Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La súplica del niño tabasqueño, Dante Emiliano, asesinado la semana pasada de un balazo por defenderse de un posible secuestro, es otra muesca más de las cientos de miles que rayan el arma homicida del Presidente, mientras permanece imperturbable, envuelto en su permanente sonrisa sarcástica y reparte culpas de que sus adversarios son los responsables por pretender perjudicarlo en estos momentos cruciales que vive, por la proximidad de las elecciones.
Este hecho es otro motivo por el que muchos críticos de su fallida actuación a lo largo de más de cinco años al frente de la empresa que regentea, le hayan inclusive mentado abiertamente la madre y le hayan aplicado los adjetivos más ofensivos, por mostrar, como siempre, ese rostro que no puede reflejar jamás un destello de compasión por los cientos de miles de muertos y desaparecidos en su sexenio, gracias a sus políticas absurdas para combatir a los criminales.
Para el que habita un palacio virreinal, el asesinato de Dante Emiliano es solamente uno más que se agrega a la inmensa lista de su negligencia y de su indolencia absoluta.
De su manera de ver la vida ante el gran dolor que sufren las familias mexicanas a manos de la criminalidad desbordada como nunca y adueñada del país, como asociada con él mismo y por esa razón, libre para ejercer acciones de barbarie como la de este reprobable crimen.
Es como una gota de agua que se agrega al mar cuando llueve. En su entender no se nota o simplemente no importa más que a sus deudos y la vida debe continuar imparable como si nada, porque sus adversarios utilizan el asesinato para afectarlo, de acuerdo con sus propias palabras. Aunque la muerte del menor es obviamente verdadera, sus enemigos políticos inventaron la versión de que el menor trató de impedir el secuestro de su madre.
¡Qué poca!
Señaló que estamos en temporada electoral y se hace todo lo que sea necesario para perjudicarlo, más por tratarse del estado en donde nació. Los corruptos están muy enojados y magnifican mucho todo lo relacionado con la violencia, señaló en una mañanera con esa expresión burlona. Esto no es más que un grave y claro reflejo de su valemadrismo ante la vida de los demás.
¡Qué más da! ¡Se trata sólo de uno más! Que se agrega a los 4,116 niños muertos a balazos durante este sexenio. Al fin, son Guanajuato y el Estado de México, los que acaparan uno de cada tres muertes de menores con arma de fuego durante el primer trimestre del año, de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim). Y nadie ha hecho tanto ruido como por otro, por haber sido ultimado en el estado en donde él nació.
Al fin y al cabo, son los estados de México y Jalisco los que se encuentran en segundo y tercer lugares, con 18 y 14 asesinatos durante el primer trimestre del año, respectivamente, de acuerdo con datos aportados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
A partir de esos datos, el Estado de México y Jalisco ya se adueñaron de los primeros lugares en los primeros meses del año y esto es un indicador de que no hay razón para alarmarse.
Tabasco no figura entre esas tres entidades que acapararon uno de cada tres homicidios con arma de fuego de niños y adolescentes en el país.
El asesinato no vale por sí mismo. Quieren perjudicarlo.
Hoy, la vida en México se reduce a valor cero, porque el máximo representante de los mexicanos le ha dado esa estima. Si matan a cualquier ser humano, es mensaje para culpabilizarlo, en lugar asumir su papel de salvaguarda del pueblo, como ordena la Constitución en la que no cree y por ello, en lugar de obedecerla, la pisotea y la escupe a la vista de todos.
Lo también lamentable, es que una buena parte de la sociedad apoya sus acciones criminales y hasta pretende darse el lujo de explicar a quienes lo critican, que la intención real es hacer un favor a los gobernados, que no pueden aceptar la actitud de un mandatario enfermo de poder, escaso visiblemente de inteligencia, necio y ofensivamente entregado a esa clase de socios.
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