En una época donde la inmediatez digital relega el contexto y la profundidad, el libro Camino de un reportero, de Manuel Mejido, publicado por editorial Grijalbo en 1984 y con una extensión de más de 330 páginas, se vuelve una lectura imprescindible para quienes buscan comprender el verdadero rostro del periodismo.
Este libro, tuve la oportunidad de leerlo hace un poco más de 40 años y tres decenas después fue que conocí de manera personal a su autor, en un evento de periodistas realizado en Cuernavaca, Morelos, donde él recibió su título de licenciado en periodismo, mediante el programa de Saberes Adquiridos y Experiencia Laboral de la SEP y apoyo de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos.
Desde la primera página, Manuel Mejido nos lanza una advertencia que es, a la vez, una promesa: ’En esta narración de hechos verídicos pretendo que el lector de prensa diaria conozca cómo obtuve ayer la noticia que hoy leyó’.
Con esa declaración, el autor no solo expone los hechos, sino que invita al lector a recorrer las entrañas del trabajo periodístico —ese que ocurre lejos de las redacciones y cámaras, en las calles, en los rincones incómodos del poder, en el riesgo y en la incertidumbre.
Conformado por 24 capítulos, el libro no sigue un camino académico ni pretende ser una guía técnica del periodismo. Por el contrario, Mejido reconoce que no estudió formalmente la carrera, y reivindica su formación empírica: callar, observar, escuchar, y luego contar. Es en esa honestidad donde radica gran parte del valor de su relato.
En la contraportada se lee una definición que retrata con precisión al autor y, por extensión, a muchos periodistas de campo: ’El reportero, por naturaleza de su trabajo, es un individualista empedernido y lleno de orgullo, aunque paradójicamente, es un individualista al servicio de la sociedad’. Una afirmación que invita a reflexionar sobre el papel social del periodismo, muchas veces incomprendido o subestimado.
Mejido no se limita a contar anécdotas: reconstruye hechos reales y da voz a los contextos que los rodearon.
Su libro es un testimonio vivo del México convulso de finales del siglo XX, pero también un homenaje a la profesión, a su rigor, su ética y su sentido social.
Camino de un reportero es más que una lectura recomendable: es una clase de periodismo desde la experiencia, contada con la pluma de alguien que ha estado donde muchos solo leen. Una invitación a mirar más allá de los titulares y a valorar la labor de quienes, desde el anonimato, nos entregan cada día una parte de la verdad.