Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Ha sido notorio que la falta de ingenio, de inteligencia y de cultura del Presidente, lo ha llevado a cometer demasiados errores. Lo anterior, aunado a un carácter arbitrario, abusivo, caprichoso e intolerante, formaron una especie de bomba que, por principio de cuentas, no admite un no por respuesta y enseguida lo anuncian como una auténtica amenaza para la democracia mexicana y para la paz pública, que ya deja ver lo que serán las elecciones de junio próximo.
Para eso se preparó concienzudamente. Porque para esto es para lo único que parece tener capacidad. Para urdir la maldad con la mentira de trabajar para los pobres, sin decir que para de plano enterrarlos una vez conquistados sus caprichos o sus sueños de grandeza, de apoderarse totalmente del país, con los cambios que ya ha anunciado y que podría conseguir con el voto de esos pobres soñadores, sin capacidad para ver sus verdaderas intenciones.
Se preparó, primero, con el destino de sus conquistas. Volteó hacia las clases marginadas porque son las más numerosas y fáciles por diversas razones. Luego creó un discurso de conmiseración con las mismas, en los que repite que gobierna para ellos y lo demuestra con dádivas bimensuales en efectivo.
En el poder, primero intentó pelear con las fuerzas armadas y luego se dio cuenta de que las necesitará para consolidar su plan que, quien recibe el gigantesco presupuesto que ahora se les asigna, jamás en toda su historia sonada, estaría dispuesto a secundar. Salvo que se tratara de un ser impoluto que, llegada la hora, diría no a la gloria que hoy le han hecho disfrutar, translúcida por los viajes multimillonarios a lugares de recreo demasiado caros.
Quienes las dirigen sucumbieron sin ninguna resistencia a ese canto que encanta o al de las sirenas y se sumaron a la canción del jefe supremo, para repetir igualmente, como guacamayas, lo que saben le encanta. El almirante José Rafael Ojeda Durán, rechazó tajantemente que México sea productor de fentanilo. Más tardó en querer quedar bien, que su propio jefe en desmentirlo.
Sus actos, cometidos con la idea de que México está habitado por limitados, como sus conquistas, lo han desnudado. Los indicios llevan a pensar en sus ligas con la criminalidad, a la que ha permitido crecer sin control y hasta rebasarlo, con la intención de pedir su auxilio si es que, en algún momento, la ciudadanía decide actuar para poner un ya basta a su destrucción.
Tuvo el cuidado de pertrecharse por varios flancos y con organizaciones muy poderosas, que detentan el mayor armamento distribuido en el país en toda su historia. Acostumbrados a actuar con el favor del factor sorpresa.
Las limitaciones del mandatario y de los personajes escogidos para ayudarle en su travesía por la Presidencia, son evidentes. Baste uno, de innumerables ejemplos. Hugo Chávez, el dictador que llevó a Venezuela a la ruina en tiempo récord, dijo el 15 de febrero de 2009: ¡ya no me pertenezco! Frase que debe haber endulzado el oído del Presidente, quien expresó exactamente lo mismo el primero de diciembre de 2018 y repitió después, en 2020.
También supo seleccionar a la única que representa la nulidad misma o a una candidata a sucederlo que promete dejarlo continuar. Para esto debe llevarla al triunfo con el uso de todos los recursos que la Primera Magistratura pone a su alcance. Y por más que lo niega, la señora no tiene más condición que repetir las mismas palabras de su amo y señor y prometer que continuará trabajando para consolidar el plan de perpetuar la transformación.
Alega que no lo copia. Anteayer dijo que ella tampoco se pertenece. Entonces, tal vez ignora aún que lo dijo Chávez y después, su discípulo y hoy su jefe, porque carecen de imaginación o de ingenio para crear sus propias frases. Preferible copiar, que pretender echar a andar un cerebro que no funciona.
Con absoluta seguridad, ambos no saben que la frase es histórica y pertenece a Francisco Zarco, quien respondió que ’hombres como Juárez no se pertenecen. Ellos deben consagrarse para siempre a su patria’.
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