PÉNDULO POLÍTICO
Dr. Emiliano Carrillo Carrasco
El sistema democrático actual muestra signos evidentes de disfuncionalidad. A pesar de la pluralidad política, los resultados son insuficientes: la pobreza persiste, la inseguridad sigue en aumento, la justicia es limitada y la desigualdad continúa creciendo. La crisis de los partidos ha llevado a alianzas estratégicas entre ellos, pero la falta de identidad política y el oportunismo han convertido a los actores políticos en figuras sin compromiso real. La democracia, basada en los principios de libertad e igualdad política, requiere un respeto a las reglas del juego, tal como señaló Ortega y Gasset.
El presupuesto de egresos del Estado de México supera los 388 mil millones de pesos, mientras que el Congreso local autorizó una deuda de más de 16 mil 400 millones de pesos, una cifra sin precedentes. Paradójicamente, el gasto en educación sufrió un recorte de 535.4 millones de pesos, afectando aún más la calidad educativa. Las promesas de inversión para el rescate de 10 municipios del oriente del estado parecen poco viables ante un panorama financiero que no cuadra con la realidad.
En el ámbito de la salud, la crisis se profundiza. Más de 3 millones de personas padecen enfermedades cardiacas que los conducen a una muerte lenta, y la población adulta mayor supera los 15 millones. Sin recursos suficientes, sin medicamentos y sin personal médico, el sistema de salud enfrenta un colapso. La eliminación del Seguro Popular y el fracaso del Insabi han dejado a más de 50 millones de personas sin acceso a servicios médicos, afectando particularmente a los sectores más vulnerables. La salud, lejos de ser un derecho garantizado, se ha convertido en un instrumento de clientelismo político.
En cuanto a la educación, la falta de estrategias efectivas limita el desarrollo de las capacidades de los jóvenes, quienes enfrentan un entorno polarizado y una cultura del miedo como herramienta de control social. La desigualdad educativa impide la movilidad social, y la falta de herramientas de lectura y razonamiento agrava la crisis. La economía, por su parte, sufre un declive marcado por el desempleo, la inflación y la precariedad laboral. Las familias carecen del poder adquisitivo necesario para adquirir siquiera la canasta básica.
La juventud del Estado de México representa un alto porcentaje de la problemática juvenil nacional, con altos índices de desempleo, marginación educativa y violencia. De los 94 millones de electores, el 38% tiene entre 16 y 40 años, pero la pobreza les impide confiar en el sistema. Según datos de CONEVAL, solo el **19% de los mexicanos** no es pobre ni vulnerable a serlo.
El problema del trabajo infantil sigue vigente. En México, 3.3 millones de niños y adolescentes trabajan, y el Estado de México presenta una tasa del 9.8%, apenas por debajo de la media nacional del 11.7%. La pobreza laboral y la deserción escolar podrían dispararse en los próximos años, agravadas por las consecuencias económicas de la pandemia.
La democracia enfrenta desafíos estructurales. La burocracia genera tensiones internas como la corrupción y la manipulación de valores, debilitando su eficacia. La libertad de expresión y el derecho a la información han sido socavados por el uso del poder político como herramienta de censura y polarización. La utilización de recursos públicos con fines discriminatorios y la descalificación de medios de comunicación son una práctica recurrente que atenta contra la esencia democrática.
El sistema de partidos, alejado de las necesidades ciudadanas, muestra su incapacidad de representar una verdadera oposición. Pactos territoriales, traiciones políticas y estructuras de control han generado un modelo de poder concentrado, mientras las finanzas públicas se deterioran. La reflexión es clara: ¿qué pasará con la economía y la gobernabilidad si no se toman medidas urgentes?