Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación

’ ¿Qué será este niño? ’


’ ¿Qué será este niño? ’
Religión
Diciembre 23, 2021 00:52 hrs.
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La Palabra de Dios

Jueves 23 diciembre 2021

Primera Lectura
Ml 3, 1-4. 23-24
Esto dice el Señor: ’He aquí que yo envío a mi mensajero. Él preparará el camino delante de mí. De improviso entrará en el santuario el Señor, a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien ustedes desean. Miren: Ya va entrando, dice el Señor de los ejércitos.

¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será como fuego de fundición, como la lejía de los lavanderos. Se sentará como un fundidor que refina la plata; como a la plata y al oro, refinará a los hijos de Leví y así podrán ellos ofrecer, como es debido, las ofrendas al Señor. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.

He aquí que yo les enviaré al profeta Elías,
antes de que llegue el día del Señor,
día grande y terrible.
Él reconciliará a los padres con los hijos
y a los hijos con los padres,
para que no tenga yo que venir a destruir la tierra’’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14
R.(Lc 21, 28) Descúbrenos, Señor, al Salvador.
Descúbrenos, Señor, tus caminos,
guíanos con la verdad de tu doctrina.
Tú eres nuestro Dios y salvador
y tenemos en ti nuestra esperanza.
R. Descúbrenos, Señor, al Salvador.
Porque el Señor es recto y bondadoso,
indica a los pecadores el sendero,
guía por la senda recta a los humildes
y descubre a los pobres sus caminos.
R. Descúbrenos, Señor, al Salvador.
Con quien guarda su alianza y sus mandatos
el Señor es leal y bondadoso.
El Señor se descubre a quien lo teme
y le enseña el sentido de su alianza.
R. Descúbrenos, Señor, al Salvador.

Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia,
ven a salvar al hombre, que modelaste del barro.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 1, 57-66
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: ’No. Su nombre será Juan’. Ellos le decían: ’Pero si ninguno de tus parientes se llama así’.

Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: ’Juan es su nombre’. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.

Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: ’¿Qué va a ser de este niño?’ Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy
Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
La liturgia respira en sus diversas partes la inminencia de la Navidad. ’Mirad, levantad la cabeza se acerca vuestra redención’ proclamamos en el salmo 24. Esa inminencia sobrecoge. Es verse ante algo inaudito: ¿quién podrá resistir su venida? Es una actitud muy ’religiosa’, la que se tiene ante lo que nos desborda y a la vez se introduce en nuestras vidas. El profeta acentúa que quien viene refinará nuestro ser. Es decir: nos purificará. Refinados, purificados podemos ofrecer nuestra ofrenda a quien se acerca. La purificación es ante todo una conversión. Una conversión que ha de llevar a formar cordial comunidad: la que debe existir entre padres e hijos mutuamente. Es el modo de que la tierra, la humanidad subsista. Si no existe esa comunión entre padres hijos, más aún, entre los que la pisan, la tierra no tiene sentido, habría que destruirla.

Ante la Navidad es imprescindible cargar de afecto nuestra vida. El afecto mutuo, la comunión es lo que dará sentido a la Navidad, lo que nos la hará feliz. Es además la lógica respuesta a quien se introduce en nuestra historia, singular y colectiva, por amor.

¿Es esa la preocupación que tenemos para esta Navidad: estrechar lazos de comunión en la familia, en la sociedad? El texto de Malaquías nos dice que es condición imprescindible para ser dignos de celebrarla. Esa comunión afectiva es lo que nos refina, nos purifica. Es la conversión que necesitamos.

¿Qué será este niño?
Juan Bautista ha sido uno de los personajes que nos viene ofreciendo la liturgia a lo largo del Adviento como preparación para la celebración de la Navidad. Al fin y al cabo san Juan Bautista es para los cristianos el ’precursor’. Así se presenta él.

Hoy el texto evangélico nos ofrece el nacimiento a Juan. Y la gran alegría de Isabel por, al fin, tener un hijo. El nombre que identifique al niño en la cultura semítica tiene más relieve que en la nuestra. Hay que discernirlo bien. Cuando Isabel dice que se llamará Juan, surge la sorpresa. Parece que no les dice nada a quienes les acompañan en la circuncisión. ¿Qué otro familiar o personaje así se ha llamado? ¿Qué quiere indicar sobre el desarrollo de la vida del recién nacido? Quedan más que sorprendidos o extrañados; en otras traducciones ’sobrecogidos’. Un tanto asustados. El susto se amplía cuando Zacarías, el mudo, comienza a hablar. Y habla para bendecir a Dios, proclama el himno que llamamos Benedictus. Se respira en la escena algo que indica que lo acontecido es más que la felicidad por el nacimiento del hijo tan deseado por Isabel, que creía ya imposible. Aquí se siente la mano de Dios: ’La mano de Dios estaba con él’. Y se preguntan: ’¿Qué va a ser de este niño?’.

Hemos de ser capaces de sentir, de sentirnos afectados por algo más de lo que nos ofrecen nuestros sentidos o la costumbre, lo de siempre: hemos de ser capaces de sentir la novedad de los acontecimientos, dejarnos sorprender por ellos, captar la dimensión que los trasciende: en fin, ver en ellos la ’mano de Dios’. Aunque lo que nos sugiera no sea lo seguro, sino lo misterioso, impredecible… Y preguntarnos ¿qué sentido tendrá esto que sucede, que me acontece? Es pregunta que nos engrandece, pues evita reducirnos a lo obvio, lo previsible y superficial. Es necesario hacerse preguntas, aunque queden sin respuesta de momento. Porque humano es formularse preguntas, ahondar en los acontecimientos, en la vida de las personas, aunque nos encontremos con el misterio, lo que nos rebasa. Como la Navidad. ¡Cuánto hay que ahondar en el acontecimiento del nacimiento de Jesús, para no quedarnos es lo trivial, superficial!

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Ov

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