Perfil de México
El ego revive Día del Presidente
Armando Ríos Ruiz

Política
Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com
El hombre que todos los días fustiga el pasado con denuestos que encuentra en su desajustada mente. Dedicado a maldecir todo lo que ya es historia antes de su llegada al poder, pero cuyas acciones superan grotescamente lo malo que ya se hizo. Que provocó la enorme verdad de que ’es todo lo que critica’, dejó ver en su quinto informe un sueño que debe haber acariciado con verdadera fruición: sentirse arrullado por los vítores ensordecedores del llamado Día del Presidente. O el día del informe presidencial.
No de los últimos informes, cuando el Primer Mandatario en turno tenía que aguantar los abucheos cada vez más groseros de la oposición. Sino de aquellos en que no se escuchaba el ruido de una mosca y el lector del informe era interrumpido constantemente, pero por los aplausos que llenaban el recinto del Congreso de la Unión y lo hacían sentir el mejor hombre del mundo.
Los últimos tuvieron que ser suspendidos ante la amenaza que ofrecían los representantes populares de otros partidos ajenos al Ejecutivo, quienes inclusive optaron por apoderarse de la tribuna para impedir que el documento fuera dado a conocer con la solemnidad y la pompa de otros tiempos. Los que el ahora Presidente añora y acaricia en sus sueños de gloria son los anteriores. Tanto, que ideó uno con el deseo vehemente de satisfacer su inmenso ego.
Se notó cada vez que una multitud escogida con mucho cuidado y guiada por el director de esa extraña orquesta, hacía las señales pertinentes para llenar con gritos el Centro de Convenciones de Campeche. Tal fue el ruido de los vítores, que ese director podría ser convertido en secretario de Estado. De Aclamaciones, aun cuando se trate de un ’camaján’. Para estar a tono.
Lo peor es que esa tribuna campechana fue utilizada para decir todas las mentiras posibles sin el menor rubor, que únicamente quien no tiene conciencia de lo que hace, es capaz de proferir. Los psicólogos aseguran que se trata de una enfermedad denominada mitomanía vanidosa, cuando alguien se auto halaga. Errante, cuando se huye de la realidad. Maligna, cuando compensa un complejo y perversa, cuando se miente para estafar.
Las tres primeras no necesitan explicación. Sabemos que sus aplaudidores dirían que nada es verdad. La perversa se aplica porque estafar es obtener algo con artificios y engaños. El señor obtiene el reconocimiento y hasta la deificación de quienes se sienten bendecidos con su sola mirada. Quienes serían capaces de empuñar el fusil en su defensa, a la mínima señal de ataque a los fifíes.
A los conservadores.
A Calderón, sólo porque les dicen que le robó la Presidencia.
En su informe, el Presidente no ofreció un solo dato que fuera verdad o que no fuera una verdad a medias. Pero esto no es sustancial en su haber. Lo importante es que quienes le creen sin resistencia o sin hacer la mínima conjetura o sin acudir a la información que revela verdades, queden satisfechos y repitan en sus mentes, dormidos o despiertos: ’pre-si-den-te… pre-si-den-te…’ en su honor.
No quiero abundar en los dichos falsos, como que gracias a él, ahora vivimos mejor que en Jauja. O para ser más realistas, mejor que en el país más desarrollado del mundo. De esto ya se ocupó con antelación la periodista Melina Barbosa, quien escribió con meticulosidad cada mentira anticipada en videos promocionales, rebatidos con abundancia de datos certeros.
O cuando habló de las grandes conquistas en materia de economía. O cuando se refirió a la deuda externa o al éxito de México por ser escogido por grandes empresarios de otros países como centro de inversión, gracias a él, en los que no tuvo que ver un ápice.
Como cuando se adornó con las remesas de nuestros connacionales en Estados Unidos, que existen desde tiempo inmemorial.
No hace falta. Los mexicanos acuciosos e inteligentes ya dieron cuenta de esas pifias. La intención es hacer ver a los despistados, principalmente, que estamos fritos con este señor. Quiero pescar en el desierto.
ariosruiz@gmail.com