Arce Issac Noticias
Luis Manuel Arce Issac
La Casa Blanca despliega la mayor fuerza aeronaval en el Caribe en 50 años. ¿Busca EE.UU. convertir a Venezuela en la "Gaza de América"?
Llegó la hora de impedir que Venezuela sea la Gaza de América
Llegó la hora de impedir que Venezuela sea la Gaza de América
El desmesurado despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe con una fuerza de tarea no vista en casi medio siglo con el cínico argumento de combatir el narcotráfico que, por demás, tiene su mayor nido en su propio país, marca la hora para que el mundo se ponga los pantalones e impida que Venezuela sea la Gaza de América.
No se trata de un llamamiento emocional y mucho menos irracional, sino de una necesidad imperiosa para que, en Venezuela, Colombia y otros países, no suceda lo mismo que el mundo ha tolerado en Gaza, pero multiplicado por tantas veces más que parece que esta parte del mundo se va a hundir.
El inventario de todo tipo de naves de guerra, de cohetes de última generación, de los aviones militares más sofisticados que haya en cualquier hangar del Pentágono, y la euforia enfermiza de un presidente que le pica la garganta por gritar ahora mismo ’¡fuego!’, solo se despliega cuando el objetivo de usarlos es firme, y eso es lo que denuncian los expertos militares y estrategas a toda voz.
No lo advierten y alertan por gusto, sino para que en Estados Unidos, tanto el pueblo como las personas decentes en el gobierno y sus fuerzas armadas, reaccionen e impidan lo que puede convertirse en el genocidio más grande la historia de la humanidad, muy superior a los inútiles y perversos ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki.
Esos especialistas del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) pusieron en evidencia que el descomunal despliegue, como si fueran a atacar a Rusia o a China, no es para el combate del narcotráfico, sino una clara señal de posibles ataques contra Venezuela. Ellos alertaron:
’No mandas a uno de tus más importantes activos navales para estar parado y darse una vuelta. O lo usas o lo reasignas de inmediato. Lo más probable es un ataque con misiles contra Venezuela’. Y así lo indicó muy claramente el coronel de Infantería de Marina retirado y autor del análisis del CSIS, Mark Cancian, a una agencia de noticias, en referencia a la llegada del portaaviones Gerald Ford en los próximos días a Trinidad y Tobago.
Denuncian y alertan que EEUU pasará a tener cerca de Venezuela a ocho buques de guerra (seis de ellos destructores), tres buques anfibios y un submarino de propulsión nuclear, una violación al Tratado de Tlatelolco de 1967 que prohíbe el uso de la energía atómica con fines bélicos en la región.
En total, el Pentágono pasará a tener efectivos navales en el Caribe, un escenario que no se vio en las cruentas invasiones de Panamá en 1989, que dejó 3.000 civiles muertos, o en la invasión a la isla de Granada en 1983, que asesinó a decenas de personas.
"Este es el despliegue naval más grande en Latinoamérica en al menos veinticinco años o incluso puede que de los últimos cuarenta años", indica Cancian, experto en defensa del CSIS. Además, se sumarán bombarderos estratégicos, como los helicópteros SH-60R, aviones de combate, cazas y naves de apoyo del portaaviones; es evidente que se trata de una campaña que no centra en su objetivo el ’narcotráfico’, y Donald Trump emplazará allí más de 700 misiles, otros 180 de largo alcance Tomahawks, para ataques terrestres.
¿A qué espera la humanidad para impedir semejante crueldad? ¿A que Caracas, los puertos, los aeropuertos, los pozos de petróleo, y millones de personas sean asesinadas y desparezcan totalmente las ciudades y sus habitantes? Todos seremos culpables, y no solo Donald Trump, su gobierno y sus generales, si algo tan desastroso ocurre cuando se pudo detener una masacre.
¿Alguien duda de que Trump no pueda ordenar la destrucción de Caracas y Bogotá, o de La Habana y Managua? Remember Vietnam y aquella guerra meteorológica para destruir los diques y represas y hundir en las aguas a Hanoi y a sus millones de habitantes?
Es la hora de decirle no al neofascismo que perturba la paz y las relaciones de amistad entre quienes habitamos esta casa común.
Pongámonos los pantalones, remanguémonos la camisa, y con la fuerza de todos paremos el puño agresor.