Catón
Catón
apacito! ¡Negro santo! ¡Cochototas!’. Esas palabras provenientes de la alcoba escuchó el doctor Duerf, analista, cuando llegó a su casa en hora desusada. Abrió la puerta de la recámara y ¿qué vio? A su esposa, en erótico trance pasional con el vecino del 14. Preguntó lleno de iracundia: ’¿Qué significa esto?’. Replicó la mujer: ’A ti te corresponde explicarlo. Tú eres el psiquiatra’. (No tomó en cuenta la señora que el doctor Duerf no llevaba consigo su diván)
El charro Charrete salió a cabalgar con la linda señorita Dulciflor, a quien daba clases de equitación. De pronto el caballo que montaba la muchacha dejó salir un sonoroso cuesco, ventosidad o flato tan fuerte que abrió un profundo bache en el camino. Dulciflor dijo, confusa: ’¡Perdón!’. ’¡Mire! –se soprendió el charro Charrete-. ¡Yo creí que había sido el caballo!’... Decía un dicho antiguo: ’Viejo que con moza yace, requiescat in pace’. Y otro: ’Casamiento a edad madura, cornamenta o sepultura’. A las mujeres jóvenes se les advertía: ’No te cases con viejo por la moneda. / La moneda se gasta y el viejo queda’. Desatendió esa admonición Avidia, joven y ambiciosa fémina, y le aventó los calzones a don Añilio. Así se dice cuando una mujer se le insinúa abiertamente a un hombre. Dicho señor llevaba sobre sí muchos calendarios, pues se acercaba a los 80. ’Agradezco tu interés en mi persona, linda –le dijo a la resbalosa-, pero no puedo tener trato de carnalidad contigo’. ’¿Por qué?’ –quiso saber Avidia. Contestó el provecto señor: ’Me lo impide la constitución’. Preguntó ella: ’¿La Constitución General de la República?’. ’No –precisó don Añilio-. La constitución física. Ya no me responde’
La verdad es que en México siempre ha habido anarcos. Claro, antes no se les llamaba conservadores: se les decía léperos, barbajanes o hijos de la chingada. Eran sujetos de la más baja estofa, viciosos y haraganes, que en determinadas fechas se entregaban al desorden y a causar daños en propiedad ajena sin que los reprimiera nadie. El 15 de septiembre de cada año, por ejemplo, las tiendas de españoles cerraban sus puertas y protegían sus escaparates, pues al grito de ’¡Viva México y mueran los gachupines!’ una turba de ebrios y mariguanos causaba destrozos en esos establecimientos para cobrar venganza –así decían- por lo que Hernán Cortés le hizo a Cuauhtémoc. En nuestro tiempo la herida del 68 convoca la memoria de los mártires del 2 de octubre, pero esa recordación sirve de pretexto a grupos violentos para cometer toda suerte de desmanes. No es prudente ni legítima la invitación hecha a los ciudadanos de formar ’cordones para la paz’ que aíslen a los vándalos y eviten o frenen sus desmanes. Eso puede dar lugar a enfrentamientos. A los civiles no se les debe encomendar una tarea que corresponde a la autoridad, obligada a emplear su fuerza legítima para impedir la comisión de actos delincuenciales. El problema es que existe una especie de ’síndrome del 2 de octubre’ por el cual algunos funcionarios llaman represión a lo que es aplicación de la ley. Eso da lugar a que los hombres –y las mujeres- de esas bandas incurran en toda suerte de desmanes y tropelías en la seguridad de que no se les castigará. Ya se ve que quienes juraron solemnemente cumplir y hacer cumplir las leyes no están haciendo ni una cosa ni la otra... Lisa y Sally eran hermanas gemelas. Lisa contrajo matrimonio, y Sally la ayudó a preparar su maleta para el viaje nupcial. Le dijo Lisa: ’No sé por qué me están temblando las piernas’. ’Es natural –apuntó Sally-. Recuerda cómo temblamos tú y yo cuando nos iban a separar’
FIN.
Catón
De política y cosas peore