Concatenaciones
Fernando Irala Burgos
Distraídos entre marchas y protestas antigubernamentales, amenazas de bloqueos de carreteras y otras vías de comunicación que este lunes tendrán un pico anunciado, la violencia incesante y los crímenes de alto impacto, el enojo creciente que se advierte en Palacio Nacional por lo que se considera una conjura mundial, y los escándalos que ahora alcanzan hasta el certamen internacional de belleza, en el flujo noticioso ha pasado prácticamente inadvertida la información sobre el desempeño económico reciente del país.
Los cálculos oficiales publicados por el INEGI muestran que en el tercer trimestre de 2025 la economía mexicana decreció, según como se mida, entre dos y tres décimas por debajo de cero.
Éste es el peor resultado económico desde la pandemia, en que la producción se fue al fondo y tardó más de un año en ofrecer cifras al alza.
De hecho, los números no son aún del todo positivos, desde entonces.
Un referente principal, el llamado producto interno bruto per cápita, es decir, el resultado de dividir la riqueza total producida entre el número de habitantes, está apenas en el mismo nivel que tenía en 2019, antes del pasmo del coronavirus, y es inferior al que se alcanzó en 2018, justo antes del arribo de la 4T al poder.
El desplome del pasado trimestre es más preocupante, porque ahora ni hay epidemia paralizante ni una crisis internacional a la cual echarle la culpa.
La única amenaza actuante es el chantaje recurrente del presidente norteamericano Donald Trump con sus amagos de imponer aranceles abusivos.
Y aunque el gobierno mexicano presume en cada oportunidad de su habilidad y eficacia para patear el bote y postergar el ultimátum, es posible achacar al menos parte de la caída productiva a la incertidumbre que necesariamente genera ese escenario de confrontación sin solución.
Lo cierto es que en materia de crecimiento económico, que es la única base real para garantizar bienestar sostenible a la población, llevamos siete años perdidos, y ahora estamos de plano en números rojos.
Si se analiza con detalle la información dada a conocer, el sector de comercio, transporte y otros servicios, mantiene un incremento apenas por encima de cero, inferior al uno por ciento. Pero la caída notable ocurre en las manufacturas, la construcción, minería y energía eléctrica, agua y gas, sector que en su conjunto se ha contraído casi un tres por ciento de un año a otro.
Aunque habrá que esperar a que concluya el año y tengamos las cifras finales del ciclo completo, ya desde ahora es previsible que el comportamiento productivo no se levantará.
Como ya han advertido los expertos, la realidad choca con el optimismo del llamado Plan México, anunciado por el gobierno como su estrategia sexenal, que en su primera meta se plantea llevar a nuestra nación a ser una de las diez principales economías del mundo, al top ten.
Como vamos, es más probable que descendamos del lugar doce que ahora ocupamos; no se ve cómo desplazar a Rusia, el lugar once de la clasificación, ni a Brasil, ubicado en el décimo lugar y que este año crecerá entre dos y tres por ciento.
Así no se puede.
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