Pésimo comerciante

El político de Macuspana ha dado clarísimas muestras, no sólo de ser pésimo en materia política, en donde, de acuerdo a lo que ha hecho observar, sólo sirve para la reyerta pública, para hacer mítines y plantones, pero también con el consiguiente atropello a los derechos de paso de la ciudadanía y en donde ha conseguido pagos bastante jugosos por abandonar algún asentamiento.

Jamás ha desmentido que en 1992 recibió nueve mil millones de pesos del gobierno de Carlos Salinas, a cambio de abandonar el plantón en el Zócalo, hecho que fue aceptado por Manuel Camacho Solís, en una comparecencia en el Senado de la República, cuando Juan José Rodríguez Prats, senador del PAN por Tabasco, lo interpeló y le pidió respondiera sólo si sí o no era cierto.

En las páginas 91 y 92 del libro ’Mesías Mexicano’, el investigador George W. Grayson, quien en 2004 entrevistó al mismo Camacho, dejó escrito que ’Además de proporcionar a los manifestantes baños portátiles, agua potable y otros servicios de primera necesidad, se dice que el regente le dio a López Obrador una generosa suma de dinero para que retirara a los manifestantes.’

Lo anterior dejó al desnudo su ’honestidad valiente’ y también al descubierto que su famosa lucha contra la corrupción es únicamente un slogan de campaña que pegó ante las clases menos informadas o más ignorantes, que suman, desde luego, millones de mexicanos que jamás leen un periódico y menos un libro que les permita enterarse de lo más cercano a la verdad.

Pero no sólo es malo para lo que llevamos apuntado (ya vimos que es bueno para exigir demasiados millones por sus plantones). También es un pésimo comerciante, que ha dado en comprar chatarra a cambio de oro.

Adquirió a Estados Unidos la refinería Deer Park en 600 millones de dólares, cuando ya se hablaba con profusión de eliminar las energías sucias y sustituirlas por las limpias.
Bueno hubiera sido haber pensado desde ese momento, en invertir en energías limpias, como un mandatario visionario que no se anticipa, sino que camina de acuerdo con la modernidad, con las exigencias de los momentos actuales, que tienden a sustituir el petróleo y otros energéticos. Lo que ha revelado no es siquiera avanzar, sino retroceder al pasado, con su obstinado proyecto de Dos Bocas, cuyo precio ya rasga el cielo y aún le falta.

Ha defendido esas inversiones como si deberás correspondieran a un acontecimiento para la historia, por sus connotaciones beneficiosas. Seguramente si otro Presidente hubiera incurrido en esas pifias, hubiera sido el primero en recriminarlo y hoy en día, ocuparían sus mañaneras para denostarlo sin freno.
En los últimos días se ha hablado con profusión de la más reciente compra de 13 plantas generadoras de energía, a su odiada Iberdrola, empresa harta hasta la saciedad, de los ataques constantes de que ha sido objeto por su comprador, cuyos dicterios acabaron por orillarla a vender casi a cualquier precio, a cambio de deshacerse de los insultos.

Curiosamente, vendió demasiado caro.

A tal extremo fue el cambio, que el último reconoció haber tenido discrepancia con los dueños de la empresa, ’pero el diálogo lo puede todo’, dijo. Lo que revela una mentira gigantesca hasta en las reacciones de su carácter. Por su parte, los dueños de la generadora de energía se han sentido tan a gusto últimamente, que olvidaron los denuestos de que fueron objeto y hasta ofrecieron quedarse definitivamente en México, a ver qué otro negocio realizan.

Respecto a todas las bondades adquiridas con Iberdrola, más de un experto ha expuesto que todo es como de costumbre: una soberana mentira. La compra no la hizo el gobierno, sino un fideicomiso privado con participación mayoritaria del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin)

El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) opina que la compra es una mala señal. Su adquisición conlleva gastos difíciles de solventar, ya que enfrentamos carencia de recursos para mantenimiento e infraestructura.
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