Mujer, qué grande es tu fe


’ Grande es tu fe ’

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Mujer, qué grande es tu fe
Religión
Agosto 06, 2019 21:20 hrs.
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Miércoles 7 De Agosto 2019

Palabra de Dios


Primera lectura
Num 13, 1-2. 25–14, 1. 26-29. 34-35
En aquellos días, el Señor le habló a Moisés en el desierto de Parán y le dijo: ’Envía algunos hombres, uno por cada tribu paterna, para que exploren la tierra de Canaán, que le voy a dar a los hijos de Israel’.

Al cabo de cuarenta días volvieron los exploradores, después de recorrer toda aquella tierra. Fueron a presentarse ante Moisés, Aarón y toda la comunidad de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades. Les mostraron los productos del país y les hicieron la siguiente relación:

’Fuimos al país a donde nos enviaste y de veras mana leche y miel, como puedes ver por estos frutos. Pero el pueblo que habita en el país es poderoso; las ciudades están fortificadas y son muy grandes y hasta hemos visto ahí gigantes, descendientes de Anac. Los amalecitas ocupan la región del sur; los hititas, amorreos y yebuseos ocupan la montaña; y los cananeos, la orilla del mar y la ribera del Jordán’.

Caleb, uno de los exploradores, calmó al pueblo, que empezaba a criticar a Moisés y les dijo: ’Vayamos y conquistemos el país, porque sin duda podremos apoderarnos de él’. Pero los demás hombres que habían ido con Caleb, dijeron: ’No podemos atacar a ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros’. Y empezaron a hablar mal del país que habían explorado, diciendo: ’El país que hemos recorrido y explorado, no produce lo suficiente ni para sus propios habitantes. Toda la gente que hemos visto ahí es muy alta. Hemos visto hasta gigantes, descendientes de Anac; junto a ellos parecíamos saltamontes, y como tales nos veían ellos’. Al oír esto, toda la comunidad se puso a gritar y se pasó llorando toda la noche.

Entonces el Señor les habló a Moisés y Aarón y les dijo: ’¿Hasta cuándo va a seguir protestando contra mí esta comunidad perversa? He oído las quejas de los hijos de Israel contra mí.

Ve y diles: ‘Por mi vida, dice el Señor, voy a hacer con ustedes lo que han pedido que suceda. Por haber hablado mal de mí, morirán en el desierto todos los que fueron registrados en el censo, de veinte años para arriba. Les juro que no entrarán en la tierra que prometí darles, con excepción de Caleb, hijo de Yefuné, y de Josué, hijo de Nun.

Así como ustedes emplearon cuarenta días en explorar el país, así cargarán con sus pecados cuarenta años por el desierto, a razón de un año por día. Así sabrán lo que significa desobedecerme. Yo, el Señor, he hablado. Esto es lo que haré con esta
comunidad perversa, amotinada contra mí. En este desierto van a consumirse y en él van a morir’ ’.
Palabra del Señor, Jesús
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 105, 6-7a. 13-14 21-22. 23
R. (4a) Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.
Hemos pecado igual que nuestros padres,
cometimos maldades e injusticias.
Allá en Egipto, nuestros padres
no entendieron, Señor, tus maravillas.
R. Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.
Se olvidaron pronto de tus obras
y no se fiaron de tus designios.
Su apetito era insaciable en el desierto
y te provocaron, Señor, en la estepa.
R. Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.
Se olvidaron del Dios que los salvó
y que hizo portentos en Egipto,
en la tierra de Cam, mil maravillas,
y las aguas del mar Rojo, sus prodigios.
R. Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.
Por eso hablaba Dios de aniquilarlos;
pero Moisés, que era su elegido,
se interpuso, a fin de que, en su cólera,
no fuera el Señor a destruirlos.
R. Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 7, 16
R. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: ’Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio’. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: ’Atiéndela, porque

viene gritando detrás de nosotros’. Él les contestó: ’Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel’.

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: ’¡Señor, ayúdame!’ El le respondió: ’No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos’. Pero ella replicó: ’Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos’. Entonces Jesús le respondió: ’Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas’. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión del Evangelio de hoy
MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE
Estamos ante un texto un poco desconcertante. Jesús se dirige a Tiro y Sidón, ciudades paganas. Veamos el diálogo:

’Ten compasión de mí, Señor…’ Silencio de Jesús y primera respuesta a la mujer cananea "no está bien tomar el pan de los hijos…"

Persistencia y humildad de ésta, "también los perritos..."

Mujer ¡qué grande es tu fe!

Jesús siempre atento para auxiliar a las gentes que acudían a Él, ¿por qué aquí no lo hace en la primera petición de ayuda?

Nos situamos en el contexto de las primeras comunidades cristianas. Hay una fuerte controversia entre los que se abren a la incorporación de los gentiles a la predicación apostólica y los que permanecen cerrados en la exclusividad del pueblo de Israel como el depositario de la Buena Noticia de Jesús.

A las primeras comunidades cristianas les preocupa que Jesús, su mensaje, se abriera al mundo pagano, y es quizá en este contexto, donde hemos de situar el evangelio de hoy.

Mateo, en su evangelio, se dirige a una comunidad concreta que, entre las cuestione difíciles de asumir, se encuentra precisamente la apertura hacia los gentiles. Todo esto hace suponer que Mateo, en el relato, quiere subrayar este aspecto y propone una catequesis para abordar esta importante cuestión.

En la frontera
Jesús abandona el territorio de Judea y se dirige a tierras paganas, en la frontera, hacia lo desconocido. Una mujer cananea, en Deuteronomio aparece Canaán como pueblo malo e insensato, confiesa su fe en Él, "Señor, Hijo de David..." le reconoce un título, mesías, que muchos judíos se negaban a reconocerlo, subrayando así la disposición de los paganos a admitir la fe. Y precisamente esta fe de la mujer pagana provoca el gran elogio de Jesús y su respuesta sanadora.

Sin duda este texto enfatiza sobre la universalidad del mensaje de Jesús, sobre la universalidad de la Iglesia, Iglesia en salida nos dirá hoy el Papa Francisco.

Pero esta Palabra es para nosotros/as hoy.

¿Qué dice a las comunidades cristianas de nuestros días? ¿qué nos dice a cada uno de nosotros seguidores de Jesús, de su mensaje?

Jesús sale hacia la frontera entre el pueblo elegido y el pagano
Se produce un encuentro inesperado, se deja sorprender
Se evidencian, por parte de la mujer, una FE muy grande en Jesús, una gran valentía de una mujer que tiene todos los condicionantes en su contra. ES MUJER, PAGANA Y SU HIJA TIENE UN DEMONIO.
Jesús se deja ’tocar’ una vez más por el sufrimiento humano, por encima de todos los condicionantes culturales, de raza o religión.
¿La Buena Nueva de Jesús se ha de comunicar también a los gentiles o paganos de nuestro tiempo?, es decir:

¿Hay alguna frontera a la que hemos de ir aproximándonos?
¿Tenemos conciencia, como muchos, de ser pueblo elegido y nos molesta, como a los apóstoles, que otros que no son de los nuestros, se acerquen a Jesús, a su Iglesia?
Que importante es que a la luz de este evangelio revisemos nuestras miradas, nuestros prejuicios, nuestras fronteras.

Y nos dejemos interpelar, nos sepamos detener ante el diferente y podamos aportar sanación o sea comprensión, misericordia… en definitiva, mostrar actitudes que ayuden, que construyan, que sanen.

Grande es tu fe
También nosotras/os, como la mujer cananea, tenemos condicionantes, necesidad de curación. Aunque no vengamos de tierra de Canaán, si sentimos la necesidad de acudir a Jesús con la misma fuerza y confianza que la mujer, Señor hay dolencias que necesitamos que Tú las cures.

Este hermoso testimonio de la mujer nos invita a revisar nuestra fe, a cuidar de ella, a pedir al Señor que la haga más fuerte, la fe es un Don de Dios, como todo don, gratuito, pero que exige por nuestra parte una actitud receptiva, insistente y confiada. Jesús dice a Santa Catalina: ’Hazte capacidad y yo me haré torrente para ti’ (de los diálogos de Jesús con Santa Catalina de Sena). Bonito trabajo, hacernos capacidad. Y qué bien poder escuchar a Jesús decir a cada uno/a de nosotros/as ’qué grande es tu fe’
Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata

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