Opinión

¿CUATRO REVOLUCIONES EN UNA?

¿CUATRO REVOLUCIONES EN UNA?
Periodismo
Septiembre 04, 2020 20:48 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

3,476 vistas

Una controversia que se ha generado a lo largo de la historia cuando se analiza los movimientos armados que terminan enfrentando a unos contra otros en una nación, es si aquello dio inicio de arriba hacia abajo o a la inversa. Para el discurso facilón, es fácil decir que todo emanó de las entrañas del pueblo y esas narrativas que resuenan muy bien en los oídos de quienes siempre están dispuestos a escuchar alegorías enternecedoras, pero carentes de objetividad. En la realidad, las cosas no suceden de esa manera. En caso de que usted, lector amable, estime que vamos a enfrascarnos en revisar otro asunto que tiene que ver con el numero cuatro, nos permitimos aclararle que no será así, aun cuando del tema que trataremos pueden obtenerse muchas lecciones intemporales que nunca está por demás tener presente antes de comprar cualquier producto que le vendan como el elixir que habrá de resolver todos los problemas de cada uno de nosotros. Procedamos con el tópico que nos ocupara en esta ocasión.
Ahora que andamos revisando nuestras lecturas estudiantiles, de no hace mucho tiempo, nos encontramos un libro, ’La llegada de la Revolución Francesa,’ escrito por el historiador francés, Georges Lefebvre, considerado uno de los expertos en el tema. El volumen fue publicado originalmente en 1939 bajo el título de ’Quatre-Vingt-Neuf,’ (’Ochenta y nueve’, nos dice el diccionario francés-español). Como se puede advertir, ese idioma no lo dominamos por lo cual nuestro análisis de la obra se deriva de la traducción que realizó al inglés el historiador estadounidense, experto en la Francia del Siglo XVIII, Robert Roswell Palmer. La pieza no solamente era una contribución de Lefebvre al 150 aniversario de la revolución gala, sino también, una respuesta y una crítica implícita al eclipse de la Tercera República. Asimismo, era un llamado a estar alertas pues por el rumbo ya merodeaba la bestia austriaca quien no tardaría en hacerse presente por ahí y ante quien los franceses, excepto unos pocos, menos de los que se cuenta, fueron capaces de hacerle frente. Dejémonos de preámbulos y vayamos a la sustancia de la obra.
`Lefebvre hace una presentación excelente de los eventos que precedieron al inicio y los hechos primeros de la Revolución Francesa. Esto, sin lugar a duda, permite al lector formarse una idea muy clara sobre la situación prevaleciente antes del estallido armado y entender porque se suscitaron los acontecimientos posteriores.
El autor no se refrena para establecer cual es su postura respecto a la rebelión y, claramente, establece que la revolución no fue un movimiento popular, sino uno burgués. Rechaza la aserción de que la sublevación se inició desde abajo tratando de derrocar a quienes se encontraban en los niveles políticos y económicos altos. Señala que ’no hay duda de que al final así sucedió, pero el pueblo no fue la fuerza primaria que la generó.’ Dado lo anterior, Lefebvre argumenta que la Revolución Francesa no fue un solo evento, sino la conjunción de cuatro. Al respecto, sin decir que vamos a enmendar la plana a uno de los santones sobre el tema, si podemos expresar que no compartimos tal perspectiva. A continuación, exponemos los argumentos en que sustentamos esta aseveración.
El primero de ellos inició, en 1787, cuando la aristocracia (la clase integrada por el clero, los nobles propietarios de las extensiones grandes de tierra y los llamados nobles de toga que eran empleados públicos al servicio del rey), se rebela en contra de la monarquía. A esta etapa la llama la revolución aristocrática. En ella, los rebeldes buscaban controlar las autoridades locales e incrementar su participación en los asuntos del gobierno. Tomando en cuenta su fortaleza y solidaridad en contra de Luis XVI, los miembros de esta ’revolución aristocrática,’ hacen un llamado para crear una estructura organizativa tradicional que pronto sería ensamblada en lo que se conoce como los Estados Generales, en el cual cada Estado tendría garantizado un voto, proveyendo a los aristócratas y al clero una mayoría de dos a uno
El análisis que Lefebvre realiza nunca muestra el momento en el cual los aristócratas exhiben su preocupación por generar un cambio real en el estatus quo. Lo que ellos buscaban era tener una mayor tajada del pastel llamado poder político. Estaban seguros de que la crisis les ofrecía una oportunidad excelente para recuperar estatus. No fue el incremento o el diseño de un esquema fiscal nuevo lo que les hizo reaccionar ante el monarca. Después de todo, ’el sacrificio solicitado a las clases privilegiadas era modesto, la nobleza seguiría exenta del ’taille’ (el impuesto establecido sobre la extensión de tierra que poseyeran los campesinos y quienes no pertenecían a la nobleza); el clero no pagaba el impuesto que se cobraba a cada individuo sin considerar cual fuera su ingreso o la riqueza que poseyera; y, ambos no cubrían lo correspondiente al mantenimiento de los caminos. Pero, estaban ciertos de que, si aceptaban esas contribuciones nuevas sin cuestionarlas, el paso siguiente sería perder su influencia política. ’La aristocracia entró en confrontación con el absolutismo invocando que lo hacía a nombre de la nación, pero en realidad su intención era gobernarla y especialmente no ser absorbida por esta.’ Para el autor, esta situación en donde los nobles, al amparo del Tercer Estado General, seguían siendo los ganadores mayoritarios por mucho, hizo que los integrantes de la burguesía demandaran ser parte de ese cambio.
Es importante precisar que quienes integraban la burguesía eran los industriales, los comerciantes, los propietarios y los profesionales. Conforme fueron mejorando su estatus económico, los miembros de esta clase demandaron tener una participación mayor en el poder político. Después de todo, aquellos que detentaban el poder político y social no necesariamente estaban en una posición económica mejor que los miembros de la burguesía. Esta, que constituían el Tercer Estado, no estaba contenta con una situación en la cual ’solamente un numero pequeño de burgueses podían tener la ventaja de convertirse en nobles.’ Cabe resaltar que ellos, los burgueses, eran capaces no solamente de generar riqueza, sino de proporcionar mejores oportunidades educativas para sus hijos. Asimismo, en ese grupo permeaba la influencia de los pensadores del siglo XVIII, lo cual le hacia conscientes de que poseían la obligación de cumplir con su misión histórica. Bajo ese estandarte, toman la bandera de la revolución y encabezan la batalla por ’la felicidad terrenal y la dignidad del hombre.’ ¿Le suena esto? Aun cuando los burgueses proclaman la causa de derechos similares para todos mediante una revolución judicial pacifista. Pronto, se percatan de que han adquirido un poder político similar al de la aristocracia y en función de ello, dentro del ’Tercer Estado…demandan tener un número de diputados similar al que tenían la nobleza y el clero combinados.’ En base a esto, podemos hacer una pregunta simple: ¿Cómo se puede denominar a esto una revolución? El objetivo de los burgueses no era derrocar al régimen sino ser parte de él. Esta etapa segunda, según la llama Lefebvre, habría de terminar cuando los burgueses se encuentran ’a merced de las bayonetas y necesitan ser rescatados.’ En ese momento, los burgueses entienden que han de dar el paso siguiente. Era el momento de iniciar los cambios. En ese momento, la revolución, con la participación de las masas y el liderazgo de los burgueses, da inicio. A partir de ahí, ya no se trata de un movimiento reformista.
No obstante, lo anterior, aquellos que pertenecían a las clases altas, el rey y la aristocracia, no se percataron de lo que venía. Ninguna medida fue implantada para resolver la situación. La confrontación callejera dio inicio y la población se rebeló. En ese punto, según Lefebvre, la revolución se convierte en burguesa porque quienes la encabezaban eran miembros de dicha clase.
Si damos por valida la afirmación anterior, encontraremos que ninguna revolución en el mundo tiene raíces populares. Históricamente, muchas rebeliones han existido, pero no todas han dado pie a transformase en revoluciones. Para entrar en la etapa siguiente, es necesario que algunos asuman el liderazgo y usualmente quienes los toman no son miembros de las clases populares. Lo que sucedió en Francia ilustra eso. Calificar a una revolución de burguesa porque sus líderes pertenecen a dicha clase es tratar de encajonarla en una percepción muy estrecha. La burguesía por si misma nunca pudiera haber emprendido un movimiento revolucionario. Sin la participación de los miembros de las clases populares en las ciudades y de los campesinos, no es factible hablar de revolución, sino de un movimiento reformista. Debemos de recordar que en lo que Lefebvre llama tercera y cuarta revolución, las masas urbanas y el proletariado rural, asumen un papel de catalizador último de la revolución al liberarse por si mismos del yugo de la opresión y el hambre mediante la violencia callejera y la destrucción de los símbolos del Régimen Viejo.
En principio podría decirse que la Revolución Francesa logró algo mas que una reforma simple; fue capaz de derrocar el estatus antiguo y empezar la creación de una sociedad nueva. En ella, las aspiraciones y metas, tanto de las clases populares como de la burguesía, pudieron fundirse en una. Tampoco vamos a negar sus logros como la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, un documento en el cual los participantes en la Revolución expresan las aspiraciones de justicia y sienta las bases para toda una serie de medidas que habrían de darse en las centurias por venir alrededor del mundo. Sin embargo, a pesar de esas propuestas de justicia bellísimamente enmarcadas en documentos, a la hora de las acciones, nadie puede olvidar el reino de terror que se terminó implantando, algo que muchos tienden a olvidar y prefieren romantizar sobre aquel movimiento que nos negamos a calificar de burgués o popular, eso seria estrechar el espectro.
En medio de todo su análisis sobre la Revolución Francesa, parecía que Lefebvre percibía en sus paisanos un sentido de olvido, o vaya usted a saber si los conocía muy bien, pues constantemente en el escrito hace llamados a renovar los sentimientos de orgullo nacional y libertad. Le preocupaba que, como la burguesía de 1789, los franceses de 1939 pronto podrían esta a ’merced de las bayonetas’ empuñadas por ejércitos fascistas. Le disgustaba ver la falta de vigor patriótico que prevalecía entre la sociedad francesa, fervientemente les pedía a sus conciudadanos recordaran que ’la libertad, en ninguna circunstancia era una invitación a la indiferencia.’ Invocando a los revolucionarios del ayer como ejemplos, Lefebvre demandaba a los jóvenes franceses que adoptaran aquella tradición tan noble y, una vez más, se liberaran ellos, y al realizarlo lo hicieran también con todos los hombres, de la tiranía. Su llamado cayó en oídos sordos y pronto las huestes de la bestia austriaca desfilarían por los Champs-Elysées y el Arco del Triunfo ante la mirada de los franceses que a partir de ahí convivirían con aquellos invitados no gratos, en espera de que alguien fuera a echarlos. Lo de la resistencia y las plaquitas en cada esquina de Paris, dizque recordando actos de heroísmo, es un invento para el consumo de los crédulos. Charles De Gaulle por su parte estaba bajo el cobijo inglés echando discursos, pero sin disparar un tiro y después se enojó porque los líderes mundiales no lo invitaron a la hora del triunfo. Concluido este paréntesis, retornemos a los tiempos revolucionarios.
No podemos negar el análisis excelente que Lefebvre realiza acerca de como el comportamiento de los actores diversos en la sociedad francesa influyen en el desarrollo de la Revolución. Sin embargo, no compartimos la visión de que hayan sido cuatro revoluciones diferentes. Este tipo de eventos no se dan bajo un proceso lineal, hay varios factores que influyen en el resultado final. Lo que Lefebvre muestra claramente en su análisis es como cada grupo reaccionó al encontrarse inmersos en una crisis económica. Al principio, a la aristocracia y la burguesía no les preocupaba nada, excepto ver como acrecentaban su participación en el poder político. Es importante resaltar que, indudablemente, detrás de los motivos que impulsaron el surgimiento de la Revolución existía un factor político, pero los problemas económicos no necesariamente llevan al estallamiento de revoluciones, lo que hace la diferencia es el manejo político de ellos. Sin embargo, Luis XVI y su gente, dada su incapacidad política nunca entendieron como lidiar con la crisis. Nunca entendieron que las crisis se pueden atenuar mientras exista más pan que circo, al tiempo que se toman medidas para retornar al camino correcto. Quienes desde el poder, asuman que las crisis son culpa de otros y no tomen medidas reales para remediarlas, terminaran por ver como sus aliados, ya sean aristócratas, burgueses, clases populares y/o campesinos optan por unirse con el fin de revertir la situación y al final el cambio prometido, tras de un periodo de inestabilidad política-social-económica,, hay que volver a empezar de cero y termina por ser un acto de gatopardismo como sucedió en la Francia de aquellos años, en donde la ’Liberté, Égalité, Fraternité,’ (Libertad, Igualdad, Fraternidad) acabó por convertirse en un slogan simple mientras la sangre corría como agua de río por las calles parisinas hasta que se secó para ser renovada con la que aportara el mesianismo encubierto por la espada de la monarquía napoleónica. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Con toda certeza, el estadista y el general habrían de sentir cualquier cosa, menos orgullo, si observaran la actuación de quienes dicen ser los herederos del partido político que ellos formaron.
Añadido (2) Desconocemos a quien elegirán en noviembre los estadounidenses, eso es un asunto de ellos. En México hay quienes ya dan por sentado que el resultado está escrito en piedra. Sin embargo, deberían de esperar un poco antes de lanzar los cohetes. En una de esas y los ciudadanos al norte del Bravo andan chamaqueando a los encuestadores, ya ve como son de dados a ocultar sus sentimientos…
Añadido (3) Con el registro del Partido México Libre, quiérase o no, se genera un daño severo a la línea de flotación del PAN
Añadido (4) Aspiran a dirigir a Morena y ni siquiera aparecen en el padrón de dicho partido.

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


¿CUATRO REVOLUCIONES EN UNA?

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.