Oponión
Antonio Aja
A lo largo de la historia democrática de nuestro país, han sido varios los intentos por parte de los diferentes gobiernos para controlar los medios. Durante varios sexenios priistas, el papel para imprimir periódico era distribuido exclusivamente por la empresa PIPSA, que a su vez era propiedad del gobierno. Las concesiones de medios eran otorgadas y canceladas de un plumazo de un día para otro y los noticieros de mayor audiencia en el país, que era la fuente más importante de información, eran equiparables a una oficina de información del partido en el poder. Este modo de operar del gobierno federal fue ’exitoso’ durante los mandatos de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo.
’Exitoso’ entre comillas, pues el contexto histórico, económico y político del país de alguna forma permitía o facilitaba que la información estuviera previamente digerida y preaprobada por la Secretaría de Gobernación y distribuida por Notimex antes de poder ser difundida. Además, los periodistas que tenían acceso a esta información oficial eran los mismos que tenían puertas abiertas para publicar a través de medios que, en efecto, estaban al servicio del régimen.
Sin embargo, durante la segunda mitad de la década de los 60, con el comienzo de los movimientos estudiantiles y el principio de la industria turística, distintas voces comenzaron a expresarse y nacía un contrapeso débil pero sano. Sin lugar a dudas, el principal esfuerzo fue el liderado por don Julio Scherer, quien siempre cuestionó de manera crítica cualquier intento de control u opacidad gubernamental. Del salinismo en adelante, si bien cada presidente empujaba su agenda, el progreso y la apertura económica y política por la que se condujo al país promovieron un ambiente informativo más plural y libre. A reserva de los últimos años, en los que varios periodistas han sido cobardemente asesinados y cuyos asesinatos siguen sin ser resueltos. Culpar a los distintos gobiernos de estos asesinatos sería infundado, pero no descartable, principalmente en los casos ocurridos en Veracruz.
Es entendible que cada régimen o grupo de poder intente filtrar y conducir la información que se publica al final del día. Pero también es vital promover voces alternas que publiquen los puntos de vista de grupos minoritarios. El régimen entrante este 1 de diciembre fue beneficiado por esas voces ajenas al poder que durante al menos tres sexenios cuestionaron, criticaron y finalmente lograron convencer a la mayoría de los mexicanos de votar por él.
Sería congruente seguir con esta tendencia de crítica y apertura con tal de que el ejercicio de la democracia permanezca vivo durante el próximo sexenio. Afortunadamente hoy en día contamos con las benditas redes sociales y con miles de medios internacionales a los que los ciudadanos podemos acceder para formar nuestro criterio y opinión y así coadyuvar al progreso de la libertad de expresión.
En su aparición en el programa de Televisa Tercer Grado esta semana, el presidente electo afirmó su respaldo para ’garantizar el derecho a disentir y a la crítica’; asimismo, afirmó ante la audiencia que no va de ninguna forma a ’limitar la libertad de expresión’. Desde luego estos comentarios son recibidos con beneplácito por parte de los periodistas y con la esperanza de que estas palabras dicten el rumbo de las leyes que se promulguen y aprueben al respecto.
Cualquier intento por controlar la información y los medios no sólo resulta anacrónico e inútil, sino también estúpido. No por esto quiere decir que no deban revisarse e implementarse las regulaciones necesarias a través de los organismos gubernamentales para promover la libertad de expresión, la pluralidad y la crítica constructiva a los grupos de poder del país. La madurez política de los diputados y el Senado está en juego. Los mexicanos elegimos un cambio, esperamos y exigimos decisiones responsables y que conlleven al progreso económico y democrático del país.
aaja@marielle.com.mx