En las Nubes

Los turcos (uno de dos)


Los turcos (uno de dos)
Periodismo
Marzo 20, 2018 19:35 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › guerrerohabla.com

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Hoy que está tan de moda la inmigración, vale la pena platicar sobre el Imperio Turco. Y quien mejor que el ilustrado traumatólogo, ya convaleciente, don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, pueda moderar esta intromisión nuestra. No se sabe si Plinio Viejo (23-79) o su sobrino el Joven (61-112), aunque es muy probable que haya sido el Viejo, ya menciona a los turcos que pernoctaron al norte del Bósforo y les incluye entre los pueblos trashumantes. Aquellos que pasan a pastores y ganado desde los pastos de invierno a los de verano y viceversa. Vastas sylvas occupant, dice Pomponio Mela citado por Plinio el Viejo como autor de un compendio geográfico de tres volúmenes en donde lo refiere. De raza turania, muy mezclados con sus vecinos arios, los turcos permanecieron inactivos hasta que las hordas de mongoles los empujaron a las tierras altas de Asia Menor. Aprovechándose de la destrucción del califato de Bagdad por los mongoles en 1258, un grupo de turcos empezó a establecerse sólidamente en la frontera de Armenia. El primer caudillo de estos recién llegados se llamaba Ertogrul. Según se relata, él fue quien tuvo la visión de la media luna que iba creciendo en los pechos de su enamorada y que tenía que ser el símbolo de la nación turca. Osmán, hijo de Ertogrul, se estableció en Konia, la antigua Iconium, con el título de Emir. Osmán es venerado aun por los turcos como fundador de su nación, de aquí que estos se llamen a sí mismos osmanlíes, que quiere decir descendientes de Osmán. Pero como los europeos pronunciaron Otmán, por ese error se les llama otomanos. Entre las reliquias del tesoro de Constantinopla se guarda el sable y el estandarte de Osmán al lado del manto del Profeta. Orkán, hijo de Osmán, consiguió extender su autoridad hasta el Bósforo. A mediados del siglo XIII conquistó Nicea, Nicomedia y Brusa. Esta su capital. En Brusa fueron enterrados los seis primeros sultanes osmanlíes. Sus sarcófagos están rodeados de más de quinientas sepulturas de bajaes, santones, poetas y jurisconsultos. Otro centro de la primitiva cultura turca fue Nicea. La iglesia donde se había reunido el año 325 el gran Concilio Ecuménico quedó convertida en mezquita y se fundó ahí una escuela de derecho y teología que hasta el siglo pasado aún existía. Por fin, Orkán preparó las conquistas de sus descendientes con la creación de la milicia profesional turca: los batallones de jenízaros (el término jenízaro es una corrupción latina de la palabra yeniçeri que en turco quiere decir nuevos soldados). Para formarlos se seleccionaba a los más robustos, fuertes y resistentes, sobre todo entre los niños cristianos tomados del botín de las ciudades o comprándolos en el mercado, a quienes se educaba para la vida militar y según los principios del islam. Al escoger a los hijos de cristianos para pelear contra los cristianos no lo hacían sólo por rencor, sino porque querían muchachos que no tuvieran familia, para que pertenecieran enteramente al monarca. Estos chicos tenían que ser reclutados entre esclavos, pero como el islam no admite la esclavitud de los creyentes, había que encontrarlos entre los cristianos, pero mientras adquirían los hábitos guerreros se hacían libres al crecer dentro del islam. ¿No ha dicho por ventura el Profeta que, al nacer, todos nacemos mahometanos? Calderón Ramírez de Aguilar sostiene que en un principio sólo se agregaban cada año mil soldados, pero poco a poco se elevó la cifra de los reclutas por lo que en algunos años el ejército aumentó a cuarenta mil bisoños. Esto explica la fuerza militar de Turquía, y también su debilidad, porque dependía de unas milicias adiestradas en el arte de la guerra pero que no tenían vínculos de raza ni familia y casi ni religión. Los jenízaros se jugaban la vida por espíritu de cuerpo, pero si se rebelaban dejaban al Estado turco completamente indefenso. En ellos existía algo más que el pundonor del soldado ya que tenían cierto odio de casta con una mentalidad casi salvaje que los hacia irresistibles. Con estas milicias sin patriotismo, aunque bien disciplinadas, Turquía llegó a ser la primera potencia militar de Europa hasta mediados del siglo XVII. El episodio del paso de los turcos de la ribera asiática del Bósforo a Europa es digno de una novela de aventuras. Nos refiere don Fernando. Reinaba todavía Orkán, cuando una noche de 1357 su hijo Suleiman cruzó el Helesponto en unas armadías (balsas hechas de troncos de madera) acompañado sólo por sesenta jenízaros. En la costa europea sorprendió a la población bizantina de Tzimpo y se llevó las barcas que había en el puerto. (Estás embarcaciones fueron la primera armada turca). Con ellas, Suleimán atravesó otra vez el estrecho, frente a Gallipoli en el preciso momento en que un terremoto acababa de derribar un lienzo de las murallas. Así, Suleimán fue conquistó tierras y ciudades en Europa. A su muerte había llegado hasta Rodosto. Su hermano Murad continuó sus campañas. Conquistó Andrinópolis. Brusa quedó como una ciudad santa en Asia, mientras que en Europa Andrinópolis como sede del gobierno hasta que un siglo después, con la toma de Constantinopla, los turcos pudieron establecerse en el prestigioso solar de la antigua Bizancio. No fueron los emperadores bizantinos los que les detuvieron. Servios y mongoles impidieron el avance de los turcos. Unos desde Occidente y los otros por Levante. Hacía tiempo que la pequeña nación Servia se engrandecía a expensas de Bizancio cuando los turcos los aniquilaron en 1389 en la llanura de Kossova. Para reparar el daño sufrido en Kossova, servios, búlgaros y albaneses han luchado todo el siglo XX. La jornada de Kossoba fue fatal para los turcos vencedores. Al recorrer Murad los campos de batalla durante la noche posterior al combate y observar la degollina de servios casi todos imberbes, uno de los caídos tuvo la fuerza suficiente para sacar su puñal y clavarlo en zona mortal del cuerpo del sultán, quien murió poco después de ver ajusticiar a Lázaro, rey de los servios. Reavivada su energía, los mongoles aparecieron otra vez por Levante con la poderosa personalidad de Tamerlan, quien con sus tribus nómadas conquistaría ocho millones de kilómetros cuadrados en Eurasia. Cuando Bayaceto I, hijo de Murad, comenzaba a avanzar otra vez hacia Hungría, se vio obligado a retroceder para detener al Gran Kan (rey de reyes) que ya estaba en el Asia Menor. En 1402 tuvo lugar el choque de turcos y mongoles en el llano de Angora. Bayaceto I fue vencido y hecho prisionero. Tamerlan ya no se sintió con energía para seguir el ataque a Occidente y regresó para conquistar China. Murió en el intento. No todos Los hijos de Bayaceto tuvieron fortuna y sólo uno de ellos llamado Mahometo consiguió recobrar los estados de su padre y prepararlos para un mayor engrandecimiento. Antes de morir en 1421 designó como su sucesor a su hijo Murad II. Puso sitio a Constantinopla pero abandonó la empresa para no enfrentarse a la cristiandad. Por lo que Bizancio dijo en esa época en el sentido de que la Virgen se había aparecido en la brecha de las murallas, vestida de color violeta y una aureola de luz. (Mañana, los enemigos)
craveloygalindo@gmail.com

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