Concatenaciones
Fernando Irala Burgos
La conmemoración de los sismos de 1985 y de 2017, el 19 de septiembre, fue ocasión propicia para las ceremonias oficiales y las reminiscencias trágicas.
Entre banderas a media asta, música marcial y testimonios alusivos, las autoridades federales y locales posaron muy circunspectas y ensalzaron el comportamiento de la sociedad civil, de rescatistas y cuerpos de protección civil en su momento.
Caso singular fue el de la jefa de Gobierno de la capital de la República, quien encabezó las tareas del simulacro y se permitió, con sonrisa amplia y rostro de autocomplacencia, firmar un ’Acuerdo General para la Reconstrucción de Vivienda’, para atender los pendientes del terremoto del que se cumplieron ya ocho años.
Desde esa fecha funesta, han despachado en el Palacio del Ayuntamiento de la ciudad de México cinco jefes de gobierno, incluida quien actualmente preside la nación.
Así que han pasado demasiados años, y muchos regímenes, mientras miles de familias damnificadas siguen sin poder tener un hogar en sustitución del que perdieron en 2017. En cambio se recuerda que el movimiento político que hoy gobierna el país, y que en el momento del terremoto todavía era oposición, abrió una cuenta bancaria para solicitar donativos que serían aplicados en auxilio de los damnificados, sin que hasta la fecha se sepa adónde fueron a parar esos fondos.
Anunciar un acuerdo como el suscrito la semana pasada en el primer aniversario del sismo hubiera sido una medida tal vez pertinente, aunque difícil de cumplir por los cambios de equipos administrativos de ese periodo. En los años inmediatos siguientes habría sido visto ya como una respuesta tardía. Hacerlo en 2025, ocho años después, suena a burla para las víctimas de la tragedia telúrica.
No son ya tiempos de firmar convenios ni prometer acciones. Es inexplicable la demora y negligencia con la que se ha actuado, e inadmisible que ante la inacción se distraiga la atención con carpetitas y rúbricas exhibidas a la manera de las órdenes ejecutivas con las que nos obsequia Donald Trump todos los días.
Las organizaciones de damnificados estiman que a estas alturas tres de cada diez familias afectadas aún no obtiene la restitución de su vivienda, y muchas de las obras que han sido entregadas se construyeron con mala calidad y fallas que demeritan su habitabilidad.
En materia de reconstrucción, como en los rubros de salud, de educación, de seguridad y de otros muchos, por un lado discurre la versión oficial de grandes avances y metas cumplidas o en proceso, y por el otro la realidad que día con día sufren las familias que sobrevivieron a los sismos, y está por verse si por el simple transcurrir del tiempo, sobreviven a la tardanza de los gobiernos que no cumplen con las leyes que los obligan, aunque aprovechan las efemérides para tomarse las imágenes oficiales y difundir sus boletines de loas y aplausos.