Arce Isaac Noticias
Luis Manuel Arce Isaac
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, con su atino de siempre, alertó en su conferencia de prensa matutina del lunes 15 de diciembre, que el triunfo electoral del candidato conservador José Antonio Kast, marca el regreso del odioso y criminal régimen de augusto Pinochet a Chile y ese brutal retroceso ’es una oportunidad de reflexión para todos aquellos movimientos progresistas latinoamericanos’.
No es una advertencia cualquiera, es más bien un llamado urgente a que las atrocidades que cometió aquel general y que luego repitieron los gobiernos elegidos supuestamente de forma democrática para continuar el legado del oficial asesino, sean tomadas por los grupos y organizaciones progresistas de américa Latina y el Caribe dentro del contexto de los gravísimos peligros que encierra para la región la reactivación de la Doctrina Monroe que propugna e impulsa el presidente Donald Trump contra viento y marea y violando impunemente el Derecho Internacional.
No hay que tener facultades de Pitonisa para saber que hay un cambio de estrategia desde hace bastante tiempo que ha sustituido la vieja y fracasada época de los golpes militares por los golpes parlamentarios, electorales y judiciales, las tres variantes que aplica la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, no solamente en América Latina y el Caribe -su área de operaciones más directa- sino también en otros continentes.
Lamentablemente, después de grandes fracasos en una época de oro del progresismo en América Latina con Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Carrea, Néstor Kirchner y otros, comenzó a tejerse una contraofensiva estadounidense que fue perfeccionando en el camino esos denominados ’golpes blandos’ los cuales no hubieran sido posible si no hubiesen estado acompañados de una fuerte política agresiva económica y social, chantajes y compra de voluntades que requirieron grandes inversiones por parte de Washington.
El objetivo principal fue destruir -como en tiempos de la política trilateral de Zbigniew Brzezinski y la erosión desde dentro que minó mortalmente al campo socialista europeo- el progresismo latinoamericano, trabajando selectivamente con ataques quirúrgicos a la unidad nacional y a partir de ella, la regional, y lamentablemente tuvieron éxito.
Todo acompañado con una agresividad descomunal contra sus líderes, al punto de que, en un momento determinado, entre 2009 y 2012, padecieron de cáncer coincidentemente cinco mandatarios, Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Dilma Rousseff antes de asumir la presidencia, en 2009, y Cristina Fernández de Kirchner, mientras los atentados mortales a Fidel Castro se recrudecieron.
En aquella época, Chávez denunció que se trataba de enfermedades letales inducidas, y que algún día se sabría lo ocurrido. Lamentablemente, fue el único que no sobrevivió porque él era el principal objetivo.
Aquí no se trata ahora de buscar culpables ni criticar o censurar al pueblo de Chile que tanto sufrió no solamente con Pinochet sino también con los que llegaron detrás de él y por eso llama tanto la atención que una persona que vitorea públicamente a Augusto Pinochet y lo considera un héroe sin interesarle sus manos y su alma ensangrentadas, sino de que ellos mismos, los chilenos, se den cuenta de que son víctimas de una estrategia repugnante y vil de Donald Trump para apoderarse de toda América Latina y el Caribe.
Así ha sucedido en estos momentos con Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Honduras y ahora Chile, mientras intenta mediatizar al gobierno popular de Lula, y liquidar los de México, Venezuela, Colombia, Nicaragua y Cuba con diversas modalidades que no excluyen, en ninguno de los casos, la vía armada. Los que aún sobreviven no pueden dejarse tentar de la campaña contra sus gobiernos revolucionarios a cuyos dirigentes denigran, sino apartar todo el légamo que echan sobre ellos para cubrir sus méritos y su valentía de no ceder.
También lo intentan con México, tanto en la época de Andrés Manuel López Obrador como en la de la actual mandataria Claudia Sheinbaum a la cual amenazan día tras días de realizar operaciones militares supuestamente contra el narcotráfico en territorio mexicano, pero aquí no han tenido éxito y la presionan cada vez más como si la tuvieran atada a un potro o torno ecúleo de tortura.
La Cuarta Transformación se ha convertido en un valladar de la independencia y la soberanía de México, y un estímulo y una esperanza para sus vecinos del sur, tras las acciones de López Obrador y su continuidad por Sheinbaum. El partido Morena logró eliminar de raíz a dos de los mayores peligros que enfrenta la 4T: el Poder Judicial y el Poder Legislativo, que pudieron frenar en algo -por suerte no mucho- el avance de la transformación bajo López Obrador. Pero su sucesora ha podido potenciar y acelerar su avance, en particular con la reforma de todo el aparato judicial desde sus cimientos hasta la azotea, y busca nuevos senderos para que ambas cámaras del Congreso llenen sus curules con legisladores escogidos por el pueblo y no designados a dedo a sus espaldas.
Evidentemente, el vuelco del dramatismo de América Latina y el Caribe con el retorno de Trump tiene dimensiones enloquecedoras cuyo desatino no expresan poder del imperio, sino desesperación por su evidente impotencia para detener lo que se viene.
Él mismo está cavando la tumba del imperio, porque desde todo punto de vista -no ya el de las emociones y las percepciones- sino las del propio desarrollo y evolución de la conciencia acelerada con la cuarta revolución industrial y un control más efectivo y real de la inteligencia artificial para encauzarla hacia el bienestar social y no particular, los esquemas del desarrollo capitalista están mermados y sin posibilidad alguna de reactivarse.
Lo único que les queda es la violencia como arma, la amenaza y el miedo.
Para ello, Trump destruyó con feracidad e ignorancia los factores de equilibrio que podrían haber servido de base para una competencia pacífica en las relaciones internacionales en favor del bienestar y la buena vecindad, e hizo papel mojado del Derecho Internacional como árbitro para impedir desbordes como los suyos.
Su retorcido cerebro escogió el peor camino, el del infierno y el de someter a grandes sufrimientos innecesarios a las masas del continente, pero solo será hasta el momento -ojalá que más temprano que tarde- que la rebelión de las víctimas lo cambie todo, porque el renacimiento de la Doctrina Monroe se convertirá en un imposible histórico, y demostrará que el Destino manifiesto es un invento de los ambiciosos y egoístas y no tiene existencia propia.
Gustavo Petro lo acaba de decir al definir el apocalipsis que se fabrica desde la Casa Blanca, y no desde el infierno como rezan las escrituras.
Con Chile, hay vientos de muerte.
Los pueblos no son los culpables, sino los mercaderes que los engañan, pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, como reza el dicho.
El trumpismo caerá, surgió del polvo y en polvo se convertirá, al igual que el neofascismo que ahora amenaza a esta región hermosa la cual debería ser un paraíso de la humanidad y no un cementerio abandonado como un panorama kafkiano.