Folclor urbano
Salvador Estrada
La alcaldía de Iztapalapa y sus habitantes ya se preparan para la representación de La Pasión de Cristo, que inicia el 14 de abril, y lo hacen con anticipación, porque son miles y miles de visitantes los que desean estar ahí y ser testigos de la crucifixión.
Los pobladores de Iztapalapa ya están acostumbrados a la avalancha de turistas que les van a caer en esa semana y para no desentonar empiezan a ’emperifollar’ sus viviendas, a fin de ganarse un dinerito cobrando una ’cooperación’ por el acceso en sus azoteas o a sus ventanas.
La alcaldía, por su parte, alista a sus policías, con la intención de vigilar las vallas para que prevalezca el orden y evitar violencia, jalones y empujones y la venta de bebidas embriagantes.
Como la Pasión de Cristo es una tradición en esa alcaldía, acuden cada año vendedores de todas partes y se calcula que se instalarán en las calles aledañas al ’Viacrucis’ cerca de 300 tianguis, que harán ’su agosto en abril’.
Pero los 150 policías que destinaron a la Semana Santa serán muy pocos para conservar el orden, por lo cual tendrán que doblar la vigilancia y pedirle el apoyo de la Policía Montada.
Y mientras en la alcaldía hacen sus cuentas, todos los tianguistas ’le van a tener que entrar con su cuerno’ para que puedan hacer sus ventas ’legalmente’, los actores pasan ’la charola’ con sus familiares y amigos.
Aunque existe un patronato para apoyar la festividad de la ’Semana Mayor’, sólo Dios sabe a quién apoya y quién apoya al patronato.
Cristo y la Virgen María son los actores que sufren para comprar su vestuario, porque ello representa, cambio de ropa y de pelucas, un gasto aproximado a 40 mil pesos y solamente su familia y los cuates colaboran con ellos ’para estar bien vestidos’.
La alcaldía debería de cooperar con los actores, porque hasta los ’soldados romanos’ tienen que comprar o alquilar su ropa y como los actores son habitantes de esa demarcación, son gente humilde y trabajadora, hacen un esfuerzo y se aprietan el cinturón para cumplir con su compromiso.
Sin embargo, los días de la Semana Santa son un negocio para los vendedores y para los actores un esfuerzo para cumplir lo mejor que puedan con sus personajes y sin ganar un solo peso.
La Semana Santa ya se ha vuelto ’una fiesta popular’ por la cantidad de gente que acude a Iztapalapa, en donde comen tortas, tacos, tostadas, tamales o cocteles de fruta, agua o refrescos, mientras ven pasar a Cristo, sudando la gota gorda, cargando la pesada cruz de madera.
Cuando Cristo llega al Cerro de la Estrella, su última estación, está agotado, ya no puede más y lanza su último suspiro, pero es tanto el cansancio, que hace algunos años, el Cristo de ese entonces ’murió’ en ¡la Cruz Roja!
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