Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Nunca como el sexenio pasado y hoy, México ha llamado la atención en todo el mundo. Pero gracias a una política aplicada por un enfermo insensible, encerrada en una frase nefasta que, lejos de convencer al más ignorante, retrasado mental o enamorado de la 4T, provocaba urticaria y taladraba la mente por lo profundamente ofensiva: abrazos. No balazos.
El descubrimiento del ese campo del horror en Teuchitlán, Jalisco, que en muchas formas se comparara con el de Auschwitz, constituye todo un caso de lamento profundo. De negligencia criminal ejercida por el gobierno de López, de Enrique Alfaro, ex gobernador, de José Ascensión Murguía, alcalde y de la Guardia Nacional. De acuerdo con lo que hasta hoy se conoce.
Se ha dicho que las cuatro entidades sabían de su existencia y la última aceptaba un soborno para dejar operar al cartel Jalisco Nueva Generación en ese campo. Hoy, todo México sabe que el Primer Mandatario daba orden a sus fuerzas armadas, de permitir a los narcotraficantes actuar a placer, inclusive en contra de ellas mismas, a las que vejaban vergonzosamente.
Con toda la andanada de información que existe en los medios escritos, radiofónicos, televisivos y cibernéticos, la Presidenta ha dicho que no se trata de un hecho político y la verdad no sabemos que necesita para serlo. Porque a estas alturas que la información ha caminado más de prisa que nunca, por la triste, pero gigantesca importancia del caso, es obvio que hay un responsable político y al mismo tiempo criminal, que debe ser llevado a juicio por múltiples motivos.
¿No tenía acaso el Presidente una relación íntima con los criminales que le ayudaron a ganar elecciones, ante quienes dejaba ver su enorme agradecimiento porque en momentos electorales se dedicaban a secuestrar, a intimidar y a asesinar a los aspirantes contrarios a Morena? ¿Acaso no lo hacía también con lujo de cinismo? Alguien dijo que engañaba con la verdad y él lo creyó.
Tuvimos que soportar todo un sexenio esa frase y jamás, el Primer Mandatario se cansó de insistir en que no la cambiaría, porque su gobierno buscaba atacar las causas de la violencia y nunca las encontró, sencillamente porque se trataba de vernos la cara con semejante estrategia. Tan es cierto esto, que hoy, su alumna vive en una angustia permanente, porque para el mundo, México es un estado de bárbaros y Estados Unidos desea reivindicarlo.
Así de grande le dejaron el paquete. Las ansias de sentarse en una silla tan grande eran demasiadas. Pensó que gobernar era sólo sentarse y repartir órdenes. Jamás elucidó que se necesitaba más que presunciones de estudios científicos que no ha justificado para nada y que ni siquiera sirven en una actividad tan diferente, opuesta y tan lejanamente divorciada: la política.
El caso del rancho del horror fue descubierto por madres buscadoras, mientras quienes lo conocían, de acuerdo con muchas versiones, lo soslayaban. Aún existen otros 18 estados en donde se ejercitan esas prácticas del crimen, dedicados a reclutar a niños, jóvenes de ambos sexos y adolescentes, para entrenarlos en las artes de asesinar y traficar estupefacientes. A eso hemos llegado, gracias a un gobierno nefasto que hoy mantiene en vilo a todo México.
Fue la señora Indira Navarro, fundadora del colectivo Guerreros de Jalisco, quien hizo el descubrimiento y quien propuso que la Fiscalía General de la República atraiga el caso. Que éste sea minuciosamente revisado por investigadores independientes. Juicio para funcionarios federales, estatales y locales y recurrir a la Corte Penal Internacional.
Para mayor abundamiento, en 2019, la Secretaría de Gobernación elaboró un documento con el título de Mecanismo Estratégico de Reclutamiento y utilización de Niños, Niñas y Adolescentes por Grupos Delictivos, para fortalecer la prevención integral del delito de reclutamiento en escenarios de delincuencia organizada, entre otras acciones. ¿Por qué el Presidente López no lo mencionó jamás? Porque era contrario a sus perversos sueños de conquista.
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