¡Qué conste... los olvidados!

Dios aprieta, pero no ahorca

Dios aprieta, pero no ahorca
Política
Junio 09, 2017 22:38 hrs.
Política ›
Sócrates A. Campos Lemus › diarioalmomento.com

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HOY ES VIERNES, si es viernes y es el día de plaz,a del tianguis, en el pueblo, pues sí hay poco para mercar, no hay mucho, no tuvimos buena la cosecha, diosito no nos bendijo y los pollos no dieron muchos huevos y las gallinas se mueren de repente y la flor de calabaza no está muy buena, las guías no son de lo mejor, las calabacitas no se pueden mercar porque están muy pequeñas, tan pequeñas como tenemos el alma y el dolor por no tener para mercar y para comer como se debe, los frijoles no se han podido cortar y están entre el ejote y la vaina, pero no se pueden soplar para que caigan como manchitas negras llenando el petate con esa luz que tiene el buen frijol, la milpa no está de lo mejor y por eso estamos todos tristes y se va terminando el tiempo de aguas y el sol cala y pega y los elotes no han cuajado y hay mucho pero mucho huitlacoche, la caca de los dioses. En el otro lado, tengo el maíz rojo, rojo como la sangre de Dios padre y Dios hijo, también hay mazorcas azules, bellas como si fueran gotas de agua que van bajado para darnos su amor y su vida y tengo del amarillo, es hermoso, los críos lo ven y lo ven y no se explican cómo tienen esos colores tan brillantes y tan de nosotros y al final casi no tenemos mucho para mercar en el tianguis, pero hay que ir, hay que llevarnos la gallina copetona, la gris con manchas negras y esa del cuello pelón y esperar que los coconos estén bien para los muertos, para hacer el mole de los muertitos y que las ánimas le digan a Dios que nos hace falta que nos ayude y se acuerde de nos, porque nosotros siempre nos acordamos de él, y cuando tenemos, le ponemos su copal y su vela de miel… no sé qué hicimos mal, pero por los pecados seguro nos aprieta pero no nos ahorca, así es Dios, aprieta, pero no ahorca…
Es el tianguis donde vemos a los amigos y a los compadres, es donde sabemos quién se fue y quién está sufriendo en este mundo donde en verdad está el infierno ya que vivimos de la chingada. Hay pasamos los cigarros de hoja, de tabaco negro como el alma que se lleva a cada fumada y la hoja de maíz que le da un sabor especial y platicamos entre nos, en zapoteco, náhuatl, mixteco, maya, mixe de lo que sabemos, los dioses nos dieron la palabra y para que no fuéramos igual de mensos o de malos, no nos podemos entender entre unos y otros, pero sabemos de señas, todos los indios sabemos que somos iguales y por las mismas señas no entendemos, en el silencio sabemos qué dicen nuestros corazones, el silencio es bueno para los indios y es aquí en el tianguis donde solo los blancos gritan peleando a los clientes, los indios estamos callados, esperando, sabiendo que no debemos gritar para que nos compren, los que necesitan se acercan y nos mercan o nos cambian en trueque o simplemente preguntan cuánto esto o cuánto el otro y ya. No sé de dónde sacan eso de que deben regatear, es como sobajarnos, como no aceptar que decimos la verdad, que no necesitamos mentir para dar el precio de la merca, por eso le suben y le bajan, nos ven como si nada, como que debemos darles cuando somos los jodidos, los que no tenemos, a veces, ni mucho para mercar. Cuando vamos por los clavos o el martillo, o el metate o el molcajete o la tortilla no estamos regateando, no pedimos que nos bajen el precio, nos sentimos desgraciados, y así pagamos lo que nos dicen para la merca y si no, no, pues así es la vida del tianguis, no entienden que es para vernos y sentirnos, para saber que existimos, para ver que Dios nos ayuda y nos da o nos niega y nos da poco, pero a todos por igual. No sé porque tengo que pagarle por el piso del puesto, si la tierra es de todos, si así dicen la ley y los topiles y así lo impone el presidente que ni siquiera habla la lengua que sabemos nosotros, pues no entiendo la razón por la que le debo dar para ponerme en el piso, que la tierra es de todos y le tengo que pagar o dejar mi merca o una parte para que se cobren, no lo entiendo, me parece que me roban y me chingan y es mejor que me vaya, pero tampoco me dejan, dicen que tengo que pagar por el espacio y el espacio es de Dios no es de los hombres, como el viento o la luz o la noche… y por alegador que ni saben lo que digo me llevan a la cárcel y me quitan mi merca y me sacan los cigarros de hoja y me acusan con la autoridad y me chingan y piden que vengan mis parientes para que paguen la multa y me puedan sacar o me quedo aquí entre los fierros y las rejas y pues si no tenemos, pues me quedo, no hay más…
Y el autoridad me habla y me grita y no le entiendo, no hablo la castilla pero si entiendo eso de indio pendejo, yope, apestoso, chingado, ladrón, pinche, eso lo conozco desde niño, siempre nos tratan así los blancos, dicen que ellos son la autoridad y ni siquiera tienen el bastón de mando ni se han purificado ni van con los señores mayordomos y los topiles y los viejos para que les den el respeto, no, ellos dicen que son pero la verdad es que no sabemos por qué son la autoridad si ni siquiera hablan la palabra nuestra y nos tratan como si fuéramos asaltantes y matones cuando no lo somos, me quitaron mi machete que es el que uso para limpiar la milpa y el litro de mezcal que compré para el novenario del compadre Filemón, para sus nueve días y la telita que le llevaba a mi comadre para la falda de la niña huérfana que dejó mi compadre y que es mi ahijada. Ellos, si me robaron, ellos, si me engañan, ellos, son los rateros, pinches, ojetes, blancos pinches y ojetes ellos en verdad que no son nadie, pero ellos nos han chingado todo el tiempo, nos roban y nos insultan, nos roban es la verdad y viene mi parentela y le dicen que soy un delincuente, que no obedezco que no soy nadie, que me resistí y que estoy en la cárcel porque seguro que lo que quitaron era robado… y ellos tiene que juntar y pedir para sacarme, dinero es lo que quieren tal como cobraban el piso y tal como nos siguen insultando y robando… y nuestro pecado es ser indios y venir al tianguis… solo para que nos chinguen, no pudimos ni vender nada y lo que mercamos nos lo robaron, así son de hijos de la chingada… y ni modo, Dios nos hizo indios hasta que nos entre el chamuco y pequemos matando a algunos de éstos rateros… sabrá Dios que será de nuestra gente…

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