Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
En una actitud impulsiva, impensada, irracional, la señora Presidenta reaccionó sorprendida por la acusación que hizo la Federación Mexicana de Futbol, del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), en el que algún empleado o algunos, decían: te bajo tus multas a cambio de boletos para el Mundial y utilizó esta acusación para justificar su desaparición por órdenes de su jefe, el anterior Presidente de México o quien la designó sucesora de él.
Se trata, desde luego de un acto reprobable, como deben haber existido muchos otros. Sin embargo, no justificaban su desaparición, sino, como todas las instituciones en donde se registraban y se registran estas conductas, sólo
reformas a fondo para impedir que los empleados corruptos aprovecharan sus cargos para lucrar, inclusive con castigos ejemplares, según el caso.
La señora dijo en una conferencia mañanera, que para quienes siguen defendiendo al INAI, no sabemos hasta dónde llegaba la corrupción. Señaló además que ’no solamente eran los centros nocturnos, los viajes, sino la corrupción vinculada con la disminución de una multa’.
También prometió una investigación en esa institución dedicada a la transparencia, defendido a capa y espada por la oposición y esta denuncia se suma a las anteriores y sus funciones las asume la Secretaría Anticorrupción y buen gobierno, que garantiza la protección de datos personales como la transparencia, en todos sus niveles, en manos hoy de Raquel Buenrostro.
¿La Presidenta se atreve a criticar la función del INAI y a anunciar que investigará, cuando ya ni siquiera funciona y cuando tiene muchísimos otros problemas que ni por equivocación atiende, aun cuando amenazan seriamente la supervivencia de los mexicanos? ¿Cuándo todos la escuchamos decir que no es su papel remover al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, aun cuando todos los indicios lo llevan directamente a los cárteles de su zona?
¿Se atreve a condenar a esa institución ya fuera de servicio, cuando podría anticipar en este momento incendios que podrían suscitarse en el Estado de Guerrero, igual que en Sinaloa, gobernado por una mujer extraordinariamente incapaz y protectora igualmente de criminales, a quién, lejos de prometer investigar, ha arropado con su confianza absoluta?
¿No es exactamente igual su actuación como Presidenta, que la de su antecesor, cuando defendía a los criminales y les agradecía sus pésimos comportamientos que favorecían a Morena con sus abrazos y cuando expresaba que confiaba en sus funcionarios corruptos y avalaba sus corruptelas? ¿Ejemplos? Segalmex, uno de miles. Hoy desaparecida para ocultar pistas que seguramente lo incriminarían a él mismo, como a su amigo Nacho Ovalle.
¿Por qué no promete investigar a los llamados Trivagos, implicados en actos de corrupción que inclusive ponían en riesgo a los usuarios del Tren Maya, por suministrar para ese proyecto balastro de ínfima categoría que podría provocar su descarrilamiento, como ocurrió, aunque a baja velocidad? ¿Por qué no investigarlos por el supuesto suministro de medicamentos que ni siquiera llegaron a su destino, pero si proporcionaron grandes ganancias?
Pero ahora se encargará de suplir las funciones del NAI, la Secretaria anticorrupción, a cargo de Raquel Buenrostro, ’tapadera de todos los actos de corrupción de Morena’, como acusó con toda puntualidad y probada valentía, la senadora Lily Téllez. Impuesta por el único hombre que puede imponer a placer, garantía de continuismo de la corrupción.
Demostró que lo que sabe hacer es encubrir a los corruptos cómplices del anterior. Buenrostro es pues garantía de impunidad a los cómplices del ex Presidente. Claro que la Primera Mandataria no podría hacerse el harakiri, pero bien podría ordenar una investigación de actos propios, como la Escuela Rebsamen y la línea 12 del Metro.
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