Fuga de cerebros
Raúl De La Rosa
Supe de la "fuga de cerebros", por el año de 1990, pero no fue sino hasta el libro de Silvie Didou Aupetit y Étiènne Gérard, "Fuga de cerebros, movilidad académica, redes científicas. Perspectivas latinoamericanas (México: iesalc-Cinvestav-ird, 2009)", que pude comprender de qué estábamos hablando. Ese mismo año, a razón del libro, el entonces Subsecretario de Educación Superior, de la SEP federal, Rodolfo Tuirán, declaró a los diarios que el éxodo de talentos mexicanos le había costado al país, hasta entonces, más de 100 mil millones de pesos. Y como siempre, para entender de qué se habla debemos entender cómo impacta ello en nuestra sociedad.
La vez pasada hablábamos del promedio de becas CONACYT entregadas cada año durante 1995-2017, para estudiar en el extranjero, a razón de 10,000 por año, es decir, 2,640,000 en el período. Y es inevitable preguntarnos dónde están esas 2.64 millones de mentes más brillantes que México ha formado. Las respuestas no nos gustarán. Según datos del propio CONACYT que nos entregó en el año 2017, entre 1990-2015 alrededor de 1.357 millones de mexicanos, hombres y mujeres, con títulos universitarios y de posgrado salieron en busca de mejores oportunidades hacia EEUU y Europa, principalmente. En el informe emitido en 2018 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que entre 2015 y 2017 un total de 866 mil mexicanos, hombres y mueres, ha emigrado, entre ellos, ’científicos, técnicos y personal altamente calificado’. Es decir, por donde le busquemos cuadrar datos, siempre nos va a saltar una circulación de científicos y técnicos altamente capacitados, con saldo muy desfavorable para México: Fuga de Cerebros.
Ello es muy alarmante porque el principal activo y capital de toda sociedad es el humano, el intelectual, el creativo, el generador del conocimiento o innovador del ya existente. Ello es alarmante pero explica nuestro estado de la Ciencia y la Tecnología, CyT en México, además nos coloca como el país Latinoamericano que tiene el mayor porcentaje de personas con alto nivel de educación que emigra a otras naciones, es decir, Fuga de Cerebros. Nos siguen Colombia, Cuba, Jamaica, Brasil, Perú, Argentina, Venezuela, República Dominicana, Ecuador, Haití y El Salvador. Y una constante que salta en todo análisis del asunto es que si algo ha facilitado tanto la migración internacional como la posterior dispersión intelectual de científicos mexicanos hacia el exterior, ha sido... ¡¡la educación en el extranjero!!; principalmente a EEUU y el Reino Unido.
Entre 1999 y 2015, el Censo de Población de EEUU, correlacionado con el American Community Survey, la población migrante mexicana con escolaridad profesional y posgrado que vivía en dicho país casi cuadruplicó su volumen, al pasar de 114,522 a 442,960 personas.
¿Cuánto dinero produce al año Silicon Valley? Pues bien, cualquiera que sea esa cifra, es producida por el 21% de su capital humano que es mexicano. México está atrapado en un círculo vicioso: la falta de oportunidades y la inseguridad expulsa a ciudadanos preparados, generando una fuga de cerebros que, al mismo tiempo, restringe el desarrollo y progreso del país. El Estado mexicano debe entender las implicaciones que tiene la fuga de talentos que hemos formado y que será mayor en los próximos años. Se debe abordar el problema con una solución integral y estructural frente a los proyectos de corto y mediano plazos que el país, a lo largo de su historia, no desarrolla o desarrolla mal. La fuga de cerebros no es sólo una cuestión de presupuestos gubernamentales, es de estructura. Una estructura que no nos permite conservar lo mejor de nuestro capital humano, en contrario, fomenta su expulsión.
