Lo bélico y el odio


Hay estudiosos convencidos de que todos tenemos un gen que nos inclina a ser dominados por impulsos y pasiones agresivas

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Lo bélico y el odio
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Septiembre 04, 2017 11:41 hrs.
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Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

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Lo bélico y el odio

Por: Lilia Cisneros Luján

4 de septiembre 2017

Una Colorada (vale más que cien descoloridas) ¿Es el ser humano violento por naturaleza? Si nos vamos por la afirmativa, entonces no debiéramos sentir tristeza por las respuestas iracundas de los hijos –sobre todo en la adolescencia- el desprecio de los nietos o la ingratitud de quienes han recibido algún beneficio de nuestra parte.
Si la violencia fuera una forma de relación natural, no estaría prohibido el maltrato a los menores, las mujeres y en general todo aquel que pueda tener menores habilidades que el victimario, igual si se trata de un compañero de escuela que de un vecino fuera de la pandilla.
Sin embargo hay estudiosos convencidos de que todos tenemos un gen que nos inclina a ser dominados por impulsos y pasiones agresivas, lo cual nos acercan a la ’bestialidad de los animales’ y salvo por elementos jurídicos o culturales, lo que nos controla son las emociones principalmente la agresividad.
Para quienes esto sostienen el comportamiento cognitivo es meramente incidental de tal suerte que si a los hijos les construimos una versión personal de lo pacífico o lo violento, quizá como resultado de la cultura logremos un ser humano gentil y sereno.
Si la violencia no es biológica ¿qué elementos culturales o familiares subyacen en la psique de los suicidas talibanes o los extremistas blancos en algunos territorios de los Estados Unidos? Qué es lo que habitualmente hay en el común de los grupos –tribus, ciudades, países- que da lugar al intento justificatorio de actos injustos, ni siquiera económicos o militares y mucho menos éticos?
Suponiendo que asumimos que la violencia no es un fenómeno natural y por ende la guerra es un hecho humano afectado más por motivos emocionales que racionales, ¿bastará con asumir que la violencia –sobre todo social- es resultado de un acto político? Quizá pudiéramos sumarnos a esta afirmación cuando la violencia ha alcanzado el nivel de guerra[1] en cuyo caso es menester comprender los recovecos de esta conducta ya que no siempre hay coincidencia entre la de los líderes y los seguidores. Según Johan Galtung la violencia puede ser directa -verbal, física, psicológica- estructural –represión, pobreza, contaminación, alienación- cultural –tradición, normas, valores, ideas- y/o simbólica es decir manifestaciones o actos rituales para dar sustento o reconocimiento a cualquiera de las anteriores. Quienes esto afirman se quedan en una especie de ambigüedad que postula que el ser humano es conflictivo por naturaleza y violento por educación o cultura. El hecho es que, más allá de las personas que relegan a la interpretación socio-política judeo-cristiana a un simple hecho religioso culposo, desde varios siglos antes de Cristo, la guerra se inserta en un contexto de ruptura de la concordia personal y del pueblo.[2] Transformar los conflictos en armonía con el entendimiento como herramienta, es el sine qua non de la diplomacia, cuyos artífices deben entender lo mismo el instinto, la frustración y hasta el aprendizaje social, si acaso pretenden evitar una guerra armada o aun comercial. ¿Bastará esto en el carácter de los diplomáticos negociadores del TLC? ¿En cuánto puede contribuir a la ruptura un comunicador amarillista?
Si la violencia es cualquier daño ejercido por algún humano en contra de otro congénere ¿Qué tipo de agresividad se ha estado dando en contra de las personas en el planeta para que mayormente estén enojados en contra de los políticos? ¿Usted ha sido un actor en esta tendencia o es simplemente una persona omisa que ’jamás defendería a un político’ y prefiere dejar de votar o participar de manera alguna en actividades de este tipo? Hoy en la ciudad de México se gastó parte del presupuesto de los impuestos ciudadanos en la organización de una votación que se caracterizó por la mínima afluencia de éstos en las urnas. Algunos comités vecinales se afanaron para llevar gente a elegir algún tipo de inversión ciudadana y la respuesta mayormente fue: NO votaré. Algunos ocupamos el tiempo que gastaríamos en una fila explicando a los noveles promotores la falacia que implica ir a votar entre tres opciones en una misma calle cerrada además de dar a conocer los anteriores fraudes detectados en este proceso disque democrático; pero a final del día se trata de que la población use su posibilidad de expresión, analizando con quien corresponda el porqué de esta reacción y las consecuencias en las futuras elecciones.
Si esta negativa se transforma en alguna opción, la misma habrá dejado de ser violencia pasiva, para convertirse en facilitación del desarrollo y el crecimiento de las capacidades potenciales del interlocutor al cual se le haya explicado de manera comedida por qué hemos decidido no votar.
Más allá de lo colérico, impetuoso, desmedidamente pasional o proclive a la ira, todo ser humano tiene la posibilidad de comprender que la violencia –aun cuando sea verbal- no necesariamente es condición favorecedora de poder a los más egoístas o despiadados. Quienes responden a esta condición, solo son destructores de un orden establecido que pondera la colaboración, cooperación y posibilidad de adaptarse a los diversos ecosistemas del planeta. Lograr la paz sin matanzas, explotaciones, contaminación, colonialismo, discriminación, en suma sin sacrificar vidas y por ende sin cosechar odio, es el verdadero éxito de cada uno y de la humanidad en su conjunto.

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[1] Un conflicto que produce al menos 25 muertes anuales en el campo de batalla se denomina armado y de estos hay: menores, intermedios y guerras. El menor no más causa más de 1,000 muertes durante todo el conflicto. El intermedio causa hasta 1,000 muertes en solo un año del conflicto y las guerras se caracterizan por causar más de 1,000 muertes en el campo de batalla cada año. Colombia estuvo técnicamente en guerra y, desde entonces, ha permanecido en un estado de conflicto intermedio. Similarmente, Perú estuvo en guerra hasta 1993 (se consideran las muertes de civiles en este conteo) Hay algunos autores que toman en cuenta las muertes por indigencia como datos de violencia. (CONEVAL 2010)
[2] Varias de las voces autorizadas en un pueblo teocrático como Israel, entre ellos Ezequiel, profetizaron por medio de visiones –llamadas revelaciones- las consecuencias del cautiverio al cual se llegó básicamente por el abandono de las propias convicciones

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