Miscelánea, salud y política
Judith Álamo López
Miscelánea, salud y política
El pasmoso desarrollo de Japón y China
Judith Álamo López
La única regla del viajero es: no vuelvas como te fuiste, vuelve diferente: Ann Carson
Realizar un viaje a Japón y China representó una formidable oportunidad de constatar la fortaleza de las principales potencias asiáticas, ambas naciones poseen culturas milenarias y desarrollo tecnológico e industrial.
Las dos han logrado resurgir después de la Segunda Guerra Mundial.
Poseen culturas antiguas y son muestra del sincretismo religioso, sus pobladores originalmente veneraron a ancestros y espíritus de la naturaleza, pero el budismo Mahayana procedente de la India llegó y se quedó como la principal creencia.
Primero se instaló en China, a inicios de la era cristiana, y en el siglo VI a Japón, donde persiste como la religión predominante, pese a las resistencias de creencias nativas o la incorporación de otras, como el cristianismo o en forma más reciente la religión musulmana.
El budismo se mezcló con las religiones, filosofías y culturas preexistentes: en la China milenaria, creando una armonía conocida como las tres enseñanzas, que incluye las religiones precedentes a la era cristiana: el confucianismo y el taoísmo. Mientras que en Japón se fusionó con el sintoísmo nativo.
Una visita rápida a esas latitudes asiáticas nos permitió constatar el desarrollo alcanzado en sus principales metrópolis, como son Tokio, Osaka, Kioto y Hiroshima, en Japón y Beijing, Xi’an y Shanghái, en China.
Las ciudades visitadas muestran hoy al turista extranjero soberbios rascacielos alternados por templos, principalmente budistas, pero también persisten los sintoístas en el Japón y los confucionistas y taoístas en China.
Ambos países compiten por disponer de la torre más alta y asombrar al mundo. En Japón se yergue la Tokyo Skytree con 634 metros de altura incluida la antena; en territorio chino, la Torre de Shanghái, presume sus 632 metros de estructura arquitectónica, sin medir la antena.
No es extraño ver pasar entre rascacielos al tren bala en ambas latitudes, usamos puentes en las alturas o subterráneos --debajo de la afluencia de ríos--; milagros de la ingeniería y la arquitectura adornan la faz de estas metrópolis futuristas que disponen de vías principales sin cableado visible y de la luminosa señalización de semáforos para transeúntes y conductores de vehículos en calles y avenidas;
A causa de aplicar diferentes filosofías ambos pueblos practican la limpieza como norma en calles y avenidas; por la noche se prende la excelente iluminación que caracteriza a las principales urbes incluidas las rutilantes y titilantes siluetas de las superestructuras urbanas.
Con la modernidad arquitectónica y el denso tráfico de automóviles nuevos --predominantemente pequeños en Japón--, se mezclan cientos de conductores de motonetas que transitan solos o acompañados por las vías principales.
Los templos son muy concurridos no sólo por los turistas extranjeros quienes admiran las estructuras arquitectónicas añosas, centenarias y milenarias restauradas junto a edificios vanguardistas, sino también por los habitantes locales que con devoción y respeto practican sus creencias y hacen reverencias.
Hasta aquí las similitudes en las dos naciones asiáticas, ahora veamos las diferencias, comencemos por la definición de sus sistemas políticos de gobierno.
Mientras China tiene un gobierno socialista dirigido por el Partido Comunista Chino, autoproclamado "dictadura democrática" con economía de mercado; Japón tiene una democracia monárquica constitucional parlamentaria, con un emperador simbólico y un sistema de economía mixta altamente desarrollada.
El actual Gabinete en Japón está liderado por el primer ministro Shinzo Abe, quien ejerce el liderazgo político por segunda vez, pues ya estuvo en ese cargo anteriormente por un período de un año (1996-1997). Actualmente una mujer conservadora, Sanae Takaichi, de 64 años de edad, se encamina como primera jefa de gobierno de Japón.
El líder supremo de China es Xi Jinping, quien ocupa los cargos de secretario general del Partido Comunista de China, desde el 15 de noviembre de 2012 y presidente de la Comisión Militar Central y presidente de la República Popular China desde el 14 de marzo de 2013. Puede ser reelegido como presidente sin restricciones de mandato.
China, considerada "El Gigante Asiático", cuenta con más de 1400 millones de habitantes y hasta hace poco era el país más poblado del mundo, hace dos años India lo superó, y en ello tuvo que ver la política demográfica planificada que estableció el derecho al hijo único para los matrimonios (1979-2015), hace 10 años se amplió a dos hijos y desde 2021 es de tres.
Japón, ubicado al este de China, es llamado la "Tierra del Sol Naciente", con 123.1 millones de habitantes.
Nunca ha tenido una política demográfica restrictiva, sin embargo, desde hace 14 años enfrenta un descenso poblacional, disminuyen los nacimientos y aumenta el número de personas de 65 años y más (29,3%).
También crece significativamente el segmento de mayores de 75 años. El reconocimiento ante la longevidad de las japonesas y japoneses como resultado de un sistema de vida activo, la alimentación oriental y las relaciones comunitarias también tiene su lado problemático: la larga vida aumenta el gasto en salud entre otros.
Japón tiene un índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto que China, según datos del 2022, fue de 0.925 y 0.788, respectivamente.
Las diferencias aumentan cuando se compara el Producto Interno Bruto (PIB): en 2024, el PIB per cápita de Japón fue de aproximadamente de 32 mil 498 dólares; mientras que el de China fue de 13 mil 313.
En cuanto al índice Gini, que mide la desigualdad de ingresos entre la población de una nación, datos del 2022 muestran que hubo mayor desigualdad en China (35.7) en comparación con Japón (32.3).
China y Japón compiten por el liderazgo tecnológico mundial, actualmente ambas son potencias.
China pasó de ensamblar a innovar e impulsar la automatización industrial; invierte en investigación y desarrollo, lidera inteligencia artificial, telecomunicaciones, aeroespacial y las nanotecnologías, mientras que Japón conserva su ventaja en robótica, automoción, electrónica y semiconductores, entre otros.
En las paradojas del desarrollo ambas naciones están en los primeros lugares de naciones con la más cuantiosa deuda externa, pero igualmente, por su estabilidad política y económica ocupan los primeros lugares entre los cinco países más ricos del mundo.
Viajé a Oriente sin expectativas ni prejuicios, para observar y apreciar los países visitados, regresé profesándoles admiración porque si bien es cierto que el sistema chino cancela libertades a sus connacionales, como el derecho a la libre procreación, con planificación inteligente lograron dejar atrás la pobreza extrema de la postguerra mundial y en medio siglo se han catapultado entre las principales naciones del mundo.
Ante el envejecimiento poblacional, China ha cambiado la política del hijo único y decidió impulsar la educación, la tecnología y el comercio internacional digital, para regresarle la grandeza a esa nación que a través de la historia ha hecho grandes aportaciones a la humanidad con inventos como la brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el comercio, entre otros.
Y Japón, con su cultura ética y estética, su exigente sistema educativo, su refinada búsqueda de armonía interna y externa, la alta calidad en sus procesos y sus productos, se ha consolidado como un innovador planetario de la belleza y la eficiencia.
El mundo actual no podría describirse sin su influencia en la cultura de la gastronomía, la moda, la música, el anime –caricaturas japonesas difundidas globalmente, inclusive en la televisión mexicana, a partir de los años 80--, o de las peculiares mangas o tiras cómicas niponas.
**En una próxima entrega narraré el recorrido realizado por 40 turistas mexicanos a finales del pasado mes de septiembre entre las dos naciones asiáticas.