Catón

Una historia cierta (II)

Una historia cierta (II)
Periodismo
Julio 23, 2019 19:36 hrs.
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Armando Fuentes Aguirre › guerrerohabla.com

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Mi amigo estaba preocupado. Su hija había anunciado su propósito de pasar el fin de semana con un seductor. Esa tarde una vecina de mi amigo, señora ya mayor, le dijo que iba a ir a Yugoslavia en peregrinación devota. En ese país, le informó, se venera a una Virgen milagrosa que obra grandes prodigios. Mi amigo me dijo el nombre de esa Virgen, pero en el mar de mi memoria naufragó ese nombre. La tal vecina le dijo a mi amigo que bastaba escribirle una carta a esa Virgen haciéndole una petición, y la petición se le concedería. ’Pida usted lo que quiera -le indicó-. Yo dejaré su carta a los pies de la Virgen. Tenga usted la seguridad de que la Señora le hará el milagro que le pida’.

Mi amigo escribió la carta:



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’Virgen Santísima: toma bajo tu amparo a mi hija y concédeme la salvación de su alma’.

Escribió esas palabras porque mi amigo es católico de los de antes, y pensaba que por causa de aquel viaje con el seductor su hija se iba a condenar por toda la eternidad.

Pasó una semana, el tiempo que la mujer le dijo que tardaría en llegar al santuario de la Virgen. Esa noche mi amigo dormía cuando sonó el teléfono.

-Ha habido un accidente -le informó una voz anónima-. Preséntese en el hospital.

Cuando llegó ahí su hija ya estaba muerta. Un choque en la carretera, cuando iba en el automóvil de su galán.

Ésta es la historia. El relato podría aparecer lo mismo en ’Alarma’ que en ’Vida del Alma’; igual en ’TVnovelas’ que en ’El mensajero del Corazón de Jesús’.

-Desde entonces -me cuenta mi nuevo amigo, tan viejo él- todas las noches me despierto a las 3 de la mañana, la hora en que recibí aquella llamada. Los primeros años no podía conciliar el sueño después de esa hora. Me la pasaba hasta el amanecer leyendo o viendo la tele. Ahora rezo y me vuelvo a dormir.

-Y ¿por qué rezas? -le pregunto. Esa curiosidad podrá parecer de mala educación. Pero tanto él como yo hemos bebido algunas copas, y eso me da confianza para hacerle la pregunta.

Me mira, sorprendido.

-¿Cómo que por qué rezo? ¡Para darle las gracias a la Virgen por el milagro que me hizo!

Lo dicho: quien esto lea debería traer también traer un par de copas entre pecho y espalda. De otro modo pensará que lo que he escrito es inventado, o cursi.

Cursi posiblemente.

Pero inventado no.

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