Maximiliano de Habsburgo pensaba librar la batalla decisiva contra los republicanos en Querétaro; pero esa batalla se desarrolló en las inmediaciones de Texcoco.
Roberto Antonio Huerta Paniagua /
ANTECEDENTES
El 17 de julio de 1861 el presidente, Lic. Benito Pablo Juárez García, debido al desgaste económico causado por la guerra civil de los Tres Años o Guerra de Reforma, expidió un decreto en el que se anunciaba la suspensión temporal del pago de la deuda externa y pública por dos años. Ante esta suspensión, el 31 de octubre del mismo año se conformó en Londres la Alianza Tripartita, integrada por Inglaterra, España y Francia, en la cual estos países convinieron intervenir militarmente en México para cobrar las deudas que con éstos tenía la República Mexicana.
En consecuencia, el 8 de diciembre de 1861 llega la flota española al puerto de Veracruz, el 6 de enero de 1862 arriba al mismo puerto la escuadra inglesa; y al día siguiente, 7 de enero, desembarcan allí mismo las tropas francesas al mando del comandante Jurién de Graviere.
Los representantes de los tres países acreedores emiten en el puerto de Veracruz un manifiesto en el que dan a conocer los reclamos de sus gobiernos en contra de México, con la finalidad de lograr el pago de las deudas externas. Así se inician una serie de negociaciones que culminan el 19 de febrero de 1862 con la firman, en el poblado de la Soledad (hoy Soledad de Doblado, Veracruz), de los Tratados de la Soledad o Convenios de la Soledad, mediante los cuales los tres países reconocían al Gobierno Constitucional del presidente Juárez y se comprometían a no atentar contra la independencia, soberanía e integridad del territorio nacional; así como iniciar negociaciones en Orizaba para formalizar sus reclamos. Además, se comprometían a que sus tropas permanecerían en Córdoba y Orizaba, ambas poblaciones en el estado de Veracruz, así como en Tehuacán, Puebla. Inglaterra aprobó la decisión de su representante, España lamentó la firma del suyo, pero la aceptó; empero, Francia, desaprobó formalmente la aceptación de su representante y envió a sus tropas al interior de México violando estos convenios.
El 9 de abril se declara en Orizaba la ruptura de la Alianza Tripartita. Los representantes de España e Inglaterra deciden retirarse de México confiando en que el Gobierno Mexicano pagará la deuda externa y por advertir que Napoleón III, emperador de Francia, se alejaba de los acuerdos de Londres del 31 de octubre de 1861; además, a que el representante francés, De Saligny, simpatizaba y protegía al grupo conservador mexicano con intenciones no muy claras ni ajustadas a las leyes del gobierno legalmente constituido.
El 19 de abril, en Fortín, Veracruz, ocurrió el primer ataque de las tropas francesas a efectivos mexicanos, dando así inició a la Segunda Guerra de Intervención Francesa, la cual contó con el apoyo de los conservadores mexicanos. Hubo dos encuentros más, el 28 de abril en las Cumbres de Acultzingo y el 4 de mayo en Atlixco, Puebla. Al día siguiente, 5 de mayo, fue derrotada en Puebla la avanzada de invasores franceses dirigida por el conde Lorencez, después de tres asaltos consecutivos a los fuertes de Loreto y Guadalupe, asentamiento de las fuerzas republicanas comandadas por el general Ignacio Zaragoza.
En esta batalla, la Guarnición de Texcoco participó como parte del Ejército de Oriente, en la División comandada por el general Felipe Berriozábal, quedando en la 3ª Brigada al mando del coronel Ignacio de la Peña y Barragán, veterano de la Invasión Estadounidense. Esta brigada combatió junto con el 2° Batallón Ligero de Toluca, Tiradores de Ocampo, la Guardia Nacional de Chalco, la Guardia Nacional de Texcoco y los Escuadrones de Tlalnepantla y Cuautla.
Este día, los soldados de la Guarnición de Texcoco defendieron la Plazuela de San José y apoyaron la extrema derecha de la línea de batalla en el Fuerte de Guadalupe, en donde se libraron las más cruentas y sangrientas batallas de este enfrentamiento.
Derrotados los invasores y los conservadores mexicanos, se retiran, pero el 15 de marzo de 1863, tropas francesas y conservadoras, al mando del general Elías Federico Forey y del general conservador Leonardo Márquez (El Tigre de Tacubaya), llegan a la ciudad de Puebla para atacar a las fuerzas republicanas dirigidas por el general Jesús González Ortega que allí se encontraban. El sitio a esta ciudad se inició al siguiente día y concluyó hasta el 17 de mayo del mismo año.
El 10 de abril de 1864 arriban al Castillo de Miramar, cerca de Trieste, Italia, una comisión de conservadores mexicanos que fue a ofrecerle a Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria, y a su esposa Carlota Amalia, la ’corona imperial’ de México. Finalmente, Maximiliano de Habsburgo acepta el ’trono imperial’ de México, creyendo que era todo el pueblo mexicano el que lo pedía.
El 28 de mayo, Maximiliano y su esposa Carlota Amalia llegan al puerto de Veracruz; y el 12 de junio hacen su entrada a la Ciudad de México y se establecen en el Castillo de Chapultepec. Al día siguiente inicia prácticamente el periodo conocido en la historia de México como ’El Segundo Imperio’. Mientras tanto, Juárez, presidente constitucional de México, se dirigía al norte del país, a San Luis Potosí, Saltillo, Monterrey, Chihuahua y a Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua).
Después de casi cinco años de guerra, el 5 de febrero de 1867 salen de la Ciudad de México rumbo al puerto de Veracruz, para embarcarse a Europa, las últimas tropas francesas de intervención al mando del general Bazaine, dejando así a Maximiliano de Habsburgo solamente con las fuerzas conservadoras mexicanas y efectivos austriacos y húngaros. Los franceses retiraron sus tropas de México en previsión de una guerra contra el Estado Alemán recientemente unificado por el canciller Otto von Bismark.
El 17 de febrero Maximiliano de Habsburgo asumió el mando supremo de su ejército y con el grueso de sus fuerzas se dirigió a Querétaro, en donde pensaba librar la batalla decisiva en contra de los republicanos. Jamás imaginó que la batalla decisiva se libraría en otro lugar.
El 9 de marzo, el general Porfirio Díaz Mori inicia el asedio y sitio de la ciudad de Puebla, defendida por fuerzas conservadoras. Entre tanto, en la ciudad de Querétaro, Maximiliano, junto con los generales conservadores Miguel Miramón, Tomás Mejía, Leonardo Márquez, Méndez y otros más, se encuentran sitiados por el Ejército Republicano.
El 22 de marzo, Maximiliano nombra ’Lugarteniente del Emperador’ al general Márquez y le pide que se dirija a la Ciudad de México por refuerzos. Márquez, a la media noche de ese día, logra romper el cerco establecido por las fuerzas republicanas y sale rumbo a la capital con el fin de reunir tropas y municiones. Lo acompaña Santiago Vidaurri, quien desempañaría el cargo de secretario de Hacienda y debía recaudar fondos.
El 30 de marzo, Márquez, logra conformar un numeroso ejército para auxiliar a la plaza de Querétaro; pero se entera de que el general Porfirio Díaz pretendía tomar la ciudad de Puebla, entonces salió rumbo a dicha ciudad al mando de un ejército compuesto por un cuerpo de infantería y dos brigadas de caballería, sumando 3,480 hombres con 17 piezas de artillería para enfrentarlo.
Por su parte, el general Porfirio Díaz incorporaba a sus tropas a civiles que luchaban en las afueras de Puebla y bloquea las principales vías de comunicación a esta ciudad. El avance de las tropas de Márquez preocupó al general Díaz, por lo que convocó a una junta de generales en la que se decidió tomar Puebla lo más pronto posible y después cerrarle el paso a Márquez para evitar que llegara a Querétaro.
Con esta decisión, durante la madrugada del 2 de abril de 1867, los soldados republicanos se colocaron sigilosamente en sus puestos y lugares acordados; y siendo las dos de la madrugada, los generales Figueroa y Pinzón comenzaron el ataque al Convento del Carmen; mientras, el resto de los soldados permanecieron en sus puestos hasta que a las tres y media de la mañana el general Díaz ordenó el asalto generalizado e ingresaron sus trece columnas al ataque. Es importante destacar que en esta toma la caballería republicana jugó un importante papel al asaltar la plaza a todo galope.
La Batalla se llevó a cabo principalmente en el Convento del Carmen que era el lugar más sólido de las tropas imperiales, pues era el lugar en donde se encontraba la mayor parte de los efectivos sitiados.
Al amanecer, la ciudad de Puebla ya había caído en manos republicanas. El combate costó la muerte de un jefe, seis oficiales y 246 soldados, capturándole al enemigo el armamento y haciéndole poco más de dos mil prisioneros. En esta batalla el general Carlos Pacheco Villalobos perdió una pierna y un brazo, y el general Manuel del Refugio González Flores (Manuel González) perdió el brazo derecho. Se distinguieron también en el combate: Luis P. Figueroa, Eutimio Pinzón, Luis Terán y otros militares más.
En sus Memorias, el general Porfirio Díaz asienta que Mucio Maldonado, originario de Texcoco, Estado de México, que de tiempo atrás venía luchando por la causa liberal y la soberanía del país, participó en la toma de Puebla: ’Estando en el sitio de Puebla, y pocos días antes del asalto, se me incorporó el General Don Diego Álvarez con cosa de seiscientos hombres de Fuerzas del Sur y el Coronel Don Mucio Maldonado con 400 caballos de Texcoco’.
MUCIO MALDONADO
Es oportuno abrir aquí un pequeño paréntesis y bosquejar, antes de proseguir, la figura del coronel Mucio Maldonado. Crónicas locales asientan que Mucio Maldonado nació en el Barrio de la Conchita, en Texcoco, Estado de México. Se sabe de él que se dedicó a la piratería en las riberas del Lago de Texcoco y sus zonas de operaciones fueron los embarcaderos de carga de las comunidades de Montecillo y Cuautlalpan; así como el embarcadero de San Felipe (Texcoco), en donde se embarcaban personas (pasajeros). Se le conoció como ’El Pirata del Lago’. Durante la Intervención Francesa, Mucio Maldonado, se unió al Ejército Republicano y estableció su cuartel general en la comunidad de Tepetlaoxtoc, Estado de México, ya que Texcoco era una ciudad proclive al Imperio de Maximiliano de Habsburgo y estaba ocupada por tropas francesas intervencionistas e imperialistas. Destaca de su carrera militar que el 17 de enero de 1867, el imperialista y conservador, Miguel López, partió de Texcoco rumbo a Tepetlaoxtoc con la intención de incendiar a esta comunidad, pero Mucio Maldonado salió a enfrentarlo y lo derrotó en el paraje ’El Calvario’; posteriormente, participó en la Toma de Puebla el 2 de abril de 1867; y, finalmente, en las batallas del 10 de abril del mismo año en los terrenos del Rancho El Batán e inmediaciones de la comunidad de Resurrección (actualmente La Resurrección), cercana ésta a la ciudad de Texcoco.
PERSECUCIÓN DE LEONARDO MÁRQUEZ
Márquez se acercaba a la ciudad de Puebla, y Díaz adoptó y siguió una estrategia similar a la que habían ejecutado los franceses en el año de 1863 al tomar Puebla e impedir la llegada del general Ignacio Comonfort atacándolo en la hacienda de San Lorenzo. La historia se repetía, pero ahora era el general Díaz quien había tomado Puebla y escenificaría contra Leonardo Márquez la nueva batalla de San Lorenzo.
El 3 de abril, Leonardo Márquez avanzaba en su camino hacia Puebla y llega a la Hacienda de Guadalupe, en donde acampa y ocupa las alturas inmediatas, pero sin saber aún a qué se enfrentaría, pues sus observadores no habían regresado con noticias.
El día 4 de abril, Márquez llega a la Hacienda de San Lorenzo y se entera de que Puebla ya había sido tomada por las fuerzas republicanas del general Porfirio Díaz. Entonces, celebra una junta con sus jefes, el coronel Julián Quiroga y el coronel austriaco Kodolitch, para decidir si continúan con el avance hacia Puebla o contramarchan a la Ciudad de México. Además, al enterarse que se enfrentarían a fuerzas superiores a las de ellos, deciden retornar a la capital del país.
El 5 de abril, por sobre la decisión de retornar, Márquez avanza con su columna y llega a la Hacienda de San Diego Notario; y es en esta hacienda que las fuerzas liberales lo empiezan a enfrentar y a cercar. De San Juan Teotihuacán habían salido las fuerzas republicanas del general Guadarrama; de Tepeji del Río, las del coronel Jesús Lalanne; y a su vez, Porfirio Díaz, había salido de la ciudad Puebla para hacerle frente.
El día 6 de abril se dan los primeros encuentros formales entre el Ejércitos Republicano y las fuerzas de Márquez; y es en esta fecha cuando inicia la retirada precipitada de Márquez rumbo a la Ciudad de México. Durante la noche de este mismo día, las fuerzas conservadoras salieron de la Hacienda de San Diego Notario haciendo un rodeo para emprender su marcha por un camino que conducía directamente a la Hacienda de Guadalupe, sin pasar por Tlaxcala.
El general Porfirio Díaz consigna en sus memorias este hecho: ’Como para seguir su movimiento y batirlo tenía yo necesidad de marchar hasta San Diego Notario, para seguirlo por el camino que llevaba, me pareció más obvio contramarchar por Tlaxcala, procurando cortarlo en el Paso de Tortolitas. La travesía a campo traviesa, con trenes era imposible’.
Siendo así, el 7 de abril por la noche, el general Porfirio Díaz llega con sus tropas al Paso de Tortolitas, mientras que el enemigo llegaba a la Hacienda de Guadalupe, en donde aparentemente acampó. En este mismo día, en contra de la verdad, El Diario del Imperio, publica falsamente la noticia de que Márquez había entrado a la ciudad de Puebla y que el general Díaz había huido herido y precipitadamente.
LA BATALLA DE SAN LORENZO
El día 8 de abril, antes del amanecer, Porfirio Díaz emprendió la marcha en contra de Márquez, pero éste ya había huido a la media noche dejando en la Hacienda de Guadalupe a casi todos sus heridos. En esos momentos se presentó ante Díaz el coronel Jesús Lalanne, informándole que en un monte cercano a la Hacienda de San Nicolás el Grande, tenía 400 caballos y 600 infantes que había organizado en el Estado de México. Díaz entonces le ordena que haga lo posible por detenerle el paso a Márquez, aun cuando fuera por algunos momentos, con el objeto de darle alcance. Al mismo tiempo, Díaz, puso a los Batallones 1°, 2° y 3° de Cazadores de Oaxaca, a la grupa de caballería, lo mismo que a los pelotones de artilleros de dos baterías rayadas de montaña y cuyos cañones fueron conducidos por la caballería a cabeza de silla. El coronel Lalanne cumplió sus órdenes y fue destrozado casi por completo entre las haciendas de San Nicolás y de San Lorenzo, pero debido a este sacrificio, Díaz pudo alcanzar a Márquez quien se encastillo en esta última hacienda y mandó contra las fuerzas republicanas a toda su caballería.
La caballería de Márquez fue rotundamente rechazada hasta la Hacienda de San Lorenzo, y Díaz estableció su columna de vanguardia al frente, extendiéndola semicircularmente y con la intención de envolver la hacienda; y conforme iba llegando la tropa la fue colocando hasta que arribaron los últimos batallones después de la medianoche.
Al amanecer del 9 de abril, el general Porfirio Díaz realizó un reconocimiento del campo enemigo aprovechando las alturas vecinas a la Hacienda de San Lorenzo, y observó que el enemigo no estaba acampado dentro de la finca, sino en los barbechos, dejándola por delante como defensa contra la artillería. Entonces, Díaz, estableció una batería de montaña sobre una elevación en un flanco desde donde comenzó a batir a Márquez obligándolos a meterse dentro de la hacienda.
Al anochecer de este mismo día, llegó un ayudante mandado por el general Guadarrama, quien había sido mandado desde Querétaro por el general Escobedo con una columna de cuatro o cinco mil caballos en observación de Márquez, y le participó al general Díaz que se ponía a sus órdenes. Díaz, entonces, le ordenó al general Guadarrama que con toda su columna cerrara, por el sur y el occidente, el sitio que se había empezado a establecer a la hacienda por la parte oriental; pero Márquez comprendió esta táctica e hizo salir un carro con dinero conducido y escoltado por unos 50 húngaros por donde estaba el grueso de la caballería de Guadarrama. Esto causó algunos desordenes entre las tropas del general Guadarrama, que a pesar de haber batido a esa escolta de húngaros se dedicaron al pillaje del carro. Este desorden entorpeció las operaciones de Guadarrama, lo cual aprovechó Márquez para salir de la hacienda con rumbo a San Cristóbal, tomando el camino que conduce a la ciudad de Texcoco.
Cuando Porfirio Díaz advirtió esta estratagema, mandó a los munícipes de Calpulalpan, que estaban con él, que destruyeran el puente de San Cristóbal, el único paso posible para trenes que podía aprovechar el enemigo. Pero debido a la gran extensión de esta barranca, la gente de los munícipes no tuvo tiempo para destruir completamente el puente, aunque lo desaterraron dejando los maderos desnudos para quemarlos, lo cual no ocurrió porque el enemigo llegó a este lugar en esos momentos.
Al mismo tiempo que el general Díaz ordenaba la destrucción del puente, salió con las caballerías de los generales Leyva y Manuel Toro a gran trote sobre Márquez; y en el camino se le incorporó el coronel Lalanne.
LAS BATALLAS EN LAS INMEDIACIONES DE TEXCOCO
Al amanecer del día 10 de abril, el general Guadarrama con su caballería se unió a la columna del general Díaz, ya que había dejado órdenes de que todo el Cuerpo del Ejército lo siguiera. Entretanto, sabiendo Márquez que el puente de San Cristóbal estaba parcialmente inutilizado, mandó rápidamente a unos ingenieros a repararlo; pero éstos, imprudentemente metieron el carro en donde llevaban sus instrumentos de zapa sobre el mismo puente y quedaron atorados tanto el carro como las mulas al meterse las ruedas y las patas de esos animales en los claros que dejaban los maderos. Esto obstruyó el puente impidiendo el paso de los trenes y obligando a la tropa enemiga a marchar por los flancos de dicho puente. Entonces Márquez ordenó arrojar al fondo de la barranca toda su artillería con excepción de dos piezas de montaña, que hizo pasar en hombros. Pero en esos momentos arribaron parte de las tropas republicanas y empezaron a atacar a corta distancia a los imperialistas. Ante este ataque, Márquez se parapetó del otro lado del puente presto a defenderse, pero una vez que el ejército republicano comenzó a batirlo en forma, huyó dejando a toda su infantería, alrededor de dos mil hombres, los cuales finalmente fueron apresados.
El Ejército Republicano persiguió a Márquez durante todo este día hasta la ciudad Texcoco. El general Porfirio Díaz al respecto anotó en su diario lo siguiente: Seguimos la persecución todo ese día hasta Texcoco con muchos episodios muy poco sangrientos para nosotros, pero fatales casi todos para el enemigo. En la Hacienda Blanca hizo éste un supremo esfuerzo de resistencia que nos causó algunas pérdidas, entre ellas la del Coronel Don Mucio Maldonado, que fue muerto al tomar al enemigo las últimas dos piezas de montaña que le quedaban.
Sobre este episodio en lo particular, el general Ignacio M. Escudero, es más descriptivo y en sus notas consigna lo siguiente: Pero se vieron de nuevo obligados los imperiales a retroceder, llegando a Texcoco la división de Márquez, reducida a los cuerpos de húngaros y austriacos: continuaban éstos sin embargo, disputando no la victoria, sino la derrota, hasta que fueron barridos por la caballería republicana que, lanceando al enemigo, quitó a éste el resto de su artillería y sus equipajes haciéndole más de trescientos muertos y mil prisioneros.
Al penetrar los republicanos a Texcoco, Mucio Maldonado, el intrépido guerrillero que hacia cuatro años combatía por la independencia de su patria como un héroe, cayó muerto, atravesado por dos balazos en el corazón. Así vino a terminar su carrera de gloria en el suelo mismo que lo vio nacer.
El cadáver del guerrillero, que había caído entre los húngaros, fue disputado por sus soldados a lanzazos y rescatado al fin.
Algunas crónicas locales, un poco románticas, asientan que al final de la batalla, Mucio Maldonado, regresó de Texcoco a uno de los lugares del encuentro en busca del trofeo que lo ameritara a él y a su tropa como ganadoras de ésta; y ahí, tirado, supuestamente muerto, como cientos de soldados húngaros y austriacos que yacían ’en el poblado de Resurrección’ (La Resurrección), estaba un soldado con la bandera del 8° Regimiento de Húsares Austriacos. Al acercarse el coronel Maldonado y tratar de arrebatarle la bandera, el solado le disparó a quemarropa atravesándole el corazón, quedando muerto ahí el héroe texcocano; y que, ’sus restos descansan en el panteón de la comunidad de San Diego’. Pero cabe aclarar que estas crónicas no concuerdan exactamente con los hechos descritos en los documentos ni con los restos históricos tangibles existentes, como es la ubicación física del obelisco o ’Cruz de Mucio’.
La Hacienda Blanca (actualmente Hacienda La Blanca o solamente La Blanca), en donde Leonardo Márquez se hizo fuerte por un momento para resistir a las tropas del general Porfirio Díaz, está en el poblado de San Joaquín Coapango, a escasos seis y medio kilómetros de la ciudad de Texcoco. Entre esta ex-hacienda y el Rancho El Batán, que está aún más cerca de Texcoco, como a cuatro kilómetros, en los terrenos que eran entonces del propio rancho y aledaños a la comunidad de La Resurrección, y ahora a un costado de la actual Carretera Federal No. 136 México-Zacatepec, rumbo al puerto de Veracruz, vía Texcoco y también aproximadamente a cuatro kilómetros de distancia de esta última ciudad, se levanta un monumento conocido como la ’Cruz de Mucio’ que señala el lugar en donde se considera que cayó muerto el coronel Mucio Maldonado. Cronistas del municipio de Tepetlaoxtoc así lo afirman.
Con base en las fuentes bibliográficas, los numerosos sitios electrónicos, otras crónicas y el sitio en donde está actualmente el obelisco erigido a la memoria de Mucio Maldonado, se puede deducir que los principales encuentros bélicos cercanos a la ciudad de Texcoco se efectuaron al atacar el Ejército Republicano la troje de la Hacienda La Blanca (Hacienda Blanca) y en los terrenos del Rancho El Batán. Sobre el poblado de Resurrección (La Resurrección), solamente se asienta que fue allí en donde Márquez, se adelantó en su apresurada huida hacia la Ciudad de México dejando al coronel Arrieta al frente de la mermada columna imperialista.
Sin embargo, lo anterior no descarta que estos enfrentamientos bélicos se hayan extendido a la comunidad de La Resurrección y posiblemente a las inmediaciones de la ciudad de Texcoco (no existen documentos que lo comprueben). Incluso, a la población de La Resurrección se le conoce actual y localmente también con el nombre de ’La Francia’, porque en dicha comunidad y sus alrededores las crónicas locales afirman que cayeron cientos de soldados húngaros y austriacos, identificados todos ellos por los lugareños de entonces como los ’franceses’, y de ahí el nombre coloquial de La Francia que fue pasando de generación en generación. De tal manera que la persecución de Márquez y de sus soldados durante aquel 10 de abril de 1867, pudo no haber concluido en el Rancho El Batán, sino que es posible que hayan sido perseguidos los imperialistas hasta el poblado de La Resurrección y la propia ciudad de Texcoco en donde también se dice que cayeron muertos cientos de ellos (sin pruebas).
Y con respecto al motivo por el cual cae mortalmente herido Mucio Maldonado: el apoderamiento de las dos últimas piezas de artillería del enemigo o de una bandera, lo más seguro es que haya sido por lo primero (dos testimonios lo confirman).
Volviendo a lo consignado en los documentos históricos, se lee que la fatiga por la persecución y la falta de alimento en el trayecto, obligaron al grueso del Ejército Republicano a hacer un alto en el camino. Pero Díaz no interrumpió la persecución de Márquez y le ordenó al general Leyva, quien era de la localidad, que con su caballería continuara tras él. Leyva, acatando órdenes, persiguió y acosó a Márquez durante toda la noche y hasta el día siguiente.
Mientras en las cercanías de Texcoco se combatía y materialmente se decidía el destino de Maximiliano de Habsburgo y del Segundo Imperio, en este mismo día, en Querétaro, los imperialistas y conservadores sitiados realizaban una fiesta para conmemorar la aceptación de la corona de México por parte de Maximiliano. En dicha celebración se exaltó la ’superioridad del imperio’ y la figura imperial por sobre la república; además, se arengó a la tropa.
De vuelta en Texcoco, durante buena parte del día 11 de abril, el general Leyva continuó con la persecución de Márquez hasta cerca de los suburbios de la Ciudad de México. En esta persecución, Leyva fue valiosamente ayudado por los habitantes cazadores de patos que había por el rumbo del Peñón y en los pueblos situados en las márgenes de los lagos de Texcoco y de Chalco, quienes destrozaron los puentes, obligando así a la caballería enemiga a atravesar pantanos, de donde muy pocos pudieron salir a caballo; y muchos de los que lograron salir presentaban heridas de bala.
Una vez en Texcoco, el general Porfirio Díaz ordenó que las tropas que aún estaban en marcha acamparan por brigadas en los lugares en donde acabara la luz del día (donde la noche los sorprendiera) y emprendieran su marcha al día siguiente hasta incorporarse con él en esta ciudad, en donde permaneció con su caballería y la poca infantería que pudo seguirlo hasta Texcoco y hasta antes de que anocheciera. Ordenó también que la brigada mandada por el general Francisco Carreón, que había dejado durante la persecución en el puente de San Cristóbal para custodiar a los prisioneros del enemigo y el material de guerra que habían arrojado a la barranca, permaneciera allí hasta que todo ese material fuera sacado y conducido a Texcoco, para cuyo efecto se destinó a una sección de ingenieros; además, que con uno de sus batallones remitiera a todos los prisioneros enemigos, menos a trescientos hombres que se distribuyeron como reclutas en tres de sus batallones.
El siguiente parte militar del general Porfirio Díaz, escrito en las cercanías de la ciudad de Texcoco, relata el resultado del encuentro con las fuerzas de Leonardo Márquez en San Lorenzo y en las inmediaciones de Texcoco también:
Ejército Republicano.
Línea de Oriente.
General en Jefe.
Tengo la satisfacción de participar a usted para que se sirva elevarlo al superior conocimiento del C. Presidente de la República, que habiendo logrado Márquez esquivar un combate decisivo en la Hacienda de San Lorenzo, lo he perseguido de cerca en la mañana de hoy, con la primera División de caballería de este ejército, que manda el C. General Manuel Toro, y una División de la misma arma, del Ejército de operaciones sobre Querétaro, que a las órdenes del C. General Amado Antonio Guadarrama, se me había incorporado anoche. El enemigo abandonó, para lograr salvarse, sesenta y dos carros de municiones y otros efectos, y habiendo sido alcanzado en el Puente de San Cristóbal, se vio obligado después de varios combates a dejar en nuestro poder su tren de artillería, parque, municiones y multitud de muertos y heridos y doscientos prisioneros; no habiendo podido seguir su marcha con más de una cuarta parte de su fuerza. Continuó la persecución por el camino de Texcoco, y creo que no llegarán a México más de los Jefes, Oficiales y el Cuerpo de Austriacos mercenarios, que por estar bien montados arribarán hoy mismo a dicha capital.
Lo que me complazco en comunicar a usted para su conocimiento y fines consiguientes, con protesta de mi distinguido aprecio.
Independencia y Reforma.
Abril 11 de 1867.
Porfirio Díaz.
Ciudadano Ministro de Guerra y Marina.
Cabe anotar aquí que, al momento de escribir Díaz este parte militar, informa que se hicieron doscientos prisioneros, cuando en realidad se hicieron alrededor de dos mil. Y es que la cifra consignada en el parte se refería únicamente a los 200 soldados conservadores apresados en la otra orilla de la barranca de San Cristóbal; pero después, conforme avanzaba la jornada bélica, se le hicieron poco más de dos mil prisioneros al enemigo.
Continuando con los eventos, por la noche de ese día llegó Márquez a la ciudad de México con unos cuantos soldados de los 3,480 que lo habían acompañado en la aventura, aunque fue hasta la mañana del día siguiente que entró formalmente a la capital con su muy mermada tropa.
EL DESENLACE
El 12 de abril, durante todo el día, el general Porfirio Díaz permaneció acampando en la ciudad Texcoco esperando y reorganizando a todo su ejército; entretanto, Márquez, ingresaba derrotado a la ciudad de México.
El ingreso de Márquez a la capital, completamente vencido, causó una profunda impresión en la ciudadanía, y más por la falsa noticia que el día 7 de abril pasado se había publicado en El Diario del Imperio.
Don Vicente Riva Palacio en su magna obra México a Través de los Siglos, consigna así el ingreso de Leonardo Márquez a la ciudad de México: …, y el 12 a medio día entró a México con un efectivo de mil y tantos hombre sin artillería ni municiones. El resultado de la expedición no podía haber sido más desastroso; el imperio había perdido su última carta, y no era posible la más ligera ilusión de que prolongase su existencia…
El 13 de abril, el general Díaz, reunido ya todo el Cuerpo de Ejército con excepción de la brigada que mandaba el general Carreón, emprende la marcha de la ciudad de Texcoco a San Cristóbal Ecatepec y a la Villa de Guadalupe, con el objeto de sitiar a la Ciudad de México. La Villa de Guadalupe estaba defendida, lo mismo que los cerros de sus inmediaciones, pero a la llegada de las fuerzas republicanas el enemigo abandonó sus posiciones replegándose a la capital. Desde este día, comenzó a establecerse una línea de aproche (obras de ingeniería militar que van construyendo los que atacan una plaza para acercarse a ésta) sobre la Ciudad de México, tomando por base los terraplenes que forman las riberas del río del Consulado.
De esa forma se cercó todo el frente occidental de la ciudad desde el Rancho de Santo Tomás hasta cerca de Chapultepec; estableciendo Porfirio Díaz su Cuartel General en La Villa de Guadalupe y posteriormente en Tacubaya, en donde permaneció hasta la ocupación de la plaza.
Los sitiados en Querétaro ya no recibieron refuerzos y el 15 de mayo las tropas republicanas entraron triunfantes a dicha plaza. Posteriormente, en apego al decreto del 25 de enero de 1862, Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron encontrados culpables (los dos últimos como traidores a la patria) y condenados a muerte. El 19 de junio fueron fusilados los tres en el Cerro de Las Campanas, allá en Querétaro.
Finalmente, el 21 de junio, fue tomada la Ciudad de México por las fuerzas republicanas al mando del general Porfirio Díaz.
Márquez, después de permanecer oculto en la Ciudad de México durante varios meses, disfrazado de arriero logró llegar al puerto de Veracruz y de allí fugarse a La Habana, Cuba, en donde murió el 5 de julio de 1913 a la edad de 93 años.
Regresando a nuestro país, al triunfo de la República sobre los invasores franceses y el Segundo Imperio, el 15 de julio de 1867, el presidente, Benito Juárez, entra a la ciudad de México y se restauran los Poderes de la Unión. Con este triunfo empieza una etapa en la historia de México conocida como: ’La República Restaurada’.
EN EL OLVIDO Y EN LA MEMORIA
Después de esta batalla alguien construyó un monumento. Luego pasaron los años, casi siglo y medio, y esos combates y el personaje que allí cayó abatido fue olvidado. Solamente quedó un obelisco perdido a un costado de una carretera federal y que ya nadie sabía quién lo había hecho y para qué cosa era. Posiblemente –decía la gente– era un lindero de alguna propiedad y nada más. Pero no era así, algunos curiosos se acercaban al monumento y leían la placa de piedra, que por fortuna aún tenía la siguiente remembranza:
En la placa, el nombre del personaje ahí rememorado al parecer inicia con la letra ’L’ y sugiere el nombre de ’Lucio’; la primera letra del apellido, la ’M’, está poco clara; y finalmente, la letra ’S’ de la palabra ’sucumbió’, estaba invertida, como si fuera una ’z’. Con respecto a los constructores del obelisco y la fecha de su construcción y colocación en ese sitio, se han perdido; pero atendiendo al texto, que inicia con: ’Distrito de Texcoco’, se puede especular que este monumento debió haberse construido entre finales del Siglo XIX y primera década del XX, tal vez entre 1870-75 y 1910. Y con respecto al grado de ’general’, desde luego que se le otorgó a nuestro personaje de manera póstuma, y pudo haber sido cuando este monumento fue erigido; o el día 12 de abril de 1867, cuando el general Porfirio Díaz estuvo ese día completo en la ciudad de Texcoco.
Fue entre los años de 2011 y 2012 que el obelisco fue rescatado y movido escasamente unos diez metros del lugar en el que estaba hacia una plazoleta (porque se encontraba ya dentro de una ’propiedad’ privada y era amenazado con destruirse), así mismo se procedió a su restauración. El 10 de abril de 2012 se hizo una ceremonia de develación del obelisco, así como de una placa alusiva en San Joaquín Coapango, frente a la vieja troje de le Hacienda La Blanca.
Fue a partir de esta fecha que se recuperó la memoria del personaje y desde entonces las autoridades municipales le empezaron a rendir honores año con año.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Las palabras impresas del general Vicente Riva Palacio en su obra son por demás descriptivas y resaltan que fue debido finalmente a estos encuentros bélicos entre las fuerzas conservadoras e imperialistas al mando del general Leonardo Márquez y las republicanas al mando del general Porfirio Díaz, los que decidieron el triunfo de la República. Por lo tanto, estas acciones de guerra merecen recordarse, celebrarse y en consecuencia reconocer los lugares en donde estos hechos acontecieron como sitios heroicos; así como héroes a los personajes que en dichos combates participaron.
Sin embargo, en contra de la postura de cronistas y otras personalidades locales que han pugnado por declarar a Texcoco como ’ciudad heroica’, estas acciones de guerra no fueron batallas en las que ni la ciudad ni los habitantes de Texcoco resistieron el ataque de enemigo extranjero alguno, en este caso austro-húngaros e imperialistas. Es más, se puede afirmar que Texcoco era proclive al imperio. Sin embargo, sí se insiste, los hechos bélicos aquí reseñados fueron determinantes y decisivos en el transcurrir histórico de México, por lo que sí se puede afirmar que ¡la batalla del 10 de abril de 1867 en las inmediaciones de Texcoco, fue la Batalla Decisiva!
Finalmente, en el mes de septiembre del año 2016, se develó una estatua de cuerpo completo representativa del general Mucio Maldonado en la comunidad de La Resurrección (La Francia), a pesar de que este personaje no era originario de esta comunidad; y, por la descripción de los hechos, tampoco murió allí.
FUENTES DE INFORMACIÓN
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AGRADECIMIENTOS
Agradezco al C.P. Joaquín René Sosa Ríos, Contador General del Rancho El Batán, S.C. de 1995 a 2008, y posteriormente Socio y Tesorero del Consejo de la Crónica Municipal de Texcoco, por la información proporcionada sobre el tema; así mismo, al Lic. Manuel Uribe Elizalde, entonces Secretario de Grandeza Texcoco, A.C., también por la información proporcionada sobre este tema y la facilitación de documentos relativos a la recuperación y restauración del obelisco de Mucio Maldonado o ’Cruz de Mucio’.