Concatenaciones
Fernando Irala Burgos
La semana pasada empezó con el anuncio jubiloso de que una breve y cordial llamada telefónica de la presidenta Claudia Sheinbaum al presidente Donald Trump había alejado una vez más, por un tiempo, la aplicación de los abusivos aranceles con los que este señor tiene amenazadas las exportaciones nacionales, con el argumento de que en México hay barreras no arancelarias que distorsionan el comercio exterior.
Pero justo al día siguiente, el regocijo llegó abruptamente a su fin, cuando desde Estados Unidos se anunció el veto al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el AIFA, y la cancelación de 13 vuelos internacionales de líneas mexicanas, como represalia porque a juicio de ese país, México incumple el acuerdo aéreo binacional suscrito en 2015.
Fue un balde de agua helada que cayó sobre las cabezas todavía salpicadas de confeti.
Desde Palacio Nacional se respondió con una frase que por repetida empieza a sonar como un cliché: México no es piñata de nadie, a nuestro país se le respeta.
La frase, decíamos, se ha repetido a lo largo de varios meses: en abril pasado, luego de que en las campañas electorales en varios estados de la Unión Americana, candidatos sobre todo republicanos atacaron a México; en mayo, cuando Estados Unidos suspendió la importación de ganado ante brotes aislados del gusano barrenador; en junio, cuando el departamento del Tesoro prohibió transacciones de bancos y casas de bolsa mexicanos acusándolos de estar vinculados a lavado de dinero; en julio, ante las restricciones al comercio de carne y jitomate.
¡Qué bueno que no somos piñata, porque ante tantos palos ya nos habrían quebrado!
Pero volviendo al último piñatazo, en el tránsito aéreo y en otros temas, la presidenta enfrenta dificultades que surgen ahora por las irresponsables decisiones heredadas de su antecesor.
En el caso, la incapacidad del AIFA para levantar el vuelo intentó ser remontada con diversas medidas, todas ellas arbitrarias, como sacar por decreto todas las operaciones de carga del aeropuerto Benito Juárez, reducir en esta terminal el número autorizado de despegues y aterrizajes para forzar la mudanza al AIFA, y afectar con ello a todas las aerolíneas, entre ellas las norteamericanas.
Ahora Trump ha encontrado en la violación de un acuerdo previamente suscrito un magnífico espacio para golpear a nuestro país, y tiene al gobierno agarrado con los dedos en la puerta. Ya canceló la alianza de Aeroméxico con Delta, ya impidió la expansión y redujo los vuelos de las líneas nacionales, y ya vetó la operación del AIFA.
Si Trump no nos ve como piñata, debemos parecerle un buen saco de boxeo, su punching bag.