Pugna de poder inevitable

Los escándalos y las revelaciones en la función pública aparecen fortuitamente. Nunca por voluntad expresa de los gobernantes. Nunca porque exista el compromiso moral con sus gobernados. Un caso reciente así lo ventiló: el del titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Jorge Zuriel de los Santos Barrila. Porque recién llegado al cargo, adquirió presumiblemente, una residencia en Acapulco con un valor aproximado de 20 millones de pesos. Y solo de esa forma, se supo que dicho funcionario percibía un salario mensual de 80 mil pesos. Y 20 mil más de viáticos. De ahí se lee lo demás.

ESCENARIO POLÍTICO MINADO.- Para el gobernador Héctor Astudillo Flores, el principal problema que se anticipa con el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, será en materia de transparencia. Porque, de ser cierto el discurso orientado al ataque frontal contra la corrupción, el mandatario estatal carece de mecanismos para blindarse. Algunos indicadores así lo confirman: 1.- En la página del gobierno del Estado, no existe un portal de transparencia que haga público el salario del mandatario estatal y sus secretarios de despacho. Tampoco de los alcaldes municipales. En cierta forma, esa opacidad abre paso a las especulaciones. Al incremento de la sospecha ciudadana y de la vox populi en el sentido de que los recursos públicos se desvían deliberada y sistemáticamente, hacia otros fines. Y la groseramente manoseada rendición de cuentas significa en términos reales que ’todo lo que entró salió’. Es una cultura vieja y nociva para los ciudadanos. Pero la reproducen desde el gobernador, alcaldes y diputados locales. El instrumento cíclico son los informes de labores a través de los cuales se regodean, justifican y legitiman un desempeño que, en realidad, está

sostenido por pasajes más oscuros que claros. 2.- En el Congreso del Estado ocurre algo similar. La mayoría de los diputados locales del Morena, asumen que el salario de los legisladores se redujo a la mitad a partir de la primera quincena de septiembre. Pero el presidente de la Junta de Coordinación Política y próximo delegado federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, no reveló en tres meses que estuvo al frente de ese poder, cuánto gana cada diputado. Y cuántos recursos adicionales obtiene para la llamada ’gestión social’, convertida en instrumento electoral y metamorfoseado grotescamente, a ’trabajo político’. Porque es esa literalmente, ’la inversión’ que se hace en el vasto mercado electoral de los pobres. ’La ayuda’ otorgada a los más necesitados. ’El compromiso del voto’ que se adquiere con ellos. Por eso, el combate a la corrupción implica acabar progresivamente con esta cultura del pasado y que ha derivado en la continua perversión de la democracia. Porque no ganan los que más aportes al desarrollo social podrían hacer, sino los que tienen más dinero. Y relativamente, los más mediocres. Pablo Amílcar tiene pendiente esa asignatura. A ver si es cierto. 3.- El temor natural a la figura del delegado Federal designado por AMLO, abanica justamente hacia el rubro de la transparencia. Y por eso se entiende el cambio de actitud política del mandatario estatal. Mandó señales elocuentes en ese sentido, a través de las reuniones que ha sostenido con diversos alcaldes de la entidad que van enfocadas a ’convocar a la unidad para obtener un mejor presupuesto’. Ni en diciembre de 2015, 2016 y 2017 promovió lo anterior. Lo peor es que los alcaldes que acudieron a ellas le hicieron el caldo gordo. Porque es evidente que el gobierno estatal los ha relegado y abandonado en materia de seguridad pública. En cierto modo, esa ’unidad’ planteada por el mandatario estatal es parte de su estrategia política para enfrentar las eventuales embestidas políticas no solo del delegado Pablo Amílcar, sino del propio AMLO. El

punto ácido se asocia de manera natural a lo desastrosa, desordenada y maloliente que tiene la casa guerrerense Héctor Astudillo. Por ese lado lo podría agarrar con los dedos en la puerta AMLO. Y él por supuesto, va a manotear hasta donde le alcance.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Otra de las que está fallando tangiblemente, es la alcaldesa de Acapulco, la morenista Adela Román Ocampo. La violencia en las calles y los muertos se le siguen acumulando en el Semefo. Su secretario de Seguridad Pública, Geovanni Raúl Mejía Olguín, no reacciona. Y Adela aparece visiblemente alineada políticamente al gobernador Héctor Astudillo. La condena a Félix Salgado sobre su polémica postura es la referencia insoslayable.