El Tijeretazo Político
Joaquín Bojorges
A lo largo del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el discurso de transformación se sostuvo sobre una ambiciosa carpeta de megaproyectos: trenes, refinerías, aeropuertos y farmacias, presentados como emblemas del ’rescate nacional’. Sin embargo, detrás del relato triunfalista, persiste una cifra incómoda: casi un billón de pesos del erario comprometidos en obras que, en muchos casos, quedaron lejos de cumplir sus promesas.
Como "Dos Bocas" que se convirtió en el barril sin fondo
La refinería Dos Bocas fue anunciada como el motor de autosuficiencia energética. Su presupuesto inicial era de 8 mil millones de dólares, pero se disparó a más de 20 mil millones, superando los 340 mil millones de pesos. Hoy, a pesar de su inauguración parcial, sigue sin refinar petróleo de manera efectiva.
Otra faraonica obra que se dijo detonaria el sureste de mexico es el "Tren Maya": más selva deforestada que progreso ferroviario
El Tren Maya, proyectado como detonante turístico y de desarrollo, ha consumido más de 500 mil millones de pesos según estimaciones independientes. A cambio, ha dejado un rastro de litigios ambientales, desplazamiento de comunidades y destrucción de patrimonio natural.
El CHAIFA: un aeropuerto sin pasajeros
Aunque se celebró como obra terminada, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles apenas alcanza el 10% de su capacidad estimada. Costó más de 88 mil millones de pesos, pero su utilidad es cuestionable, mientras el antiguo proyecto en Texcoco fue enterrado sin una consulta real a los habitantes.
Con su "Megafarmacia del Bienestar" y el espejismo del abasto que en la actualidad no existe porque no hay dinero.
La llamada ’farmacia más grande del mundo’ surtió solo el 0.01% de las recetas del IMSS en su inicio. A pesar de las millonarias inversiones, el acceso real a medicamentos sigue siendo una deuda pendiente para millones.
La creación del INSABI, otro fracaso institucional con factura millonaria
El sistema de salud que prometía atención universal fue desmontado tras gastar más de 376 mil millones de pesos, sin haber garantizado servicios dignos ni medicamentos a quienes más lo necesitaban.
Tido ello en suma nos cuesta a los mexicanos cerca del billón de pesos al año
Un análisis del sitio El CEO estima que los proyectos prioritarios consumieron al menos 839 mil millones de pesos, muchos sin transparencia, sin resultados y con enormes costos sociales.
Estos megaproyectos no solo drenaron los recursos públicos; también desplazaron comunidades, erosionaron ecosistemas y desmantelaron instituciones previas sin construir alternativas funcionales. La transformación prometida se convirtió, para muchos, en una sucesión de promesas rotas y cifras que no cuadran.
La pregunta es inevitable: ¿cuánto más debemos pagar por proyectos que se construyen sobre símbolos más que sobre resultados?