Primera de Cuatro partes

Construir mundos que son tangiblemente casi infinitos

Construir mundos que son tangiblemente casi infinitos
Política
Septiembre 17, 2022 23:30 hrs.
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Raúl De La Rosa › diarioalmomento.com

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Nuestro sistema educativo y contexto sociocultural mexicanos nos predisponen a la sumisión, a la dependencia y a la falta de confianza en nosotros mismos, hombres o mujeres, niñez, juventud, madurez o senectud. Y ello se refleja en las ciencias y las tecnologías. Si bien, en investigación científica tenemos ciertos destellos en algunos rubros específicos, en la innovación tecnológica sí estamos cual país bananero.

Hemos tenido oportunidades e intentos para salir de esa condición, pero los hemos desperdiciado. Y aunque tenemos una amplia cobertura de educación terciaria y de producción de ingenieros y técnicos altamente capacitados, hombres y mujeres, no logramos que ello se traduzca en el desarrollo de una planta productiva eficiente y eficaz, que logre ser competitiva y en algunos rubros, medianamente autosuficiente... Y es que tenemos un mal de raíz.

Un ejemplo: Los padres siempre nos preguntan desde la primaria: ¿reprobaste matemáticas y cuántas más? Es decir, se da por un hecho que no somos capaces de aprender matemáticas, lo cual nos ha llevado a no ver con toda la claridad que existe, que las matemáticas nos hacen más libres y menos manipulables, porque son una de las cosas más creativas que existen y porque el razonamiento matemático resulta muy útil en la vida cotidiana ya que ayuda a descubrir la belleza de las cosas y a cuestionarnos verdades oficiales que parecieran irrefutables pero que no soportan ni el mínimo cuestionamiento lógico.

Las afirmaciones inconsistentes, sin importar el elocuente argumento, siempre te llevan a sacar conclusiones incoherentes, inservibles para resolver asuntos cotidianos en campos tan distintos como el deporte, la medicina, la economía, la política o la administración de una casa, una localidad, un municipio, un estado o un país. Porque las matemáticas siempre nos darán datos comprobables, es decir, siempre nos llevarán a la verdad, aunque la falsedad parezca verdad absoluta. Y es que siempre nos abren una puerta a un mundo muy hermoso que está al alcance de nuestras manos, incluso para aquellos que odien los números desde la escuela y eso, generará, inexorablemente, desarrollo individual y colectivo.

Las matemáticas siempre despertarán en el ser humano el pensamiento abstracto, la capacidad de imaginar mundos donde todo tiene una explicación, por intrincadas que sean las respuestas. Mundos donde todo tiene solución, más aún, donde todo tiene más de una solución. Como reza la popular canción mexicana de "La Feria de las Flores": No hay cuaco que se me atore ni cerro que se me empine... Aplicada a las matemáticas sería: no hay problema que nos atore ni solución que no se encuentre...

Con las matemáticas siempre aprendemos a hacer todo tipo de cálculos. Pero es el álgebra para la innovación tecnológica es lo que la prosa para la literatura. Las ideas abstractas, el pensamiento abstracto, nos lleva al algebra abstracta, y esa idea nos ayuda a resolver todos los ejercicios de cierto tipo, como los de la Informática. De pronto, con una sola idea algebraica, solucionas montones de ejercicios que son la base para resolver montones de problemas informáticos... de Software. Porque con el álgebra puedes ver que todos los casos son casos particulares pero de un mismo principio general, como cuando observamos la relación entre los números y la simetría en los giros de una figura. Y es que los principios fundamentales siempre son lo mismo, como los mecanismos del pensamiento abstracto son los mismos; eso nos permite encontrar más de una solución, para todo tipo de problemas informáticos.

Pero eso es gracias a que la abstracción, el álgebra abstracta, nos permite comprender lo que hay dentro de los casos particulares, la esencia de las cosas. El álgebra abstracta en la Informática nos permite ver patrones que se repiten en cosas que aparentemente no tienen ninguna relación… Como lo vio el personaje de Neo después de tomar la pastilla roja, en la película de "Matrix", del ya lejano año 1999.

Un maestro del bachillerato (en mi caso Vocacional del IPN) siempre que dudabamos, que nos paralizábamos, que nos bloqueábamos frente al pizarrón: nos daba un golpe en la cabeza y nos decía: "¡álgebra pendejo, álgebra!" Es decir, la solución estaba en los principios algebraicos. Porque las matemáticas, en realidad, son como el peyote, es decir, son nuestro boleto para expandir nuestro pensamiento y llevarnos a un mundo maravilloso de Alicias, Gatos con Botas, Cenicientas o... Códigos binarios y..., en efecto, de ¡redes sociales! Pero el álgebra es nuestro boleto de viaje a esos mundos que las matemáticas nos tienen reservados. Y es un grandioso, un endorfinezco, un orgasmico viaje.

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