal de una revolución política. Francia, o Paris, escuela de naciones por lo que toca a los abusos absolutistas, fue también escuela de naciones para la filosofía de la Revolución.
Luis XIV pensaba confiar la educación de su bisnieto y sucesor, Luis XV, al bastardo legitimado duque de Maine, hijo de la Montespan. Pero como la regencia del reino tenía que caer en un príncipe de sangre, tuvo que consentir en que el regente fuera el Duque de Orleans, de costumbres licenciosas y decididamente anticlericales.
Con todo permitió dos experimentos de la administración que deben consignarse por ser benéficos para el inicio de la revolución.
Los ministros fueron sustituidos por ocho consejos cada uno de diez miembros. Con este cambio el Estado cayó en mayor confusión. El segundo experimento, fue el ensayo con que permitió el Regente que el Gobierno se beneficiase de la especulación. Mientras el Estado se debatía en el déficit más espantoso algunas compañías y particulares se enriquecían como por arte de magia. Muchos negocios eran pompas de jabón. Gentes ambiciosas disfrutaban de monopolios concedidos por el Estado y se aprovechaban por primera vez de los territorios coloniales y hasta de inventos industriales.
Todo simulaba un aire de bonanza y era obligado que la nación participara de la misma, a lo cual inducia un escoces de nombre Law al regente. Quien propuso que se fundara un banco de emisión de billetes, cosa verdaderamente nueva en ese entonces y con el capital contante de los accionistas se resarciera en negocios provechosos.
En el siglo XVIII había negocios de banca y de colonización que producían ganancias fabulosas por lo que el Regente acepto la idea de un Banco Central de emisión de billetes y además la creación de una compañía para la explotación de las colonias francesas en América a la cual se le llamo Compañía de Occidente.
Para participar en estos negocios los accionistas debían comprar sus acciones al pagar una parte en dinero contante y otra en antiguos créditos contra el Estado o billetes de la Deuda con lo que muchos acreedores del Estado canjearon bonos que representaban positivos desembolsos en empréstitos o sea dinero que habían prestado particulares en el tiempo de Luis XIV por el papel del Banco General o de la Compañía de Occidente.
Esta participación del público causó la catástrofe. Los tenedores del papel de Law mejor dicho papel del Estado, especularon de una manera desaforad. Las acciones llegaron a valer diez veces más que el precio de emisión, pero se desvalorizaron rápidamente y ricos y pobres, nobles y burgueses perdieron su dinero rápidamente.
El regente murió en 1725 tras ocho malditos años de regencia.
Poco después Luis XV comenzó su reinado que parecía ser una repetición del de Luis XIV. Duro hasta 1774, casi medio siglo con varias amantes.
En 1742 se fijó en Madame de Pompadour amiga y protectora de los filósofos y del arte francés Rococó frente al Italiano. Le aconsejo durante 20 años y consiguió la expulsión de los Jesuitas, posteriormente en Madame Dubarry hasta su muerte.
Los métodos pedagógicos de los Ignacianos entonces ya eran anticuados. Solo enseñaban teología escolástica y a escribir versos en latí. Al ser expulsados de Francia tenían más de 100 casas o colegios de los cuales 38 estaban en los alrededores de Paris.
Dos años después fueron expulsados de España, de sus colonias y por fin de Nápoles.
El Papado creyó que los podía salvar de una total destrucción si se reformaban como pedían los gobiernos católicos pero su general dijo la famosa frase – sean como son o no sean – y el papa Clemente no tuvo más remedio que decretar la extinción canónica de la orden. Pero los jesuitas muy hábiles, unos sufrieron el destierro otros se refugiaron en países protestantes y en Rusia en espera de su restauración. El Interregnum como llaman ellos al periodo de su supresión que duro hasta 1814 cuando Pio VII autorizo el restablecimiento de la compañía.
Es un siglo de guerras Europeas incesantes, la de siete años de Austria salió algo positivo y fue el hecho de pensar sobre problemas de Derecho Internacional como la obra del Holandes, Grocio, titulada, -De Juri Belli et Pacis-, dotada de una erudición formidable, agregaríamos a don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar.
Mezcla en ella la opinión de filósofos griegos, jurisconsultos romanos con ejemplos de la Biblia y sentencias de los Padres de la Iglesia. Hay que recordar que los españoles, Victoria, Vázquez y Suarez se adelantaron por poco a esta obra por la misma causa.
El profundo cambio en las ideas políticas, no solo de Derecho Internacional, sino de Derecho público realizadas en la mitad del siglo XVIII se nota ya en la obra de Montesquieu sobre el Espíritu de las Leyes, que son relaciones necesarias, justificadas por la índole de cada pueblo y siempre creyó haber descubierto reglas fijas , casi matemáticas de la política.
Los pseudofilósofos franceses siempre aluden como obsesionados al gobierno constitucional Ingles, aun sin considerarlo el remedio para los males del mundo.
La filosofía de la naturaleza de Newton condujo a una filosofía de la sociedad humana y a sus derivados, las ciencia morales y políticas.
El primer filosofo que trato estas cuestiones fue Hobbes en sus numerosas obras como el hombre, el estado De Cive y sobre todo el Leviatán, aunque sus ideas podían ser disparatadas pretendía no apoyarse en la Escritura ni en la Filosofía Escolástica, sino en la Razón.
Locke en su ensayo Del Entendimiento contradijo a Hobbes. Dijo que siendo el hombre libre y virtuoso el gobierno era casi un mal.
Con lo anterior puede verse el efecto tan exótico que debían causar estas discusiones a los franceses que iban a Inglaterra sobre todo ver como esas flemáticas discusiones descabezaban a reyes, reinas y válidos o sea aquellos consejos o amigos en que confiaba el soberano.
Voltaire estuvo ahí desterrado. Anteriormente había estado encerrado en la Bastilla por escribir versos satíricos y muy imprudentes, además de haber sido apaleado por los criados del Duque de Rohan.
Regreso del destierro con un escrito llamado Las Cartas Filosóficas que era su venganza y le valió que fueran condenadas y quemadas.
Buscado para aprisionarlo nuevamente, lo protegió su amiga Madame du Chatelet y durante ese periodo escribió ensayo sobre las costumbres y los discursos sobre el hombre. Siempre fue un crítico mordaz y agudo calumniador. Fue amigo de la Madame de Pompadour quien junto con Madame de Chatelet desearon que Voltaire fuera el Newton Francés.
A la muerte de la Chatelet aceptó la invitación de Federico el Grande de Prusia para continuar su obra filosófica, pero la considero una corte de poca categoría y escapo buscando refugio en Ginebra en donde logro tener su propia mansión en Ferney.
A los 60 años, era hábil y acrecentó su fortuna con hábiles especulaciones Hasta su muerte fue agresivo, sarcástico e intencionado, superior a los posteriormente llamados Volterianos. Continuación de Voltaire se menciona siempre a Rousseau como si fueran gemelos y no es así: Rousseau peco por excesiva franqueza y por demasiada sinceridad, nació en Ginebra y sin hogar viajo por bosques y praderas hasta encontrar una viuda despreocupada a la que en el futuro llamo madre, Madame de Guarens en Chambery de quien en sus confesiones hace una descripción detallada.
Lo empujo a viajar y conoció Venecia, Turín, Montpellier y Lyon pero no conquisto la reputación que deseaba. Ganó un premio de la academia de Dijon por su ensayo sobre si la ciencia y las artes habían mejorado la vida. Su tesis fue que el hombre primitivo era más feliz e inocente lo otro solo había proporcionado satisfactores sensuales, estimulando el egoísmo y organizando la explotación social, dicho ensayo cayo en terreno propicio.
Por segunda intención quiso ganar el premio con su obra sobre la Desigualdad Humana pero esta vez no fue así. Posteriormente escribió sus famosas obras El Contrato Social y Emilio o de la Educación, además Eloísa.
Mientras Voltaire y Rousseau ponían en el yunque los principios elementales de la sociedad humana, en pinitos de antropología, sociología o ciencia política, los verdaderos científicos arrancaban nuevos secretos a la materia que hasta Newton había parecido la eterna y enemiga del hombre.
Cavendish en Inglaterra descubrió el hidrogeno describió con acertada precisión su caracteres físicos y químicos, Priestley descubrió el oxígeno y Lavoisier completo el descubrimiento explicando el fenómeno de la combustión y la parte que desempeña el oxígeno en la respiración.
Priestley descubre como las plantas regeneran el aire viciado.
Las ciencias naturales tiene un gran impulso con la simple idea de Linneo de clasificar los seres vivos valiéndose de dos nombres uno genérico y otro específico y acepta el famoso axioma o sea una proposición que no requiere demostración. – Natura non fecit saltus-. Su obra en Suiza, es continuada en Francia por Buffon quien se arriesga a dar una serie de ideas que en la actualidad llamaríamos hipótesis., añade don Fernando, con sapiencia y conocimiento.
Todos estos conceptos y muchos más fueron incluidos en el Gran Diccionario tendencioso, filosófico y radical, llamado Enciclopedia publicada a principios del siglo. Pero encargaron a Diderot y D´Alembert estos dos filósofos comprendieron rápidamente la posibilidad de difundir la nuevas ideas y este último lo llamo Diccionario Razonado que consto de 17 volúmenes y 18,000 páginas de texto.
craveloygalindo@gmail.com

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

El siglo de la filosofía (uno y dos)

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.