El mes pasado se publicó un adelanto del libro Licencia para robar. Segalmex: el hoyo negro que devoró a la 4T, una investigación periodística que habla de la corrupción en esa empresa paraestatal durante el sexenio anterior y que muchos dieron en llamar la estafa maestra de la 4T.
El texto es un reportaje con entrevistas a personajes involucrados e intenta dejar al descubierto la madeja en la que quedaron envueltos los funcionarios que entonces colaboraban en ese organismo descentralizado, que tenía el propósito de lograr la autosuficiencia alimentaria en granos básicos, como maíz, arroz, frijol y además leche, a precios accesibles para el consumo de todos los mexicanos.
Seguramente, los autores del libro pensaron realizar un trabajo que desnudara profundamente el caso que representó un fraude gigantesco, de más de 15 mil millones de pesos y que motivó la separación de su director. El propósito estuvo diseñado para ayudar principalmente a las clases más pobres, lo mismo que a los productores, con pago justo a sus productos.
Lo que no pensaron fue que, al hablar de empresas supuestamente beneficiadas con contratos de compra-venta, exponen a su personal. A los propietarios, en momentos difíciles para cualquiera que ’sufra’ la publicidad del éxito, porque los convierten en blanco de bandoleros que operan a sus anchas, sin que se les persiga. Pero también a ejecutivos y familiares de las mismas.
Lo anterior me consta, porque así me lo expresaron, familiares y personal de algunas organizaciones dedicadas a la compra venta de diversos artículos, que se han convertido en proveedoras favoritas de este gobierno, pero además contempladas como las más eficientes, por su capacidad de proveeduría, por su puntualidad y por su responsabilidad a toda prueba.
Lo que ocurrió en Segalmex, es parte del sexenio anterior y permanecerá como símbolo de corrupción. La autoridad habrá de encargarse de lo que ocurra con ella. Fue sustituida por Alimentación para el Bienestar, con el mismo propósito de coadyuvar con la entrega de alimento a todos los rincones del país en todos los tiempos, incluidos los que fuerzan a la escasez, como los fenómenos naturales.
Las empresas denominadas Grupo Pelmu, Todólogos.Com y Family Duck, pero también Konkistolo, y Abastémade, fueron señaladas de estar asentadas en domicilios falsos, cuando lo realmente falso es esta aseveración. Un reportaje también manifiesta que una de ellas, Konkistolo, está alojada en el departamento de un edificio. No obstante, la misma autoridad ya hizo las investigaciones necesarias y encontró falsedad en este y otros señalamientos.
Por cierto, estos han sido temerarios, cuando afirman que una de ellas o algunas de ellas recibió o recibieron contratos de dos mil millones de pesos, que la misma paraestatal se encargó de desmentir. Por si fuera poco, todas han respondido a las emergencias más demandantes en los momentos más apremiantes o de grandes apuros, ocasionados por la misma naturaleza. De ahí que se hayan convertido, con justa razón, en las preferidas.
Esto parece haber incomodado, tal vez a otros empresarios o a quien haya concebido la idea de desplazar a quien cumple en donde otros no pueden, aunque la sucesora de Segalmex se haya empeñado, desde el principio, en cumplir lo más apagada a la ley y a las necesidades de quienes esperan ayuda.
Han acudido con toda premura a diversos estados afectados por ciclones o por temblores y han respondido a exigencias de entregar mercancía sumamente necesaria, en rincones bastante apartados de la capital. Como Sonora, por ejemplo. Las respuestas han sido de un día para otro. Aun así, han sido amonestadas por retrasar las entregas algunas horas. ¡El Colmo!
Creo que lo peor de todo esto, es la situación de inseguridad en que esos reportajes han colocado a muchos empresarios y a sus familiares, lo mismo que a algunos de los ejecutivos, que tienen motivos sobrados para mostrar una gran preocupación. Porque, sencillamente, vivimos tiempos muy difíciles.
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