El voyerista
Por Alfredo Guzmán
Dicen que después del diluvio, deviene la calma.
Otros dicen que luego de la inundación, inicia el conteo de los daños. Y el reparto de culpas.
El proceso electoral reciente provocó en el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), un pasmo generalizado entre sus propios integrantes, pues de ser en muchos casos, ciudadanos desconocidos, ahora amanecen con representación popular, gracias al profeta Andrés, quien llevó a buen puerto el arca, donde la fauna política, es poli cromática, diversa y por ende, conflictiva. Pero el poder calma o enloquece.
En el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), siguen en muchos casos sin entender que la crisis interna, deriva de una percepción social, que los liga a una corrupción histórica donde el manto sagrado de la impunidad, los hizo suponer inmunes a la derrota. Si no cambian, sobrevendrán crisis mayores.
En el Partido Acción Nacional (PAN) deben estar reconociendo que los excesos se pagan y que la corrupción que generó en algunos de sus miembros, la cercanía con el poder, les nubló la vista al grado de que un líder carismático como Ricardo Anaya, los llevó a una barranca, donde se encuentran atascados, sin poder salir.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD), luego de 25 años de existencia y ante la pérdida de sus idearios sociales y políticos, entró a torbellino social y político, que casi les cuesta el registro nacional. La pérdida de la Ciudad de México, lugar emblemático y paradigmático para la izquierda es un evento que los obliga a reflexionar que quien promete repartir un pastel social y se lo come solo, se indigesta.
Ante este escenario político donde todo apuntaba a una crisis y enfrentamiento social casi cercano a la guerra civil, pero que la ponderación, los acuerdos, los entendimientos y las circunstancias han obligado a todos a entender que más vale, tranquilidad y rechazo a las venganzas, lo que permite establecer que hay un ambiente propicio, para que las cosas cambien, para bien de todos.
Claro que ante los resultados, hay quien quiere tomar el hacha, cortar cabezas, provocar conflictos y generar sicosis y amagos, que derivan de un desconocimiento de la legalidad y de los alcances de lo realizable, pero la realidad lo hará sentarse y ver que pretender hacer lo que le venga en gana, se dará de topes contra la pared.
Lo importante es que los principales liderazgos nacionales y algunos estatales, han entendido que todo es posible en la paz. Nada en la guerra de posicionamientos, que pueden derivar en inestabilidad social, que sólo provoca parálisis y crisis de gobierno.
El compromiso es inmenso y las expectativas igual. Pero en política social, las acciones de gobierno no provocan milagros, pero pueden construir escenarios de desarrollo, si hay coordinación, proyecto, estrategia y buenas formas. Eso requiere, capacitación, conocimiento y experiencia. Pero sobre todo, tolerancia a las otras ideas y no imponer nada, suponiendo tener bonos democráticos.
Y lo anterior, se construye, en caso de no existir. Nadie nace sabiendo y muchos de Morena, son improvisados.
El primer conflicto en puerta es el cambio de sedes de las dependencias federales. Laudos y demandas laborales en cadena, pueden provocar parálisis y reclamos sociales fuertes.
Eso debe proyectarse, además de establecer escenarios medibles, para establecer porqué, para qué y qué se busca, para fincarlo socialmente. La idea, ya se trató de hacer y sólo duplicó plantillas laborales y provocó gastos innecesarios.
Los nuevos actores políticos, deberán ser respetuosos y caminar sin pisar, ni aplastar nada ni a nadie, pues esto es cíclico.
Por ello se hace necesario respetar las instancias de gobierno. Y los tres poderes, que lo soportan.
Hay un ambiente social, para muchos cambios, principalmente en la lucha contra la corrupción, la impunidad y el fomento a la transparencia.
Hay infraestructura social, importante. No se parte de cero. Hay obras y acciones que deberán continuar y en su caso mantenerse, otras deberán cambiar.
El futuro deberá ser más moral y en él entramos todos. Si avanzamos en ello, podremos construir un México más justo y más generador del potencial nacional. Así sea.