Opinión

Ante el desacato, la virulencia

Ante el desacato, la virulencia
Periodismo
Septiembre 11, 2020 20:36 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

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’Llegó por fin el caso de los rebeldes de estas provincias quitándose de una vez la máscara con que pretendían disfrazar el verdadero objeto de su conducta atroz y alucinar a los incautos, se han mostrado a la faz del mundo como unos traidores descarados, negando resueltamente la obediencia...’ Pareciera que este párrafo fue escrito hoy por la mañana y la tinta aun no acaba de secar. Sin embargo, no es de factura reciente. Fue publicado hace 205 años y Félix María Calleja del Rey fue quien lo firmó, mientras reclamaba la carencia de acato ’... al rey nuestro señor, declarando. la independencia de la Nueva España y atacando con escándalo las prácticas y derechos de la Iglesia.’ Eran los tiempos en que, a unos rebeldes, encabezados por el generalísimo José María Morelos y Pavón se les ocurrió elaborar una Constitución. Lo mencionado líneas arriba eran apenas los esbozos de la ira de Calleja contra aquellos rijosos, ante esto, permítanos revisar el contenido del documento,
Era el jueves 25 de mayo de 1815, cuando en la Gaceta del Gobierno de México, se reproducía el bando real que, un día antes, el mencionado Calleja publicara. El tal Félix estaba encabritado con aquellos insurrectos con lo que leía ’en varios papeles impresos por el llamado congreso mexicano, y otros cabecillas en Apatzingán y Taretan...’ Al respecto, mencionaba que ’son estos documentos una ridícula constitución que aparece firmada por once rebeldes que se nombran diputados, en Apatzingán a 22 de octubre del año último, una proclama con la que la dieron a luz en 23 del mismo mes y año: un decreto para la publicación y juramento de aquella en 25 ídem: dos proclamas del apóstata [José María] Coss; otra de la junta insurreccional, y un calendario para el presente año.’ Antes de continuar, cabe precisar quienes fueron aquellos inconformes que suscribieron la llamada Constitución de Apatzingán. Ellos eran, José María Liceaga, (Guanajuato), quien fungió como presidente; Dr. José Sixto Verduzco Macías, (Michoacán); José María Morelos y Pavón, (Nuevo Reino de León); Lic. José Manuel de Herrera, (Técpan [hoy estado de Guerrero]); Dr. José María de Cos y Pérez, (Zacatecas); Lic. José Sotero de Castañeda, ( Durango); Lic. Cornelio Ortiz de Zárate Ladrón de Guevara, (Tlaxcala(; Lic. Manuel de Alderete y Soria, (Querétaro); Antonio José Moctezuma (Coahuila); Lic. José María Ponce de León (Sonora); Dr. Francisco Argándar, (San Luis Potosí); Remigio de Yarza (secretario); y Pedro José Bermeo (secretario). Asimismo, cabe mencionar que, por causas distintas, los licenciados Ignacio López Rayón, Manuel Sabino Crespo, Andrés Quintana Roo, Carlos María de Bustamante y don Antonio de Sesma, no pudieron estar presentes y firmar el documento, aun cuando contribuyeron a su elaboración. Como es fácil observar, a Calleja le ocultaron información, pues los involucrados en el documento eran 18 y no 11. Pero volvamos a la proclama del realista investido de virrey.
Como si en la entonces Nueva España se viera en una versión terrenal del paraíso, Calleja alegaba que ’los rebeldes destruyendo enteramente nuestro justo y racional gobierno, y estableciendo solemnemente la independencia de estos dominios y su separación de la madre patria, se han fijado una especie de sistema republicano bárbaramente. confuso y despótico en substancia...’ Es fácil apreciar la urticaria que le causaba al realista la posibilidad de que se estableciera un sistema republicano en donde el centralismo acabaría por convertirse en una referencia del pasado. Asimismo, como era de esperarse, le molestaba que esos’ hombres se [haya] arrogado el derecho de mandar en estos países, haciendo una ridícula algarabía y un compuesto de retazos de la constitución anglo americana y de la que formaron las llamadas cortes extraordinarias de España.’ Ni quien pueda alegar que Félix María era leal al grupo que servía y cuyo poder emanaba del sojuzgamiento. Y eso de fincar el yugo era lo que, al final de cuentas, le preocupaba fuera a perderse, prueba de ello es el párrafo siguiente del bando real.
’Desconociendo la autoridad de los obispos se han abocado con escandalo el derecho de nombrar curas y jueces eclesiásticos, apropiando. esta facultad a los legos, y dando por tierra con la inmunidad de la Iglesia; han dejado sujetos al conocimiento de jueces seculares las cusas civiles y criminales. de los eclesiásticos, sin excepción de casos ni circunstancias; han borrado del calendario todos los santos cuyos días no son festivos, y aun respecto de estos no hacen distinción entre los del precepto absoluto y los de indulto para el trabajo, imitando de este modo el calendario de los luteranos, destruyendo en la mayor parte el culto de los santos y tirando á hacer olvidar la memoria y la devoción de los fieles: han destruido las jerarquías, y cerrado las puertas al mérito, estableciendo que no se tenga en consideración ningún servicio respecto de los hijos ó parientes del que lo contrajo; han abierto por el artículo 17 de su fárrago constitucional la entrada a todos los extranjeros de cualquier secta o religión que sean sin otra condición que la de que respeten simplemente la religión católica, contra lo dispuesto por nuestras sabias leyes, y sin otro fin que acelerar la ruina de nuestra santa religión con el contacto y roce de sus enemigos; han señalado el día 16 de septiembre como el primero en que dieron el grito de independencia, probando de este mod» que nunca hicieron la guerra sino contra el altar y el trono; y finalmente han promulgado que ella debe hacérsele á nuestro augusto y piadoso soberano con bandera negra.’ De lo anterior se deduce el pavor que sentían por enfrentar la competencia en el mercado espiritual. Si tan convencidos estaban de que la población les era fiel en materia religiosa, ¿Por qué ese temor de que tuvieran acceso a conocer otras? La respuesta es simple, la habían impuesto y hasta la saciedad lucraron con el nombre del Gran Arquitecto convirtiéndolo, a los ojos de la población, en el verdugo ejecutor de quienes no se sometieran a los dictados de la curia. Pero si de abyecciones se trataba, en el párrafo siguiente, Calleja nos demuestra que la suya rayaba a nivel del subsuelo.
Antes de abordar el escrito debemos de recordar que para 1815, en España ya había regresado al trono Fernando VII tras de que, ante las derrotas en otros frentes, Napoleón, a este no le quedara sino firmar el Tratado de Valencay y aceptar que se fuera ’Pepe Botella,’ también conocido como José Bonaparte. Si al principio Fernando VII era apodado ’El Deseado,’ pronto sus acciones viles habrían de convertirlo en ’El Felón.’ Pero de eso no quería acordarse Félix María quien clamaba que ’esta criminal resolución, la osadía de haber formado y publicado la constitución en tiempo en que todos los españoles han recibido con- el mayor entusiasmo los justos y sabios decretos y resoluciones del’ rey nuestro señor dirigidos a anular las innovaciones democráticas de las abolidas cortes de España...’ Con esto se refería a la Constitución de Cádiz de 1812 y la legislación de esta. En su lugar, se instauró el absolutismo y la persecución de los liberales y todos aquellos que no compartieran su perspectiva. Ante eso, como muestra de que las palabras de Calleja del Rey eran simplemente agua de borrajas, entre 1814 y 1820, los españoles se la pasaron peleando entre sí dando por resultado la devastación y el empobrecimiento del país. Para mostrar cuan sensible era Fernando VII, Calleja escribía que era ’el colmo de la desvergüenza y descaro, y no podrá menos de conmover íntimamente á nuestro soberano, tanto más, cuanto que la pretendida constitución de los rebeldes es infinitamente más monstruosa y descabellada que aquella, y absolutamente depresiva no solo de los derechos de S[u]. M[ajestad]. como dueño legítimo de estas posesiones, sino de todos los monarcas del mundo.’ Como puede inferirse, por estos rumbos no debería de haber sino lacayos descerebrados incapaces de cuestionar a la autoridad. Por si alguna duda se tiene, repasemos el párrafo siguiente.
’Y respecto a que estos enemigos de Dios y del rey se han manifestado ya al descubierto confesando su verdadera rebeldía, y tratando solo de lisonjear las pasiones para conseguir sus depravadas miras, es llegado el caso de oponer un dique al torrente de calamidades con que amenazan envolver estos dóminos, felices en otro tiempo bajo el paternal gobierno y protección de nuestros reyes, y de que el gobierno se revista de toda la energía y severidad que corresponde, como que calcula el cúmulo de desdichas que prepara a los fieles habitantes de estos dominios el sacrílego sistema de los rebeldes.’ Esto, traducido a términos llanos es parecido a aquello de ’después de mí, el diluvio.’ Pero ante la amenaza en ciernes era requerido tomar medidas extremas.
Así que, el general realista, investido de virrey, como buen autócrata decidió que era necesario ’impedir la circulación de semejantes papeles, la propagación de ideas tan subversivas y contrarias a la común tranquilidad y los progresos infelices de tan injusta y criminal traición...’ Para ello, dictó once medidas, las cuales demandaba fueran acatadas de inmediato. Procedamos a dar una versión resumida de las mismas.
La primera era que: ’Que, en la mañana de hoy, después de la publicación de este bando se quemen en la plaza pública por mano de verdugo, y a voz de pregonero los papeles que van relatados por incendiarios, calumniosos, infamatorios, contrarios a la soberanía del rey nuestro señor y a sus augustos derechos, a las potestades eclesiásticas, y a las prácticas de nuestra santa madre Iglesia, previendo que igual demostración se haga por los Sres. intendentes de acuerdo con los comandantes militares en las capitales de provincia, con los primeros ejemplares que lleguen a sus manos...’ La censura en todo su esplendor. Esto no era todo, dado que no era cosa de que alguna mente piadosa fuera a corromperse, como medida segunda, se establecía que ’toda persona de cualquier clase, condición o estado, que tuviere alguno o algunos de semejantes papeles, los entregará en el perentorio término de tres días, después de la publicación de este bando en cada punto, verificando la entrega en esta capital a mí, o alguno de los srés.[señores] alcaldes del crimen u ordinarios, a los prelados y autoridades eclesiásticas, o jefes de cuerpos y oficinas, que me los pasarán inmediatamente: y en las provincias a los respectivos intendentes 0 comandantes militares y demás autoridades que van expresadas para esta capital, quienes lo remitirán al inmediato jefe superior para que los dirija a mis manos sin demora alguna.’ Por si alguno pensaba que aquello eran simplemente palabras, en la medida tercera, Calleja exhibía por donde iba.
’Lo mismo se entenderá con cualquiera otro papel o papeles que fuera de los enunciados hayan publicado o publicaren en adelante los rebeldes; y a cualquiera persona que dentro del expresado término los retenga, los expendiere o prestare, y comunicare á otros, y que, por escrito, de palabra, o de hecho los apoyare y defendiere, se le impone la pena de la vida, y confiscación de todos sus bienes...’ Antes de que tuvieran tiempo siquiera de resollar, Félix María les endilgaba la cuarta admonición indicándoles que ’supuesto que los rebeldes corriendo el velo a su designio no deja ya pretexto ni excusa alguna a todos aquellos que siguen su partido, impongo la misma pena capital a los que todavía obstinados defiendan, apoyen ó hablen á favor de sus máximas y principios, aunque sea bajo el respecto aislado de independencia; y la de exportación del reino confiscados sus bienes, a los que oigan y permitan tales conversaciones y no den parte inmediatamente a este superior gobierno o a cualquier juez del territorio.’ O sea que había que taparse los oídos y cubrirse los ojos para evitar caer en pecado capital.
Aunado a lo anterior, había que evitar referirse por su nombre a los rebeldes y para ello, en el quinto punto, se ordenaba que, de ahí en adelante al mencionarlos, por escrito o verbalmente, en lugar de llamar al movimiento insurrección y a quienes la ejecutaban insurgentes, se utilizaran los vocablos ’rebelión, traición, traidores y rebeldes.’ Para marcar diferencias, en el sexto punto, se indicaba que quienes habían sido fieles al rey y hasta entonces eran llamados ’patriotas,’ habría que denominarlos ’realistas fieles de la ciudad o villa a la que pertenezcan.’ A los pobladores de las villas o ciudades, en el punto séptimo, les pedía que se reunieran al cobijo del Ayuntamiento y emitieran un comunicado mediante el cual expresaran que ahí no se había dado apoyo alguno a ’los que se suponen diputados ni otros cabecillas de la rebelión.’ Para reafirmar esto, añadía un punto octavo, en el cual se leía: ’Por lo respectivo á las jurisdicciones foráneas cuidarán los intendentes de que se practique igual acto en todas las cabeceras de partido por los subdelegados o justicias, reuniéndose para ello el juez rea1 respectivo, el cura, los alcaldes donde los hubiese, el síndico del común y dos vecinos honrados que firmarán [el] acta, en concepto de que esta declaratoria de las cabeceras ha de ser extensiva, o correspondiente a todo el partido.’
Por si alguno dudaba de que el asunto se trataba de centralizar, leamos el contenido del punto noveno en donde se indicaba que: ’Los testimonios de los ayuntamientos se me dirigirán inmediatamente a por, sus presidentes, y. los respectivos á las jurisdicciones foráneas se remitirán por los justicias a sus intendentes, quienes luego los tengan reunidos todos los de su provincia loe pasarán á mis manos sin demora, para que se publiquen íntegros o en extracto según parezca conveniente por esta superioridad, y se remitirán al rey nuestro señor para satisfacción de los pueblos y confusión de los rebeldes; a cuyo efecto encargo a los referidos señores magistrados la brevedad en el cumplimiento de esta providencia. ’Para concluir, en el apartado diez indicaba que era necesario ’se sepan los nombres de los infames que se llaman diputados y han firmado la monstruosa constitución.’ Tras de eso, enlistaba los nombres que ya mencionamos en el párrafo segundo de esta colaboración. Y como en aquel tiempo no había otro medio de comunicación que permitiera dar a conocer inmediatamente las palabras del caudillo realista, Calleja no tenía de otra sino ordenar que el bando real fuera publicado en esta capital y demás ciudades, villas y lugares de estos dominios, remitiéndose el correspondiente número de ejemplares a todos los tribunales, corporaciones, jefes y autoridades civiles, militares y eclesiásticas para su más puntual cumplimiento y observancia.’
Como es factible observar, Félix María no soportaba que con razonamientos le rebatieran el origen y actuación de su autoridad. Carecía de argumentos sólidos para responder a los planteamientos de los insurgentes y ante ello, recurría a la descalificación y la anatema sustentadas en apoyos inmanentes, cuyo certificado nadie el extendió. Calleja del Rey estimaba que lisonjeando a un fulano detestado por su pueblo habría de convencer a los pobladores de estas tierras de que la mejor opción era seguir de súbditos generadores de riqueza que era enviada al otro lado del Atlántico. Estimaba que, convertido en dueño absoluto de la palabra, mientras denostaba a los que tuvieran una visión distinta a la suya, sería suficiente para ocultar como su virreinato se resquebrajaba en medio de una lucha cuyo resultado final daría la razón a quienes miraban hacia adelante y no a aquellos que insistían en vivir bajo la hora que marcaba un reloj cuyo péndulo había dejado de operar desde muchos años antes. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Escogiste que fuera el 7, en realidad era el 12, hoy serían 95 y sigues presente don Rafael.
Añadido (2) Por el encono que muestran, al parecer, no hay suficiente espacio en la nación para ambos. Ante ello, nos preguntamos: ¿Acabarán resolviendo esto como vaqueros del oeste viejo o, como corresponde a caballeros de su alcurnia, a espadazos?
Añadido (3) ¿A poco creían que la defensa de los derechos humanos puede realizarse con el estómago vacío? Nada de eso, para ello es requerido ingerir, preparados en término medio, cortes finos, pulgada de grueso. ¿Estarían acompañados con caldos espirituosos?
Añadido (4) Tiene a la zona central de la entidad sumida en la crisis y ahora castiga a todo el estado al momento de asignar los recursos federales para 2021. Si ante esto, los coahuilenses votan en octubre por los candidatos del partido que detenta el gobierno federal sería factible calificarlos de masoquistas. Aunque claro, los puristas del lenguaje podrían llamarlos de otra manera...
Añadido (5) Mientras que, en varios lugares de los EUA, afuera de los negocios se encuentran letreros en donde se lee ’now hiring’ (contratamos ahora), a una cuadra de distancia nos topamos con pedigüeños, en edad productiva, solicitando dinero. De esas historias que no se cuentan por ser políticamente incorrectas.
Añadido (6) Ante la soberbia que exhiben algunos, muy conveniente sería recordarles a los miembros de la 4T que, tanto en la política como en la vida, la victoria no es eterna y la derrota no es perpetua, siempre hay un mañana por enfrentar en donde todo puede suceder.

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