Opinión

De pronto, el provinciano entró en el túnel del tiempo

De pronto, el provinciano entró en el túnel del tiempo
Periodismo
Enero 16, 2022 00:40 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

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De cuando en cuando al provinciano le da por asomarse en la ciudad capital en donde moró por tiempo largo. Uno de esos días tuvo que ir a ver un asunto a un sitio alejado de su vivienda y aquello devino en un viaje que lo transportó más allá de la ruta que lo llevaría a su destino. La mañana lucía soleada, pero era un espejismo. En realidad, la nata contaminante estaba ahí agazapada y presta, como todos los días, para continuar causando daños neurológicos irreversibles en el cerebro de los habitantes de aquel lugar. No importaba nivel socioeconómico o que tan importante se fuera en la escala burocrática-política, todos respiraban lo mismo y, por consiguiente, en grado mayor o menor terminaban por ser víctimas de aquellas emanaciones. Inmerso en ello, de pronto, le pareció como sí el calendario hubiera retornado a otras épocas. Una tras otra, fueron apareciendo escenas que lo trasportaban a un pasado que hoy luce lejanísimo, mismas que trató de retirar. Sin embargo, eso no iba a ser fácil de lograr.
Circulaba a velocidad moderada gracias a una fluidez vehicular que hacia tiempo no experimentaba en aquella ciudad. Delante de su vehículo iba un camión recolector de basura que, sin que nadie lo detuviera, lanzaba bocanadas de humo cuyo color empataba el de las conciencias de algunos quienes se venden como salvadores de la patria. Tras de rebasarlo por el pedazo de carril que dejaron cuando se les ocurrió destrozar aquella avenida para meter ese adefesio que al transportar personas se ha convertido en un vehículo excelente para propagar todo tipo de enfermedades. No había circulado un par de cuadras cuando otros dos armatostes, uno con cascajo y otro transportador de gas, aparecieron lanzando sus residuos gaseosos a la atmosfera. Y en medio de aquellas nubes, el provinciano entró en la zona de la ciudad que le hizo recordar los días en que estaba, prácticamente, recién llegado a la capital.
Fue como adentrarse en el túnel del tiempo y, evitando que la evocación no le fuera a ocasionar distraerse, le empezaron a surgir los fantasmas de aquellos días. Esos recuerdos del ayer no llegaron en orden cronológico, sino conforme iban apareciendo los sitios otrora transitados. Al cruzar la intersección de las avenidas Insurgentes y Río Mixcoac, evocó como, hacia el oriente, a un par de cuadras estaban las oficinas en donde entonces laboraba. En el lado poniente, se alzaba imponente como edificio predominante el Cine Manacar que hoy simplemente es parte de una construcción altísima. Esa era una de las salas de antes, amplias y grandes, en donde, sin tanta alegoría, se podía disfrutar cómodamente de una película. Entre las que le vinieron a la mente recordó ’Francis’ con Jessica Lange y ’Kramer vs Kramer’ con Meryl Streep y Dustin Hoffman. Asimismo, se acordó de como no muy lejos de ahí fueron varias las ocasiones en que, junto con sus compañeros de trabajo, disfrutaron de un buen bife en aquel restaurant argentino cuyo nombre no le vino a la mente. Esa confluencia de calles le era sitio habitual. Ahí descendía por la mañana y abordaba por la tarde-noche el Ruta 100, ni modo que fuera a salir con que él todo el tiempo fue gente con auto. Como no recordar que en uno de esos viajes casi lo dejan sin cartera, entonces todavía los asaltantes acostumbraban a manejar ’el dos de bastos.’ No muy lejos de ahí, encontró a Liverpool ahora compartiendo estación del metro no muy lejos de ahí, mientras el deterioro de la zona avanza como la humedad. Así hasta que, a su izquierda, divisó el Teatro Insurgentes. Muchas fueron las ocasiones en que acudió a ese sitio a disfrutar de buenas actuaciones con los mejores actores de aquella época entre los que se contaban Marga López, Ignacio López Tarso, María Teresa Rivas, Carlos Ancira y varios más como los cómicos políticos, Chucho Salinas y Héctor Lechuga. Cada vez que sus padres lo visitaban, les invitaba a ver lo que ahí se presentaba. En esos recuerdos estaba cuando le vino a la mente que, al cruzar la calle hacia el norte, estaba aquel expendio de hamburguesas llamado Tomboy, una cadena que sería avasalladla cuando llegaron las estadounidenses encabezadas por McDonald’s. Al calce, debemos de mencionar que cuando esta arribó a México, la gente hacia colas en el Periférico para irse a comer una hamburguesa con papas, nunca entendimos la racional bajo la cual operaban quienes actuaban de esa manera.
Mas adelante, nos encontramos con el World Trade Center, en el ayer conocido como el Hotel de México, junto al cual estaba, y sigue ahí, el Polyforum Cultural Siqueiros. De este último como olvidar su teatro con escenario circular en donde más de una vez vio y escuchó como las voces atronadoras de Claudio Brook y Claudio Obregón acompasaban la actuación o bien la figura de Julieta Egurrola presentaban siempre actuaciones excelentes. Acerca del Hotel de México, recordamos su restaurant giratorio desde el cual se tenía una perspectiva total del entonces, todavía, visible panorama capitalino. El lado amargo, literalmente, del recuerdo de aquel sitio fue la vez que, acompañando, al desayuno le sirvieron el café aderezado con sal.
Mas adelante llegó al cruce de Insurgentes y Xola y rememoró que sobre esta última, al oriente, estaba un parque en donde, por un buen rato, a temprana hora iba a correr diariamente. Entonces nada sabía acerca de emisiones y sus efectos sobre la salud, además de que, como todo joven, de haber tenido esa información, habría dicho que a él nada le pasaría. No lejos de la intersección mencionada, llegó a donde cruzaba el Viaducto. Con una fachada que nada se parecía a la de entonces, estaba el inmueble que en su tiempo ocupara la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal. En ese edificio había visto como el espejismo hacía que el comportamiento de muchos fuera delirante. Creían que el futuro era de ellos y, algunos, hasta se ponían a dirigir el tránsito de personas en los pasillos de las oficinas. Ni como olvidar el dia en que los elevadores amanecieron recubiertos de espejos, los malquerientes decían que era porque el titular de la dependencia buscaba a toda costa cuidar la imagen en todo momento. En ese sitio, el provinciano tuvo la mala fortuna de atinarle a sus predicciones sobre quien sería el próximo candidato presidencial, lo cual le costó el ostracismo primero y posteriormente un largo periodo de desempleo, vaya paradoja, hasta que su profesor del ayer lo rescató para incorporarlo al proceso de apertura económica. A la vuelta de la entrada de ese edificio, sobre la lateral de Viaducto, moraba su gran amigo. Es algo que casi nadie conoce, pero hasta ahí llegó varios domingos, después del partido de beisbol, en busca de apoyo aquel a quien dejaron en la orilla de serlo todo. Entonces, pocos lo veían capaz de alcanzar esa posición.
Siguiendo la ruta de Insurgentes, mas adelante, llegó a la entonces denominada Glorieta de Chilpancingo. A la derecha estaba el edificio que albergaba la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, mientras que enfrente estaba otro inmueble, perteneciente a esa dependencia, en donde en sus inicios laborales se ocupaba un piso en el cual se resguardaban los archivos con los cuestionarios del Censo Nacional Ganadero que se había levantado. Asimismo, ahí se tenían aquellas ’sabanas’ y discos que contenían la información ya procesada. Aquellos días eran los del inicio de su vida profesional, jamás imaginó que casi un cuarto de siglo más tarde volvería a ese lugar justo antes de cerrar esa etapa de su vida. Ahí, lo mismo experimentó temblores en doceavo piso que cierre de oficinas que lo mantuvieron, junto con varios más, como rehenes por más de doce horas hasta que, literalmente, por una oquedad, pudieron salir. No muy lejos de ahí, se encontraba el Vips sitio que en sus años iniciales de vida capitalina visitaba frecuentemente, ya ni recuerda cuantos litros de café (¿?) haya consumido ahí. Mas adelante se topó con la Avenida Baja California, vaya estado de deterioro del rumbo.
Recién llegado a la capital, en esa esquina tomaba el trolebús que iba a depositarlo cerca de Constituyentes. Por esos rumbos, los de Baja California, en más de una ocasión, tropezó con aquel subsecretario sobrio en su actuar quien terminaría convertido en santón de la política nacional. Y a partir de esa esquina, rumbo al norte, muchas fueron las veces que las recorrió caminando mientras visitaba las librerías del rumbo. Zaplana era su favorita, ahí pasaba largas horas hojeando y adquiriendo los ejemplares con los que empezaría a formar su biblioteca, algo que tenia proyectado desde la infancia. A la par, visitaba la Librería de Cristal y otras mas ubicadas por el rumbo. Ahora, de esas ya no queda sino el recuerdo etéreo.
Pero antes de continuar no pudo evitar el recuerdo sobre el dia en que, para celebrar su cumpleaños, se fue junto con sus hermanos y el amigo sonorense a cenar al Sanborns de Aguascalientes. Cuando arribaron notaron miradas furtivas de varios de los comensales, pero estos provincianos, ni en cuenta. Después se enterarían de que el sitio era centro de reunión de personas con comportamientos peculiares. No volvió a ese lugar.
Así, llegó al cruce de Coahuila con Insurgentes en donde continua Woolworth mostrando los estragos del tiempo. Justo al cruzar la calle, sobre esa misma acera ya no esta aquel bar denominado KU-KU. Contrario a lo que pudiera creerse que ello implicaba evocar el sonido emitido por las palomas, aquello tenia una historia distinta. El propietario del lugar había estudiado en Kansas University y de ahí el nombre. En ese sitio, un amigo muy estimado decidió, en esos años lejanos, invitar a un empleado del servicio de limpieza quien era muy simpático a convivir. Ahí fue la ocasión primera en que su amigo, quien lo convenciera después para irse a estudiar al extranjero, profetizara cual sería su vocación verdadera. Al escucharlo, lo tomó en forma condescendiente y siguieron con la charla. Cuando llegó la hora en que cerraban el local, se decidió seguir la fiesta y por las próximas cinco o seis horas visitaron cuanto sitio había por Paseo de la Reforma hasta terminar en unas cosas espantosas por el rumbo de Sadi Carnot. El provinciano se fue a su casa como inició, salvo una desvelada de órdago que no le impidió cumplir con sus obligaciones laborales. Su amigo, entonces recién casado, decidió seguir y al terminar la velada invitó al acompañante a desayunar a su casa. Lo que le sucedió al llegar se lo dejamos al recuerdo de nuestro amigo y la imaginación de usted lector amable. Volvamos al recorrido por Insurgentes.

Mas adelante, en la esquina con San Luis Potosí, estaba el Sears que hoy luce distinto y en nada evoca aquel con el aparador en donde durante la época navideña colocaban una figura de Santa Claus emitiendo sonidos de regocijo acompañados con un movimiento que parecía perpetuo. No muy lejos de ahí, encontró el edificio Rioma que fuera propiedad de Mario Moreno Reyes, ’Cantinflas.’ Hoy, luce desliñado, registrando los estragos del paso del tiempo. En la siguiente cuadra, se le apareció la calle de Querétaro. A unas cuadras de esa esquina hasta topar con Yucatán, sigue ahí aquella casona que, conforme a una placa a la entrada, supuestamente tenía valor arquitectónico.
En ese lugar, convertido en casa de huéspedes, vivió un sinfín de anécdotas de todo tipo, color y sabor. En los detalles prefirió no adentrarse y dejarlos en el costal de los recuerdos que poco se remueven. No lejos de ahí vivía, en la esquina de San Luis Potosí y Monterrey, la dama quien en los tiempos de la Revolución Mexicana provocara que a más de un general se le acelerara el pulso, se trataba de María Conesa ya en edad otoñal conservando la prestancia. Varias veces la vio caminar por ahí y nunca fue capaz de abordarla, esa será una de las cosas que como escribidor le hubiera gustado hacer, pero en aquellos tiempos no estaba inmerso en la narrativa histórica.
Por las calles aledañas caminó una y otra vez cientos de veces. Cuando en la casa de huéspedes dejaron de proporcionar alimentos, recorría los restaurantes pequeños ubicados por el rumbo. Eso sí, los domingos no perdonaba el buffet del Sears. Ahí acudía con sus dos hermanos menores y como estos no lucían muy parecidos a él, no faltó quien creyera otras cosas. Lo mismo le acontecía cuando iban al Vips de Durango, lugar en el cual no pocas veces coincidieron con Enrique Alonso ’Cachirulo’ a quien nunca le faltaban por compañía un par de mozalbetes. Asimismo, recordó que ahí, por Insurgentes, estaba una hamburguesería Mr. Kelly’s que aun prevalece. Apenas al doblar la esquina, se iba a la Hipódromo Condesa que aun no imaginaba en lo que devendría. No pudo sustraerse a recordar aquella barbería en donde oficiaba un peluquero con nombre de faraón texcocano quien, entre tijeretazo y tijeretazo, se empujaba un farolazo. Lo más simpático era que podía hacer la faena sin llevarse oreja alguna. Mas adelante, en la esquina de la acera opuesta, estaban los Tacos Belmont, eso si propiedad de la familia de un torero con ese apellido. Más adelante recuerda sus idas al Parque México.
En ese lugar acostumbraba cada noche irse a correr. Nunca tuvo problema alguno. Muchos critican los métodos del jefe de policía de entonces, pero de que la ciudad estaba segura no hay duda. En ese mismo lugar, los sábados por la mañana encontraba una escena que siempre le pareció pintoresca y como salida de otros tiempos. Las madres profesantes de la religión judía, tras de acudir a la Sinagoga, llevaban a pasear sus pequeños en carriolas o bien a que retozaran en el pasto. Mas adelante esta el Parque España sitio que visitó en pocas ocasiones. Por ese rumbo, también, se alzaba, sobre la avenida Tamaulipas, el Auditorio Plaza algo así como un templo del pecado que ganó fama con sus funciones de medianoche y que ahora no salgan los persignados con que ellos nunca acudieron a ese lugar. Dejemos esos rumbos y retomemos la Avenida Insurgentes en donde estaba aquel anuncio gigantesco del Calzado Canadá en el Condominio Insurgentes que hoy luce más que deteriorado.
Pero si de maltratado se trata, nada como la Avenida Álvaro Obregón, el escribidor gustaba de caminar por ahí los sábados por la tarde. Le encontraba un encanto especial en medio de un ambiente apacible, hoy nada queda de ello. Aquello luce gris y la belleza se fue de paseo hacia la nada. Tras de cruzarla, entro a una zona que nunca le atrajo y siempre le pareció poco atractiva, sigue igual tirando a peor. Así hasta llegar a la deteriorada glorieta del Metro Insurgentes lugar que en un tiempo estuviera alguna Peña Folclórica que visitó. Finalmente, dobló hacia el oriente para encaminarse al sitio objetivo de su viaje. Solamente porque desde temprano se había armado de paciencia, algo extraño en él, no explotó cuando comprobó que la burocracia vive tiempos que ni en los peores del régimen tan criticado se tuvieron. Al final, lo único positivo que sacó de ese viaje fueron los recuerdos que dieron pie a esta colaboración armada de remembranzas sobre la ciudad capital en la que el provinciano tuvo sueños, algunos concretados, otros realizados a medias y varios más nunca alcanzados. Peldaño a peldaño fue construyendo su vida y pudo obtener un balance positivo. Con todo lo bueno y malo que enfrentó, no cambia por nada cada uno de los días que ahí vivió. Cuando terminó de hacer este balance, ya había abandonado el túnel del tiempo. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (22.02.06) ¿En verdad hay alguien en su sano juicio que considere la salida de Citigroup de México como un hecho positivo? Se va porque, para ellos, la perspectiva económica de mediano y largo plazo en el país, mientras siga por el rumbo de ahora, no pinta nada bien. Dependerá de todos nosotros si los hacemos quedar mal.
Añadido (22.02.07) Volteamos a la izquierda y, en el cajero de junto, estaba José Antonio Meade Kuribreña. ¿Cuál hubiera sido la situación en el país si él hubiera sido electo? Desconocemos la respuesta, pero lo que si estamos seguros es que muchísimos, al menos una vez, se han mesado los cabellos por no haber sufragado en su favor.
Añadido (22.02.08) De seguir las recomendaciones que le manda el gobierno federal, los consejeros del INE asegurarían su traje café y un espacio en un sitio de descanso. Lo que verdaderamente genera dudas es la actitud de la mayoría de los comunicadores quienes no se atreven a mencionar que la recomendación es una invitación a cometer peculado. Cualquiera que conozca un poco de como opera el presupuesto federal sabe que los recursos, autorizados por el Legislativo, llegan etiquetados y no pueden utilizarse para otro fin más que el especificado.
Añadido (22.02.09) En Inglaterra, la reina Isabel II demostró que, ante todo, está la institución y nadie se encuentra por encima de esta. Luego dicen que no hay diferencias entre jefes de estado y gobernantes.
Añadido (22.02.010) Ahora va a resultar que aquel de ’ler’ era menos ’pior’ que la del diezmo. Y luego nos preguntamos porque la educación en México anda como anda. En descargo de ambos, debemos de decir que aún están a años luz de alcanzar las ’virtudes’ de aquel quien un día ocupó posición similar y terminó convertido en un gigolo-cobarde-cristero de closet-nazi-sinarquista. En lugar de invocar el escritorio heredado, deberían de convertirlo en leña para purificar el cargo.

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