Opinión

La perspectiva de un fuereño ante los eventos estadounidenses

La perspectiva de un fuereño ante los eventos estadounidenses
Periodismo
Enero 08, 2021 20:42 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

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Muy poco grato fue observar a mediados de esta semana, que hoy termina, las imágenes de los incidentes acontecidos en los EUA. Eso, al final de cuentas, fue el reflejo de un problema que lleva años incubándose y que cada día se exacerba, la partición, literalmente, en dos de dicha nación. Los partidarios de uno y otro bando se acusan mutuamente de ser los causantes de los problemas. Nadie quiere aceptar su parte de la responsabilidad. Hoy, la excusa son los resultados de la elección presidencial, pero en realidad esto no es sino un eslabón más en una larga cadena de acontecimientos que han ido minando la base de sustentación de la sociedad estadounidense. Este escribidor, desde su perspectiva como fuereño, habrá de compartir con usted, lector amable, la forma en que percibe la situación.
En estos días, lo mas fácil es sumarse al coro de quienes condenan al presidente Donald John Trump. Sin embargo, poca es la atención que ponen a lo que subyace detrás de los enfrentamientos suscitados. Mientras algunos demandan la remoción del mandatario y califican, con toda razón, de irracionales a quienes efectuaron el asalto al Capitolio, poco reparan en ver quien eran realmente estos. La primera pregunta que nos urge es ¿A quién convenía que los partidarios de Trump lucieran como violentos? Eso nos lleva a otro cuestionamiento ¿Hubo o no infiltrados a la hora de la violencia? Nosotros estamos convencidos que no es mediante la confrontación a garrotazos y/o balazos como ha de construirse el futuro de cualquier nación. Ante ello, recordamos como en el verano de 2020, bajo la excusa de cobrar viejas afrentas y, según ellos, finalizar la discriminación racial, grupos etiquetados como ’Black Lives Matter’ o ’Antifa, ’salieron a destruir estatuas y, lo peor a incendiar negocios pequeños en las principales ciudades estadounidenses, mientras se demandaba que la violencia policiaca era intolerable y, por lo tanto, debería de suprimirse esas fuerzas del orden mediante una reducción drástica de sus presupuestos. Entonces, no escuchamos las voces de protesta de quienes hoy, repetimos, condenan justamente los hechos acaecidos en Washington, D.C.
Respecto a lo anterior, es resaltable la actitud de algunos comunicadores en los medios estadounidenses. Mientras que, por un lado, se dicen partidarios de hacer un llamado a la unidad, por el otro, enderezan criticas mordaces a quienes no comparten su perspectiva. Un ejemplo de ello fue la actitud asumida por el descendiente de Cornelius Vanderbilt, Anderson Cooper, el comentarista de la cadena CNN, quien arremetió contra de los partidarios de Trump diciendo que los partidarios de Trump eran aquellos que acuden a comer a Olive Garden y se hospedan en los Holiday Inn, algo que muestra su desprecio por el estadounidense común y que puede enmarcarse junto con aquella frase desafortunada pronunciada por Hillary Rodham Clinton cuando los calificó como ’deplorables.’ Con esos llamados a la unidad para que se quieren divisionistas.
La presencia del divisionismo en la sociedad estadounidense nadie lo va a negar. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, esto no se halla en la afiliación partidista. La partición se encuentra claramente establecida entre dos grupos. Uno es el de aquellos que están convencidos de que es factible mejorar las condiciones de vida mediante, la instrucción de calidad, el esfuerzo y el trabajo constante. En el otro, se encuentran quienes estiman que todo debe de dárseles de manera gratuita y su misión es demandar que el gobierno les provea de lo que requieren. Al respecto hagamos una reflexión.
Quienes hemos dedicado tiempo a la revisión de la historia estadounidense, podemos apuntar que dicha nación creció y se desarrolló gracias a que su sistema productivo funcionó como tal y se construyó instituciones de instrucción con calidad. A finales del siglo XIX, con todas las injusticias sociales que se quiera apuntar, se construyó la base de sustentación industrial que brilló a lo largo del siglo XX. Sin embargo, al modelo fue requerido hacerle algunos ajustes, mismos que efectuó el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) con métodos no muy ortodoxos, pero muy efectivos. Posteriormente, durante la década de los 1920s, tras del triunfo en la Primera Guerra Mundial, la economía estadounidense vivió años de gran prosperidad en donde el uso adecuado del ahorro y las inversiones dieron paso a la inventiva y el incremento en la productividad permitiendo que brillara en la conducción del país la actitud silenciosa, acompañada de mano firme, de Calvin Coolidge (1923-1929). Cuando la ambición hizo estallar la crisis del 29, Herbert Hoover (1929-1933), si bien evidenció falta de habilidad política, no estuvo carente de propuestas de una solución para aminorar el problema, mismas que le planteó a su sucesor Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), pero este las desechó pues buscaba llevarse toda la gloria para resolver el problema. Al final de cuentas, solamente pudo evitar el colapso y no sería sino hasta que los EUA se involucraron en la Segunda Guerra Mundial cuando pudieron sobreponerse y recuperar el crecimiento. Sin embargo, los años mejores llegarían durante el mandato de Dwight David Eisenhower (1953-1961), cuando nuevamente, gracias al uso adecuado del ahorro y la inversión, volvieron a incrementarse los niveles de productividad y en consecuencia los standares de vida de los estadounidenses. Durante la década de los 1960s, la economía continuó creciendo, mientras los presidentes John Fitzgerald Kennedy (1961-1963) y Lyndon Baines Johnson (1963-1969) realizaban cambios sociales esperados largamente. Sin embargo, en esos tiempos, las cosas empezaron a descomponerse. La década de los 1970s fue un espacio que culminó con el gobierno desastroso de James Earl Carter (1977-1981) que arrastró a la economía y el liderazgo estadounidense en el mundo. Cuando pocos lo esperaban, el gobierno de Ronald Wilson Reagan (1981-1989) entregó resultados más que positivos tanto en lo económico como en lo político cuando terminó con la URSS, obra política que fue concretada por George Herbert Walker Bush (1989-1993) quien, sin embargo, cometió el error de olvidarse de sus promesas ’read my lips, no more taxes…’ y todo lo que realizó se fue por la borda. La economía estadounidense volvería a vivir años de bonanza, gracias al desarrollo de tecnologías nuevas e incremento de la productividad que permitieron que el gobierno de William Jefferson Clinton (1993-2001) sea recordado como uno con logros más que significativos. Así, llegamos al Siglo XXI y los gobiernos de George Walker Bush (2001-2009) y Barack Hussein Obama (2009-2017) transitaron entre azul y buenas noches en materia económica, el sistema de instrucción entraba en crisis, mientras la división se incrementaba y el asistencialismo se convertía en política de estado transformada en ’pobretismo,’ a la vez que la corrección política se instalaba. En ese contexto arribó Donald John Trump (2017-2021) quien se presentó como un elemento perturbador que vino a exponer abiertamente las diferencias que existían entre las diversas visiones de país que se tenían. Independientemente de si a usted o a nosotros nos cae bien la forma de actuar de este ciudadano, la economía estadounidense volvió a transitar por los senderos del crecimiento y los integrantes de los grupos minoritarios vieron mejorar sus niveles de vida gracias a que se incorporaron a la fuerza laboral o bien sus negocios prosperaban. A la vez, el liderazgo estadounidense a nivel mundial volvió a hacerse presente algo que no a todos gustó, pero debemos de entender que nunca será de nuestro agrado ver la hegemonía de otra nación que no sea la nuestra, pero eso ha sido, y será, a lo largo de la historia. Como podemos observar de este apretado resumen, la economía estadounidense, a lo largo del tiempo, ha crecido con el florecimiento de la inversión productiva, el incremento en el desarrollo tecnológico y la productividad que generan empleos remunerativos y cuando se ha tenido un sistema educativo de primer nivel. Nada de eso es factible alcanzarlo mediante la dadiva o la corrección política.
En el entorno de lo anterior, se encuentra el sistema educativo estadounidense. En un afán por proveer instrucción, la educación se da en casa, la masificación se ha hecho presente con el consecuente deterioro en los niveles de calidad. Aunado a ello, la corrección política ha empeorado las cosas. El problema da inicio desde los niveles medios cuando se relaja la exigencia académica para dar paso a tratar de graduar el mayor numero de estudiantes. Uno de los problemas que enfrentan los profesores a nivel universitario es que una gran cantidad de los alumnos no tienen capacidad para analizar y por consiguiente no son capaces de escribir y hablar correctamente. En mucho han contribuido a esa situación el hecho de que los jóvenes son hoy esclavos de las redes sociales y los juguetes electrónicos cuyo sobreuso los convierten en zombis. Nadie podrá negar que los EUA cuentan con una infraestructura de excelencia para instruir, la prueba está en que los pocos que se hayan preparados para aprovecharla tienen resultados exitosos, desafortunadamente son los menos. Hoy, la queja es que quienes se gradúan a nivel de licenciatura salen con una deuda enorme que no podrán pagar pues los emolumentos que reciben tras graduarse son pocos. La razón es simple, masificar y disminuir la calidad trae como consecuencia una contracción en el valor es algo que se aprende en el primer semestre de economía. Eso de anunciar que todos habrán de acceder a la instrucción universitaria suena muy loable, pero se olvida una parte, a ese todos debe de añadirse: quienes posean capacidad intelectual para ello. A esto, debe agregársele que si bien prometer instrucción gratuita, o condonar adeudos, atrae muchos aplausos, pronto se aparece un problema, ¿De dónde van a salir los fondos para cubrir los costos? Y en esto de la gratuidad va otro asunto.
En materia de salud, se les vendió a los estadounidenses que con las reformas implantadas durante la presidencia del presidente Obama aquello sería el paraíso para que todos tuvieran acceso. Sin embargo, aparte de incrementar las primas de los seguros, al final los servicios médicos de calidad no fueron accesibles para todos. Hoy, el sistema de salud vive momentos difíciles agravados por el mal que vino de China y, aun cuando políticamente es incorrecto apuntarlo, los más afectados han sido los miembros de los grupos minoritarios y las clases económicamente desposeídas (López Portillo dixit). Y en medio de esta pandemia, vale una acotación. Hace unos días comentábamos con quien fuera nuestro maestro en historia estadounidense del siglo XX, Michael S. Mayer, acerca de la vacuna y nos hizo una observación que pocos se atreven a precisar, ’si la vacuna existe fue porque el presidente Trump tomó el riesgo y aportó los recursos para que las empresas realizaran la investigación…’ ante ello, no pudimos sino contestarle que efectivamente actuó como lo debe de hacer un hombre de negocios. Mientras la vacuna aparecía, y hoy se administra, los EUA se embarcaban en los diferendos generados por los resultados de la elección presidencial.
Durante dos meses, hemos sido testigos de como el sistema electoral estadounidense ha mostrado estar muy lejos de ser un ejemplo por seguir. Los alegatos de fraude han surgido uno tras otro y ello es consecuencia de una serie de factores que han venido a amalgamarse. La votación anticipada y por correo lo único que puede provocar es dudas y manipulación por quien controle el sistema electoral. A la par de ello, va la votación en las maquinas, mismas que son de lo mas endeble en cuanto a seguridad, cualquiera con suficiente capacidad cibernética sabe como manipularlas y hacerlas que arrojen los resultados que se desea. Además, a la hora de la votación, ni siquiera se certifica que la firma en la boleta corresponda a la registrada en el padrón. Asimismo, es incomprensible que, en los EUA, un país en donde para todo se le pide a uno identificación, no haya una credencial única para votar lo que en mucho ayudaría a evitar carruseles, ratón loco y varias linduras más que todos aquí conocemos. Respecto al sistema de votación, en una ocasión comentábamos con alguien que teníamos dudas sobre el sistema de votos electorales y nos dio una respuesta muy simple, sino existiera, bastaría con que los candidatos presidenciales hicieran campaña en los estados mas poblados y asunto concluido, los más pequeños no serían tomados en cuenta, ante ello aceptamos la explicación. Prueba de esto es que la disputa por la presidencia se ha dado en entidades que no son necesariamente las más pobladas.
Esa lucha por dilucidar al ganador ha venido a mostrar lo que hace tiempo comentábamos con el economista Sergio Enrique Castro Peña, en los EUA se vive una guerra civil no declarada en donde las posturas cada vez se vuelven mas extremas y los intereses por controlar a la población afloran de manera evidente. El problema es que muchos de los actores no se percatan de hacia donde los quieren llevar y se dejan guiar por quienes les ofrecen el paraíso y anexas. Ya lo mencionamos líneas arriba, esto no necesariamente pasa por divisiones partidistas, es el enfoque de qué clase de país, y la forma en que se ha de construir, se quiere para el futuro.
Primero que nada, debemos de recordar que independientemente del partido al que pertenezcan, los miembros de la clase política estadounidense en Washington opera dentro de lo que se ha dado en llamar el ’establishment.’ Para ellos, el hecho de que Trump obtuviera la presidencia fue una afrenta y desde el inicio se dieron a la tarea de buscar minar su gobierno con el objetivo de enviar un mensaje para que en el futuro ningún fuereño volviera a osar adentrarse en terrenos que ellos, el ’establishment,’ considera de su propiedad exclusiva. Dado el carácter provocador de Trump, eso devino en una lucha que duró cuatro años hasta que pudieron derrotarlo en las urnas utilizando todo tipo de argucias legales o no. Hoy, cuando algunos se asombran de que tal o cual personaje renuncia al gabinete o bien algún legislador republicano lanza criticas a Trump, en realidad lo que están mostrando es su deseo de poder sobrevivir dentro del ’establishment,’ sino actúan en esa forma serán expulsados del paraíso y si bien les va estarán condenados a vegetar para después retornar a su lugar de origen.
Ante lo suscitado, hay algo que aquí ya hemos apuntado en ocasiones anteriores. Lo que hoy sucede, se asemeja en mucho a lo acontecido en la elección de 1824 cuando a Andrew Jackson, le robaron literalmente la elección para entregársela a John Quincy Adams, el junior del segundo presidente, John Adams. En todo esto iba un elemento que podo se menciona, la elite política estadounidense de entonces no quería a Jackson por no pertenecer a ella al ser un hombre formado en el fragor de la batalla, además de cuestionar su vida sentimental. En algunas fotos de la Oficina Oval hemos observado que un retrato de Jackson forma parte de los que ahí están colgados. La respuesta que tuvo Jackson ante la derrota fue irse y formar un partido nuevo, el Demócrata. Cuatro años mas tarde regresó y obtuvo la presidencia que ostentó por ocho años de 1829 a 1837.
Si bien actualmente las cosas no dan para la creación de un partido nuevo, por todos los intereses que están en juego, lo que si esta en la palestra es el control del Partido Republicanos. Por un lado, están los miembros del ’establishment,’ los llamados RINOS (’Republicans In Name Only’), mientras que en el otro operan los de un enfoque más conservador, varios de ellos de edad mediana, quienes tienden a linearse con ala de Trump conscientes de que obtuvo alrededor de 75 millones de votos. Esto significa algo difícil de explicar para aquellos quienes arguyen que la sociedad estadounidense lo detesta. Con ese bagaje y el descontento de una parte muy importante de la población, más allá de los actos violentos suscitados que a ciencia cierta no sabemos quién estuvo involucrado, hacen que el aun presidente represente una influencia muy importante dentro de su partido y fuera del mismo.
Muestra de que ello significa una amenaza para el ’establishment,’ es el hecho de como los medios de comunicación tradicionales, impresos y electrónicos, se unen en su afán por exterminar a la de ya todo lo que huela a Trump y sus seguidores. Asimismo, es de llamar la atención como los propietarios de las redes sociales se abroguen el derecho de determinar en donde empieza y termina la libre expresión. Quienes hoy festinan las medidas tomadas, no deberían de olvidar que mañana si sus opiniones no son del agrado de los censores de hoy, habrán de ser los vetados.
En medio de toda esta batahola, aun no toma posesión como el presidente número 46 de los EUA, Joseph Robinette Biden Jr, cuando ya se cuestiona si habrá de treparse en la ola verde, en realidad roja, que hoy domina su partido o se moverá hacia el centro pensando que dentro de dos años se tendrán elecciones legislativas y si no hay resultados positivos en el corto plazo, la mayoría precaria que hoy tiene su partido en las dos cámaras puede evaporarse y moverse no necesariamente hacia el ala de los Republicanos que forma parte del ‘establishment.’
Estas son las reflexiones de un escribidor fuereño quien, como espectador, incursiona en un asunto que al final de cuentas habrá de ser resuelto por quienes tienen el derecho exclusivo de hacerlo, los ciudadanos estadounidenses. Con las decisiones que tomen habrán de ser responsables de la clase de país que quieren para el futuro inmediato y el de sus descendientes. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (21.2) Gustavo Baz Prada, Ignacio Morones Prieto, Jorge Jiménez Cantú, Guillermo Soberón Acevedo, Jesús Kumate Rodríguez, Juan Ramon De la Fuente Ramírez y Julio Frenk Mora, cada uno en su momento, hicieron una gran aportación a la edificación de un sistema de salud que benefició a millones de mexicanos. Ellos fueron creadores de una obra tangible, no voceros de la desgracia y la ineficacia.
Añadido (21.3) Una escena de finales de 2020 nos hizo recordar la narrativa de García Márquez en Cien Años de Soledad: ’… había un gigante de torso peludo y cabeza rapada, con un anillo de cobre en la nariz y una pesada cadena de hierro en el tobillo, custodiando un cofre de pirata. Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar: —Es el diamante más grande del mundo. —No —corrigió el gitano—. Es hielo…’ Y entonces, José Arcadio, José Arcadio chico y Aureliano Buendía lo descubrieron, mientras que el primero. ’con la mano puesta en el tempano,’ decía: ’—Este es el gran invento de nuestro tiempo…’
Añadido (21.4) Mientras observábamos las imágenes del 6 de octubre de 1985 cuando Phil Niekro, como Yankee, obtenía su victoria trescientos a costa de los Toronto Blue Jays, nos vino a la mente, toda proporción guardada, aquel sábado que no precisamos si era de 1971 o1972. Vivíamos los días juveniles y, tras de salir de clases, los preparatorianos de entonces nos íbamos a jugar beisbol. Ese día, como era costumbre, armamos dos equipos y, en el contrario al nuestro, le encomendaron a Alberto Yamanaka Galván treparse al montículo. Ante lanzamientos sin velocidad, no pudimos batearle sino elevados, roletazos, abanicar la brisa o bien sacar hits aislados e inofensivos. Aquellos, los tiempos idos de hace medio siglo…

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