*¿López y López, a michas ?

Fue necesario que se conociera que la Interpol busca a Hernán Bermúdez Requena, secretario de Seguridad de Tabasco durante el gobierno de Adán Augusto López Hernández y jefe del grupo criminal La Barredora, para que el ex mandatario se escondiera y permaneciera en absoluto silencio, seguramente en espera de algún aviso consolador o de la orden sin discusión a las autoridades de Morena, de que deben protegerlo contra viento y marea.
Lo que se ocurre pensar y seguramente así fue, es que su ’hermano’, el ex Presidente, le notificó que daría instrucciones a la sucesora, de ordenar su respaldo a su mayoría en el Congreso y a las instancias que persiguen el delito, de permanecer quietas, sin reacción en su contra.
Cuando estaba en funciones, bastaba decir en su tribuna mañanera, respecto a sus funcionarios delincuentes: ’yo confío en él’, señal inequívoca de que nadie debería mover un dedo en contra.
¿Por qué en lugar de contestar de inmediato, López Hernández esperó cuatro días para reaparecer sólo en las redes sociales? ¿Qué le costaba acudir a la Comisión Permanente, a decir lo mismo que dijo sin dejarse ver, ya que el Senado, del que se ha erigido en dueño, se encuentra en receso?
Por más que se esfuerce en presumir sus virtudes como político y como mandatario de Tabasco, es demasiado difícil que alguien le crea.
Afirmó en su reaparición que durante su gobierno enfrentó ’grandes retos en materia de seguridad y logró reducir sustancialmente la actividad delictiva’. Lo inexplicable es que, de acuerdo con la propia observación de los tabasqueños, la delincuencia se desbordó como jamás en su historia.
Se habla a gritos de que, en ese período, había órdenes tajantes de no tocar a los delincuentes, principalmente a los que pertenecían a la organización denominada la Barredora, de la que su secretario de Seguridad, Bermúdez Requena, era el líder. Se habla también de que, desde la Ciudad de México, esa misma orden era dictada por su ’hermano’, el Presidente.
Esto obliga a pensar que iban ’a michas’, como se dice popularmente y como siempre se supo, era costumbre del Ejecutivo.
Durante años vivió del diezmo de sus correligionarios, obligados a aportar para su subsistencia y para sus recorridos en la provincia, siempre como aspirante a la Presidencia.
Para muestra, ahí están para la triste historia de este país, las aportaciones que hacía la alcaldesa de Texcoco, hoy gobernadora, Delfina Gómez y muchos otros.
Otra costumbre que hoy es necesario aconsejar, es la de permitir que el tiempo se haga cargo del olvido. Dejar que transcurra y que poco a poco, los
hechos se diluyan en su imparable transcurrir. Los hombres de cualquier lugar no tenemos suficiente memoria y en este país, principalmente los que prodigan admiración al ex Mandatario y no cuentan con una visión de realidad.

También están ahí los dichos del actual gobernador Javier May.

Pero sus acusaciones no encontraron eco. Hoy ya se dice que Bermúdez Requena fue asesinado. Y resultaría bendición para los implicados, que se trate realmente de la desaparición definitiva de un individuo, cuya captura sería demoledora para el ex gobernador López Hernández, por lo mucho que pudiera hablar.
Pero además ¿qué significaría lo anterior? Obviamente, que los indicios apuntarían en un solo sentido o directamente hacia el ’hermano’ que ya se torna incómodo y se convertiría en el principal sospechoso. Todo esto es únicamente una raya más al tigre de Morena, que un día, el ex presidente amenazó con soltar si había fraude en una de tantas elecciones presidenciales que escenificó.
Hoy, estos hechos lamentables han alborotado a todos los miembros de Morena. Hasta la escasa mente de Luisa María Alcalde brilló por su ausencia, cuando trató de dar respuesta a preguntas relacionadas con el caso, que le valieron también respuestas que se refirieron a lo podrido que está su partido, para que hasta esta bisoña política se atreva a intentar una ridícula defensa.
Ya no hay día que transcurra sin que Morena se desnude más y más.
ariosruiz@gmail.com