He puesto mi espíritu sobre Él

’ María le ungió a Jesús los pies ’

’ María le ungió a Jesús los pies ’
Religión
Abril 10, 2022 22:39 hrs.
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La Palabra de Dios

Lunes 11 abril 2022

Primera Lectura
Is 42, 1-7
Esto dice el Señor: ’Miren a mi siervo, a quien sostengo,
a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi espíritu,
para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles;
no romperá la caña resquebrajada,
ni apagará la mecha que aún humea.
Promoverá con firmeza la justicia,
no titubeará ni se doblegará
hasta haber establecido el derecho sobre la tierra
y hasta que las islas escuchen su enseñanza’.

Esto dice el Señor Dios,
el que creó el cielo y lo extendió,
el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota;
el que dio el aliento a la gente que habita la tierra
y la respiración a cuanto se mueve en ella:
’Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación,
te llamé, te tomé de la mano, te he formado
y te he constituido alianza de un pueblo,
luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión
y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas’.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor


Salmo Responsorial
Salmo 26, 1. 2. 3. 13-14
R. (1a) El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar?
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Cuando me asaltan los malvados
para devorarme,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Aunque se lance contra mí un ejército,
no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí,
tendré plena confianza en el Señor.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.


Aclamación antes del Evangelio
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro,
sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio
Jn 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.

Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: ’¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?’ Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.

Entonces dijo Jesús: ’Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán’.

Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy
He puesto mi espíritu sobre él
Es la impronta de Dios: muestra su compasión y su amor sobre lo débil, permite seguir gozando de su favor a todo aquello perecedero que muestra su debilidad. La imagen que Isaías nos da del siervo de Yahvé la vamos a ver claramente en Jesús de Nazaret. Jesús pasará por esta vida, viviéndola como un simple hombre, ayudando a quien lo necesita. Se lo vamos a escuchar al mismo Jesús cuando se presentan los discípulos de Juan para preguntarle quién es él. La respuesta no contesta directamente la pregunta, sino que remite a su vida y obras. Los cojos andan, los ciegos ven, los muertos resucitan… Somos nosotros la caña cascada, el pábilo vacilante, el ciego que necesita ver y para eso tenemos al Siervo de Yahvé que pasa a nuestro lado ayudando en lo que es necesario.

No es un predicador vociferante en plazas, teatros, pantallas de TV. No. Es el predicador sencillo que te habla en el silencio, que susurra al oído, que difunde el mensaje sin alharacas, alejado de una solemnidad impostada, tonante y amenazadora. La palabra de Jesús, el Siervo de Yahvé, es suave, está bañada en el amor y en ningún momento produce miedo. Y, ¡cuidado!, si te atemoriza y espanta, no es Dios quien te habla, sino el maligno.

Temamos a los profetas que dicen venir en nombre del Señor aterrorizando a los fieles que escuchamos asustados tremendas diatribas ácidas y violentas. Muy alejadas del espíritu que se desprende del Siervo de Yahvé, de Jesús, el Cristo que nos habla con la Palabra definitiva de Dios, del ABBA, del papaiño que te tiende la mano.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro
Las horas de Jesús están contadas. Las autoridades civiles, militares y, sobre todo, religiosas, han decidido que tiene que morir y solo falta encontrar una ocasión propicia para eliminarle. Han tenido oportunidades para detenerlo, pero siempre les ha frenado el miedo a la reacción de las gentes. Jesús tiene seguidores y simpatizantes que podrían aguar las fiestas del templo y eso sería un problema. Hay que proceder con nocturnidad y alevosía y buscan el momento propicio.

A esto se añade que Jesús ha resucitado a su amigo Lázaro y ver a este muerto caminando, hablando, comiendo, en definitiva: viviendo, es un fuerte golpe en su contra. Es, pues, necesario acabar también con él. Tal vez sea Lázaro ese mal colateral, necesario a los ojos de los estrategas, para lograr un golpe publicitario que ponga la situación a su favor.

En esta era cibernética esto sería fácil de solucionar con unas cuantas ’fake news’ bien dirigidas en las redes para inclinar la opinión pública a favor del enemigo y lograr que el pueblo, puede que debamos llamarlo ’populacho’, a poco que lo animemos, grite ’¡Crucifícalo, crucifícalo!, tal vez sin convicción, pero sí con un aparente entusiasmo capaz de convencer a un cobarde Pilatos, a quien la vida de un judío le trae sin cuidado, con tal de conservar la paz en su finca.

Y nos falta recordar a María que unge los pies del Maestro con un magnífico perfume, caro, intenso que Jesús interpreta como la unción que se aplica a su cadáver antes de depositarle en el sepulcro. María se ha anticipado a los hechos que se van a producir en breve. Pero, siempre surge un pero…, algunos de los presentes, Judas entre ellos, critican la acción y se escudan en una aparente caridad que no tienen, posiblemente, ninguna intención de ejecutar.

Y ¿cómo estamos hoy?, ¿comemos con Jesús o nos escudamos en unas oraciones con las que traspasamos a Dios los problemas (-escúchanos Padre-) mientras seguimos viviendo tranquilos y contentos con nuestras mediocridades. ¿No será ahora mismo el momento de cambiar nuestro ser y actuar y acercarnos a Dios?
D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

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