Por mis Plumas
Elvia Andrade Barajas
México está bajo presión creciente.
La extradición del ecuatoriano Fito a EEUU no es un episodio aislado, es una pieza del rompecabeza que conecta crimen organizado, política continental y narrativa internacional.
El país, más que observado, es cercado. Quieren a AMLO, a Morena, a su hijo, o a la presidenta.
En tanto, este domingo se acentuó el repudio de algunos mexicanos contra la gentrificación de México, liderada por estadounidenses, cuyo presidente Donald Trump ha puesto en aprietos al partido en el poder de México, MORENA, cuyo Consejo Nacional se celebró hoy entre ausencias clave.
Andrés López Beltrán, secretario de organización e hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador; y Ricardo Monreal, figura influyente en la reconfiguración legislativa, no asistieron.
Aunque se alegaron motivos personales y urgencias menores, sus ausencias generan lecturas políticas preocupantes en un momento donde el oficialismo busca proyectar cohesión y fuerza, pero el vacío táctico se vuelve revelador. Demoledor.
Claudia Sheinbaum, por su parte, sigue abrazada al pasado.
Su postura de mantener la ruptura diplomática con Ecuador, tras la incursión armada en la embajada mexicana en Quito, reafirma una línea de continuidad más que una reorientación.
La extradición de José Adolfo ’Fito’ Macías Villamar a EE.UU. No es un episodio aislado, sino un vértice que conecta crimen organizado, política continental y narrativa internacional, en la que el presidente de Ecuador, busca cobrarse el desprecio de AMLO a los tacos que le invitó para dirimir las diferencias diplomáticas por el asalto a la embajada de México en Ecuador, de donde sacaron con la fuerza pública al ex vice presidente Jorge Glass.
Así la que la extradición de Fito, líder de Los Choneros y aliado del Cártel de Sinaloa, entregado a la Corte Federal de Brooklyn, enfrentando cargos por narcotráfico y crimen organizado, es un movimiento estratégico para hundir a los narcos mexicanos y de paso al ex presidente López Obrador.
Además, se le señala como autor intelectual del asesinato de Fernando Villavicencio, candidato presidencial ecuatoriano que denunció vínculos entre mafias y gobiernos, refiriéndose muy específicamente a López Obrador sus posibles vínculos con el narcotráfico, su protección al Cartel Sinaloa, que acusó mantenía Ecuador en la línea roja de la narcoviolencia.
Villavicencio había criticado duramente a AMLO por saludar a la madre de ’El Chapo’, y tras su asesinato, su familia lanzó acusaciones directas contra el entonces mandatario de México: ’Lávate la boca, López Obrador’, dijo Amanda Villavicencio, asegurando que los criminales que investigaba su padre se esconden en embajadas mexicanas.
Su viuda, Verónica Sarauz, fue aún más tajante: ’No tiene calidad moral para hablar de democracia’.
En paralelo, la presencia de Ovidio Guzmán en EE.UU. y su papel como testigo protegido, así como su desaparición del registro penitenciario mexicano, alimentan sospechas de un entramado para cercar México y a sus autoridades.
Las declaraciones de Trump, quien acusa a México de ser un ’narco gobierno’, refuerzan esa narrativa.
El cerco se vuelve más sofisticado: no se cierra con balas, sino con juicios, sanciones, declaraciones y ausencias que pesan más que cualquier tratado.
En este tablero reaparece el fantasma del expresidente López Obrador.
Desde su retiro en Palenque, prometió escribir desde La Chingada, pero desde junio de 2025 no ha sido visto públicamente.
Versiones no confirmadas señalan que se refugió en Cuba, justo antes de la investidura de Trump.
México está en la mira, igual que MORENA y la presidenta Sheinbaum, que insiste en soportar un legado político del que debe desvincularse.
Es tiempo de que se sacuda la sombra de AMLO, antes de que la devore y ponga a México en un grave problema internacional.