Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hace siete años llegó a la Presidencia un político de muy baja estofa.
Acomplejado y resentido.
Ignorante y engreído, con la decisión de iniciar su gobierno acompañado de conferencias matutinas, mediante las cuales se dedicó, de principio a fin, a denostar, a injuriar, a tratar de hacer pedazos a quienes no pensaban como él. A petición suya, muchos valiosos comunicadores fueron silenciados y echados de sus respectivas tribunas.
Su cuento glorioso comenzó con la promesa de acabar con la corrupción, seguramente ideada durante muchos años de recorridos por los caminos políticos, con esperanza de convertirse algún día en el Primer Mandatario.
No para cumplir con esa oferta. Sino para cometer personalmente los actos más deleznables en la misma materia, mientras prometía perseguir a los delincuentes que él mismo lideraba oculto en esa descomunal mentira.
Los funcionarios dejaron de hacer sus propias conferencias de prensa, como era costumbre, para someterse al capricho del nuevo estilo. Algunos eran sistemáticamente citados para responder a los temas que trataba, a una bola de paleros pagados que jamás habían trabajado en una redacción y que interrogaban con la pregunta enviada por el jefe de prensa a sus teléfonos celulares.
Comenzaron los engaños.
El gobierno de Morena se había convertido en el mejor del mundo. No cometía errores de naturaleza alguna.
El príncipe de los aciertos o en la realidad, el viejo vengativo de Tabasco, brillaba como el mismo Sol, pero sólo para aquellos que se paralizaban extasiados cuando lo veían y escuchaban su voz, semejante a la de la Chachalaca de sus denuestos.
Amante de la historia, como presumía, acababa por citar pasajes inventados que jamás ocurrieron.
Es decir, hasta en esto desinformaba. Pero alguna fuerza desconocida, proporcionada por alguno de los diablos que veneraba en sus aquelarres silenciosos, debe haberlo ayudado mucho para mantenerlo adorado por mexicanos denominados chairos, igualmente ignorantes.
Esto y muchísimo más heredó con la sucesión a una persona que lo acompañó siempre, desde que lo conoció y quien supo y sabe de todos los delitos cometidos por el maestro, a quien debe haberle jurado sumisión eterna, además de respetar su forma de gobierno, atropellada, mentirosa compulsiva y fielmente obediente, encargada de llevar a efecto el segundo piso del proyecto.
Hoy, las denominadas mañaneras intentan ser una copia de las de ayer. Sólo que, en ellas, la Presidenta exhibe su falta de conocimiento casi total, que inclusive reconoce cuando contesta invariablemente ’no estaba enterada’. O cuando suele decir: ’Eso no te lo voy a contestar’.
Entonces ¿para qué quiere a los periodistas? Debería conformarse con los paleros que tiene a su disposición. Para eso les paga. Creo que se trata de un agravio serio.
Hoy, igual que ayer, todo es defensa a engreídos, como a Adán Augusto, quien, se ha dicho, aparece en el expediente secreto elaborado por la misma Fiscalía General de la República, que contiene investigaciones bastante comprometedoras que lo ligan con el ya famoso huachicol fiscal, delito de dimensiones inconmensurables en los que participaron veintenas de funcionarios públicos, políticos y empresarios, liderados por el ex Presidente.
También altos soldados de la Secretaría de marina, como el ex secretario, Rafael Ojeda Durán, ya deslindado del penosísimo asunto y sus sobrinos Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, el primero detenido y el segundo en fuga.
Lo peor es que ese expediente también contiene los nombres de los hijos del ex Mandatario, que la señora evita pronunciar y a quienes curiosamente, los periodistas serios que han logrado colarse no citan en sus preguntas atrevidas, por razones que no podemos explicarnos.
Esta es, a grandísimos rasgos, la historia de la desinformación desde el mismo palacio imperial frente al Zócalo de la ciudad de México, iniciada hace siete años y continuada fielmente, al pie de la letra, por la sucesora obediente.
ariosruiz@gmail.com