A priori, el equipo envuelto en una vorágine provocada por la posible fuga de una de sus estrellas, debería entrar más afectado. Y el otro, doble campeón, con un clima calmo en el que todo parece salir sólo, aprovecharía su autoestima para dominar el evento. Pero el fútbol y los Clásicos no atienden a lógicas. Ni en Miami.
Tardo tres minutos Messi en demostrar que para él tiempo y lugar no son excusa. Apoyado en una mala anticipación de Ramos y un par de rebotes afortunados, abrió fuego cuando el Madrid apenas la había tocado.
Otros tres minutos y una mala salida del balón de Carvajal brindó a Rakitic la opción de fusilar a Keylor, tras previo paso la bola por Neymar y Suárez. Tres más tarde pudo repetir el croata con otro tiro duro que salió rozando el poste. Y a Suárez se le fue alto poco después.
No había Madrid, ni lo hubo hasta que uno de sus futbolistas de escalafón secundario tomó el mando. Kovacic recortó a los 13’, resolviendo con un tiro cruzado uno de sus ya clásicos eslalon. Dio resuello a los de Zidane, que gozaron de ocasiones para empatar en pies de Benzema y Modric.
Pero fue un espejismo. El Barça volvió a acosar el área de Keylor con una facilidad sorprendente, tanto como la ineficacia de Messi y Neymar ante puerta en tres acciones clarísimas. El Madrid nunca dejó de ser un caos, pero no suele morir en estado de desorden.
Asensio destapó una fuga del Barça y montó un contrataque de miedo. Se apoyó en su carrera en el resuelto Kovacic para plantarse ante Cillessen y resolver con soltura en el 36’. Empataba un partido que bien podían ir ganando los culés por dos o tres goles. El Madrid, la pegada y su mística de no perdonar al rival.
Mismo desorden
Cuatro cambios de Zidane al descanso no cambiaron el orden del Madrid. A los cinco minutos, una mala marca de Nacho en una falta lateral de Neymar permitió a Piqué rematar a placer ante Keylor. Un error de verano, imperdonable en otra época del año.
El encuentro siguió entre cambios y ocasiones. Tres del Barça por una del Madrid, por establecer una media. Volvió a perdonar Neymar un mano a mano que salvó Navas. Y otro tiro escorado, alto. Y Suárez en carrera, con de nuevo Keylor en el camino. Y Nacho despejando bajo palos un tiro de Umtiti...
Intercaladas y sobre todo al final, en los momentos en los que se midieron las segundas unidades, el Madrid tuvo más opciones. Isco y Bale se encontraron con un meritorio Cillessen, que ya no está sólo de pega.
El Madrid no está completo y no sólo porque le falte su mejor jugador. Sigue siendo pronto para conclusiones, pero no ha ganado en tres partidos y eso siempre genera dudas. El Barça, aún con defectos, parece más maduro, pero sabe que las curvas que se avecinan pueden hacerle retroceder
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