Concatenaciones
Fernando Irala
Sucesivos huracanes han golpeado las costas mexicanas por ambos océanos y también el sureste de Estados Unidos.
Estas tormentas han existido desde que la humanidad tiene registro, y siempre han sido destructivos, en América y en otras regiones del mundo. Pero hay indicios de que en las últimas décadas, su intensidad ha venido en crecimiento y con ello su potencial dañino en las zonas donde tocan tierra.
Los expertos atribuyen este crecimiento súbito al llamado cambio climático. Cuando hace medio siglo el tema comenzó a interesar a los científicos, se hablaba del calentamiento global. Pero aunque el incremento de la temperatura planetaria es en sí mismo alarmante, lo más notable es una serie de secuelas, entre ellas la disminución de los hielos polares, el aumento paulatino del nivel del mar y la intensificación de los fenómenos meteorológicos.
Pese a las evidencias de ese caos ecológico, los líderes mundiales han actuado con tardanza y tibieza para detener el proceso destructivo de la Tierra, causado –ya se sabe— por el consumo irracional de energía, el agotamiento de recursos naturales como los bosques y la contaminación de diversos tipos.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia norteamericana, esa involución se ha agravado, pues ese hombre que no se ha dado cuenta dónde está parado, tampoco entiende y hasta se ha burlado de lo que califica como un mito. Y ha hecho algo más, ha retirado a Estados Unidos del Acuerdo de París, respaldado por casi todas las naciones del mundo como un conjunto de medidas urgentes para revertir el deterioro del clima.
No es de esperar que luego de que Texas, Florida y todo el sureste del país vecino ha sido azotado por dos huracanes en pocas semanas, el gobierno estadounidense cambie de opinión. Y aunque así fuera, revertir el cambio climático no es sencillo ni se verá en breve. La reconstrucción y preservación de la naturaleza implica un esfuerzo mundial sostenido y disciplinado de largo alcance.
La gran pregunta es si los seres humanos y los gobiernos de todo el planeta serán capaces de reaccionar y actuar con la velocidad y eficacia que hace falta.
Mientras tanto, asistimos a la degradación constante del mundo en que vivimos.
