A Puño y Letra
Raúl Law Z.
Nombrar a Donald Trump Premio Nobel de la Paz, hubiera sido reconocer una Justicia al revés, un monumento a la manipulación política y una negación a la verdad.
El director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, afirmó que el otorgarle el Premio Nobel de la Paz 2025, a la exdiputada y excandidata a vicepresidenta de Venezuela, Corina Machado, el Comité ha situado a la política por encima de la paz, y califica a Trump, como un presidente humanista.
El empleado del gobierno de Trump, ignora el merecimiento personal y trayectoria de Machado, como luchadora representante de la derecha Venezolana y de opositora destacada al régimen de Nicolás Maduro.
Ella al respecto declaró:
"Es un logro para toda la sociedad, yo solo soy una persona, no lo merezco’.
Tan malo el pinto como el colorado dicen algunos soberanistas e intelectuales de izquierda.
No olvidemos que Donald Trump, también pretende derrocar a Maduro y ha ofrecido una millonaria recompensa por su captura, incluso amenaza una invasión militar para imponer la ’democracia’, una ’democracia’ acompañada de la intención perversa de apropiarse del petróleo de los venezolanos.
Para nadie es un secreto la nefanda realidad, que Donald Trump y Netanyajuhu, son los responsables de la destrucción de Gaza, que fueron las armas fabricadas en Estados Unidos, las que destruyeron edificios y asesinaron inocentes en una estrategia militar para exterminar al pueblo Palestino.
Es inocultable que a ambos los mueve su repugnante racismo y la defensa del decadente Imperialismo norteamericano y su liderazgo personal ha venido a menos en sus respectivos países, pues se han divorciado de sus pueblos y de los valores más preciados de convivencia social.
La denuncia de genocidio de un importante número de líderes en la asamblea general de la ONU, y la presión que ello representa, dio como resultado, que Donald Trump, decidiera un alto al fuego y al exterminio del pueblo Palestino.
Cuando vemos las impactantes imágenes de Gaza, donde hombres y mujeres acompañados de sus hijos regresan para, otra vez, ’ de la nada" pretenden reconstruir sus casas destruidas.
Duele el corazón y los ojos se tañen de lágrimas por la tristeza y el asombro de ver el tamaño del daño causado y el alcance de la ambición, el desamor y, sobre todo, la miseria humana de los responsables de la destrucción.
Ante esta realidad, resulta el colmo del cinismo pretender que se le otorgara el Premio Nobel de la Paz a uno de los verdugos y responsable de la guerra.
Consuela a los pueblos incluidos los de Estados Unidos e Israel que una vez más triunfa, la presión política internacional, el repudio generalizado al abuso y a la sinrazón. Finalmente, se ha impuesto el derecho a la vida del ser humano.
Se ha vuelto a demostrar que los llamados ’tigres de papel’ ambos socios y cómplices de la nueva guerra de exterminio han fracasado.
El maquillaje mediático no les evitará que el basurero de la historia les cobre la factura.
La figura del presidente de Colombia Gustavo Petro, se hace presente y se agiganta cuando en la ONU afirmó: "Es mentira que el pueblo de Israel es el elegido de Dios, porque todos los seres humanos somos hijos y el pueblo de Dios’.
Tal parece que Netanyajuhu cuyo pueblo fue víctima del racismo Nazi de Hitler y Donald Trump, quien tomo protesta con su mano sobre la biblia borraron el compromiso de mandatarios para convertirse en viles mandantes, dictadores de sus respectivos pueblos. Pero sus ansias de poder e ínfulas de grandeza han sobrepasado sus verdaderas posibilidades.
Para millones de personas, ambos, son considerados anticristos porque han ignorado el segundo mandamiento de la ley de Dios: ’Amarás a tu prójimo como a ti mismo’.